Ulaanbaatar, Mongolia - En la Casa de la Cultura en el centro de Ulaanbaatar esta mañana, Su Santidad concedió dos breves entrevistas a los canales de televisión locales.
En un mensaje a los jóvenes mongoles, Su Santidad dijo,
«El Tíbet y Mongolia han tenido relaciones amistosas por más de 1000 años, especialmente desde que abrazamos el budismo. A pesar del desarrollo material que vemos en el mundo, la gente aún carece de paz mental. Hoy en día también vemos conflictos en nombre de la religión. En un momento así, es importante trabajar para asegurar la paz internacional.
»He visitado muchos países occidentales e incluso en estas sociedades altamente desarrolladas la gente es infeliz. Por eso, en estos días, hay tanto interés en lo que el budismo tiene que decir sobre el funcionamiento de la mente.
»A lo largo de la historia, Mongolia ha sido un país budista. Bajo el régimen comunista, a pesar de grandes dificultades, fue capaz de preservar su fe religiosa. Ahora que son libres una vez más, hay un creciente interés en recuperar su herencia budista, especialmente la tradición de Nalanda. Necesitan desarrollar este interés.
»Incluso aquellos sin mucho interés en la religión como tal pueden beneficiarse de las enseñanzas de la tradición de Nalanda. Sin embargo, la mayoría de ustedes tienen una fe ferviente, así que les pido que se esfuercen en estudiar los textos de la tradición de Nalanda. En los monasterios, los monjes más jóvenes no sólo deben aprender a realizar rituales y oraciones, sino que también deben estudiar mucho».
Cuando se le preguntó qué cambios ha notado en Mongolia desde su última visita en 2011, Su Santidad respondió:
«Por supuesto, puedo ver que externamente ha habido un gran desarrollo, se han construido muchas más casas. Sin embargo, el que los habitantes de estas casas tengan un sentimiento más profundo de paz mental es otra cuestión. Está claro que el desarrollo material por sí solo no es suficiente para traernos paz interior. Por eso hoy en América, Europa, Japón y China, muchas personas, incluyendo científicos, están mostrando un creciente interés en el funcionamiento de la mente.
»Mongolia ha sido históricamente un país budista, que ha mantenido la tradición de Nalanda durante más de 1000 años. No deben dar el budismo por sentado, sino que deben hacer un esfuerzo por estudiarlo ustedes mismos. Creo que Mongolia tiene grandes oportunidades ante sí. Están siendo testigos de un gran desarrollo material, pero sus ancestros también les han legado esta gran tradición budista. La psicología budista está muy avanzada y es algo que ya les pertenece. Hoy, tienen la oportunidad de ser el puente entre la tradición budista de Nalanda y la educación moderna».
En su discurso público sobre Valores universales y el budismo en el siglo XXI, Su Santidad esbozó sus tres compromisos. El primero implica la promoción de la felicidad humana y la paz en el mundo, cuya clave es la paz interior. Hizo hincapié en que la paz mental es importante si queremos estar físicamente sanos. Si queremos crear un mundo más feliz y pacífico, necesitamos tomar la paz interior en serio. No tenemos que cultivar necesariamente una práctica religiosa, podemos confiar en nuestra experiencia común, en el sentido común apoyado por los hallazgos científicos.
«Cultivar la compasión y la paz interior no es el coto de ninguna tradición religiosa en particular; está enraizado en valores universales —observó Su Santidad—. El tiempo siempre está avanzando, así que no podemos cambiar el pasado. Sin embargo, podemos dar forma al futuro. Durante el siglo XX, más de 200 millones de personas murieron violentamente. Si esa violencia hubiera dejado finalmente al mundo como un lugar mejor, tal vez podríamos justificarla, pero no es así.
»La realidad hoy en día es que somos tan interdependientes que la guerra y el uso de la fuerza están totalmente desfasados.
»Debemos actuar de acuerdo con la nueva realidad en la que nos encontramos. La idea de la victoria completa de un bando y la derrota completa del otro es totalmente irreal. Tomar un enfoque poco realista no da resultados positivos. Debemos recordar que todos y cada uno de nosotros pertenecemos a los 7 mil millones de seres humanos que viven hoy en día en la Tierra. Considerar el bienestar de toda la humanidad asegura en última instancia nuestro propio beneficio. La estrecha preocupación egoísta es poco realista. La verdadera felicidad implica la preocupación por los demás. Mientras que el siglo XX estuvo lleno de derramamiento de sangre y conflictos, aquellos de ustedes que pertenecen al siglo XXI deberían cultivar un espíritu de unidad de la humanidad y trabajar para asegurar que este siglo se convierta en una era de compasión. Si pueden hacer eso, experimentarán un mundo más feliz».
Después del almuerzo en el lugar donde se alojaba, Su Santidad se reunió con miembros de la comunidad tibetana en Mongolia, así como con los muchos mongoles que vinieron a verlo.
Mañana Su Santidad regresa a Japón donde descansará dos días antes de dar una charla pública en Saitama.