Wroclaw, Polonia - El primer día completo de Su Santidad el Dalái Lama en Wroclaw comenzó con una entrevista realizada por Piotr Krasko para TVN. La conversación versó sobre el hecho de no tener miedo a la muerte y su sensación de que la visión budista única relativa a la ausencia de existencia intrínseca del yo o de los fenómenos había dado lugar a una reducción de sus emociones negativas. También expresó su convicción de que a través de la práctica en una vida tras otra durante millones de años es posible alcanzar la Budeidad. Observó que el mensaje principal de todas las grandes religiones del mundo es el amor.
Una pregunta sobre el pequeño niño recientemente rescatado de los escombros en Siria le recordó que en el Islam las oraciones se dirigen a Alá el misericordioso y compasivo. Sostuvo que, al igual que en otras tradiciones religiosas, el mensaje del Corán es el amor. Informó de que se había reunido recientemente con un grupo de jóvenes de África y Oriente Medio, algunos de los cuales habían decidido, inmediatamente después de los atentados, dedicarse a la paz.
Su Santidad sugirió que las personas jóvenes pueden verse inducidas a luchar y matar por su fe cuando están convencidas de que sólo hay una verdad y una fe verdadera y no se dan cuenta de que viven en un mundo en el que la realidad es la existencia de opiniones variadas y una multiplicidad de fes. Aconsejó que tender la mano y escuchar las quejas sería más eficaz que intentar eliminar a las personas por la fuerza. Recomendó que una educación que incluya valores universales es la manera de forjar un futuro mejor.
Un breve recorrido por el casco antiguo de Breslavia llevó a Su Santidad al Ayuntamiento, donde, escoltado por el alcalde Rafal Dutkiewicz, fue recibido en un acto en una cámara abovedada del siglo XIII. En 2016, Wroclaw, junto con San Sebastián en España, es Capital Europea de la Cultura. Ante 200 invitados, entre los que se encontraban el arzobispo J. Kupny, concejales, rectores de universidades, autoridades de la ciudad, cónsules, directores de instituciones culturales y ciudadanos honorarios de Breslavia, el alcalde presentó a Su Santidad y le ofreció un regalo que representaba la libertad.
Como parte del programa cultural, un grupo de cantantes egipcios, iraníes y kurdos ofreció una actuación profundamente conmovedora. El Presidente del Consejo Municipal, Jacek Ossowski, agradeció la presencia de Su Santidad entre ellos en esta ocasión especial y lo invitó a decir unas palabras. Tras explicar que, aunque normalmente prefiere hablar de pie por respeto, en esta ocasión el camarógrafo le había pedido que se sentara, Su Santidad comenzó:
«Hermanos y hermanas, dondequiera que vaya me considero un simple ser humano, uno de los 7.000 millones. Todos queremos paz y alegría, pero nos enfrentamos a muchos problemas, muchos de ellos son la cosecha de nuestros propios actos. Cuando hacemos hincapié en las diferencias de nacionalidad, raza, cultura y religión, olvidamos que en un nivel más profundo todos somos igualmente seres humanos. Por eso siempre insisto en la necesidad de reconocer la unidad de la humanidad y la necesidad de solidaridad. Necesitamos la solidaridad para garantizar la paz y la libertad.
»Como monje budista no suelo prestar mucha atención a los placeres sensoriales, como la música, pero he apreciado mucho la actuación de estos cantantes aquí mismo. Al escucharlos, sentí que se generaba un sentimiento de solidaridad entre nosotros, que nos recordaba la unidad de la humanidad y que el mensaje de todas nuestras tradiciones religiosas es el amor, la tolerancia, el perdón y la autodisciplina. Por eso creo que, a pesar de las diferencias de perspectiva filosófica, todos somos hermanos espirituales».
A continuación, el célebre pianista Janusz Olejniczak interpretó una fascinante obra de Chopin que cautivó tanto a los ojos como a los oídos.
A poca distancia del Ayuntamiento, Su Santidad y el alcalde visitaron el Museo de la Ciudad de Wroclaw y vieron una exposición, «Perdón y reconciliación», dedicada al cardenal Kominek, un padre de Europa no reconocido. Durante la visita, Su Santidad interactuó con un grupo de escolares. Entre ellos, un niño le saludó como destinatario de la Orden de las Sonrisas, un premio otorgado por los niños a los adultos que se distinguen por su amor, cuidado y ayuda a los niños, que recibió en 1993.
En el exterior del museo, tanto Su Santidad como el alcalde pronunciaron breves discursos. Su Santidad, recordando la gran violencia del siglo XX, instó a que, para que el siglo XXI sea diferente, en el futuro las soluciones a los problemas deben buscarse a través de un diálogo significativo en un espíritu de perdón y reconciliación. Repitió lo impresionado que está por el espíritu de la Unión Europea, que antepone el interés común a los intereses nacionales más estrechos. Preguntó a sus jóvenes oyentes:
«¿Qué pensáis? Seréis vosotros, jóvenes hermanos y hermanas, los que podréis construir un mundo más pacífico, y vais a ser vosotros los que os beneficiéis de ello. No creo que pueda vivir para verlo».
De vuelta al Museo, Jacek Zakowski (Polityka) entrevistó a Su Santidad, pidiéndole que comparara su vida como refugiado con la de los que llegan a Europa. Su Santidad subrayó que la solución a largo plazo es que se restablezca la paz en las tierras de las que huyen estas personas. A corto plazo, sin embargo, hay que darles refugio. Los niños necesitan educación; y los jóvenes, la formación de que los equipará para reconstruir sus países cuando finalmente regresen a casa. Señaló que la oración y el objetivo de los refugiados tibetanos siempre ha sido volver a su tierra natal. Cuando se le preguntó si ese era el sentimiento natural de un refugiado, Su Santidad respondió: «Sí».
Habló de cómo se desarrollaron los problemas en Tíbet a mediados y finales de la década de 1950, que culminaron con su huida a la India y su conversión en refugiado. Reiteró que, desde 1974, los tibetanos habían decidido no buscar la independencia y confirmó el apoyo que su enfoque de la Vía Media había recibido entre los escritores e intelectuales chinos.
Zakowski discrepó con la postura de Su Santidad de que debe ser posible acercarse a los terroristas, escucharlos y razonar con ellos, afirmando que mucha gente piensa que es más fácil matarlos. «Si matas a 100.000, ¿resolverás el problema? —replicó Su Santidad—. ¿No se avivará el malestar y se provocará más violencia? Tenemos que usar nuestra inteligencia y encontrar una solución humana. Cuando los científicos nos dicen que la naturaleza humana básica es compasiva, eso es una fuente de esperanza».
Después de almorzar en el tradicional restaurante polaco Pod Freda, Su Santidad visitó el Centro de Historia del Depósito, inaugurado hace apenas cinco días en el lugar donde se desarrollaron las protestas de Solidaridad en los años 80. De las 250 personas presentes, la mayoría eran estudiantes que dieron la bienvenida a Su Santidad y lo invitaron a hablar antes de plantearle sus preguntas.
«Jóvenes hermanos y hermanas, es importante recordar lo que tenemos en común física, mental y emocionalmente como seres humanos, porque hoy la humanidad se enfrenta a una serie de dificultades. Ninguno de nosotros quiere los problemas y, sin embargo, parece que los provocamos debido a nuestra miopía, a que nos centrmos sólo en un aspecto en lugar de mirar la realidad en su conjunto. Tenemos que utilizar nuestra inteligencia al máximo y adoptar una perspectiva más amplia. En lugar de estar abatidos, es importante mantener el ánimo alto y trabajar por la justicia y la libertad».
Su Santidad les dijo que había venido de nuevo a Breslavia porque su amigo el alcalde lo había invitado. Entre las personas que lo han impresionado, mencionó al líder de Solidaridad y Premio Nobel de la Paz Lech Walesa, pero también incluyó a los científicos. Dijo que fueron los científicos, por ejemplo, quienes advirtieron del cambio climático que se ha convertido en una amenaza.
Los estudiantes y los representantes locales de Solidaridad le entregaron regalos y los estudiantes le pidieron que escribiera en su libro conmemorativo. Su Santidad posó para retratarse con el público antes de regresar a su hotel.