Wroclaw, Polonia - Más de treinta tibetanos y mongoles que viven o estudian en Polonia vinieron a ver a Su Santidad el Dalái Lama antes de que se fuera a sus compromisos del día. Les habló brevemente:
«El Tíbet es conocido como el Techo del Mundo, pero también como la Tierra de Avalokiteshvara. Los tibetanos tenemos nuestra propia lengua, con su propia escritura, que es el mejor medio para explicar con precisión las enseñanzas budistas. En el pasado, algunos tibetanos se avergonzaban de decir que eran del Tíbet, ahora ya no. Tenemos todos los motivos para sentirnos orgullosos. Tenemos la semilla de la compasión y necesitamos fortalecerla a través de la razón y el entrenamiento.
»Nuestras colecciones del Kangyur y el Tengyur contienen una gran cantidad de conocimientos sobre la ciencia, la filosofía y la religión budistas. Hemos publicado un Compendio de Ciencia Budista en un conjunto de dos volúmenes más un volumen abreviado. Estos libros se están traduciendo a otros idiomas como el inglés, el chino, el español y el alemán. Cuando tengan tiempo, intenten leerlos y conversen entre ustedes sobre lo que vayan aprendiendo».
Dirigiéndose a los mongoles, recordó cómo el budismo llegó por primera vez a Mongolia a través de la Ruta de la Seda. Más tarde, en una segunda fase de transmisión, Drogön Chögyal Phagpa trajo el budismo desde el Tíbet. Esto se consolidó cuando el tercer Dalái Lama, Sonam Gyatso, viajó a Mongolia.
Su Santidad dijo que visitó Mongolia por primera vez en 1979. En aquella ocasión, los monjes de Ganden Thekchenling le ofrecieron una oración de larga vida con tanto fervor que hizo llorar a todos los presentes. Observó que el XIII Dalái Lama no sólo vivió cierto tiempo en Mongolia, sino que también llegó a hablar el mongol. Las relaciones entre el Tíbet y Mongolia tienen una historia de vecindad. Su Santidad mencionó que su interés por la vacuidad, sobre la que ha reflexionado seriamente durante los últimos 60 años, se lo debía, no en pequeña medida, a su asistente de debate mongol, Ngodup Chokñi.
Una hora y media en coche fuera de Breslavia a través de ricas tierras de cultivo llevó a Su Santidad y a su grupo a la ciudad de Swidnica y a la histórica Iglesia de la Paz, llamada así por la Paz de Westfalia de 1648. Esta permitió a los luteranos de las partes católicas romanas de la región construir tres iglesias con madera, marga y paja en el exterior de los muros de la ciudad, sin campanas ni campanarios. Se les concedió un año para completar la construcción.
La Paz de Westfalia fue una serie de tratados de paz firmados entre mayo y octubre de 1648 que pusieron fin de forma efectiva a las guerras de religión europeas: la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) en el Sacro Imperio Romano Germánico y la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648) entre España y la República Holandesa. Los tratados no restablecieron la paz en toda Europa, pero sí crearon una base para la autodeterminación nacional y el concepto de estados soberanos coexistentes, que se convirtió en algo fundamental para el derecho internacional tal y como prevalece hoy en día. La iglesia está catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Al salir de su coche, Su Santidad fue recibido por el obispo Waldemar Pytel y la alcaldesa de Swidnica, la señora Beata Moskal-Slaniewska. Lo acompañaron hasta su asiento al son de la música de Haendel interpretada en el órgano.
El alcalde de Wroclaw, Rafal Dutkiewicz, explicó a la congregación que hoy, 21 de septiembre, era el Día Internacional de la Paz y que los distinguidos líderes religiosos presentes, entre ellos Su Santidad el Dalái Lama, habían sido invitados a firmar un Llamamiento por la Paz. Mencionó una serie de circunstancias alarmantes recientes que motivaron la necesidad de dicho llamamiento. Entre ellas mencionó la dura derrota del Partido Demócrata Cristiano de la Canciller Angela Merkel en las elecciones de Berlín ante el partido de derechas y antimigrante Alternativa para Alemania; la reciente realización por parte de Corea del Norte de una quinta prueba nuclear y la anexión de Crimea por parte de Rusia.
Dutkiewicz también mencionó varias razones por las que esta Iglesia de la Paz era un lugar apropiado para tal gesto. Aparte de su historia más antigua, fue aquí donde en 1989 el canciller alemán Helmut Kohl se reunió con Tadeusz Mazowiecki, el primer primer ministro postcomunista de Polonia. Más recientemente, en noviembre de 2014, la primera ministra polaca, Ewa Kopacz, y la canciller alemana, Angela Merkel, vinieron aquí en el marco de las celebraciones del 25º aniversario de la Misa de la Reconciliación en Krzyzowa.
Antes de la firma del Llamamiento por la Paz, Su Santidad fue invitado a dirigirse a la reunión.
«Respetados líderes espirituales y hermanos y hermanas —comenzó—. Es un gran honor para mí venir aquí para participar en esta celebración de la paz. La paz es algo que debe surgir a través de la paz interior. No puede construirse sobre la base de emociones destructivas como el miedo y la ira.
»Hoy en día, algunos científicos dicen que la naturaleza humana básica es la compasión. Si, cuando nacemos, nuestra madre estuviera llena de ira, no sobreviviríamos. El comienzo de nuestra vida se caracteriza por el afecto y ya es hora de que le prestemos más atención.
»A pesar de las diferencias filosóficas, todas nuestras principales tradiciones religiosas transmiten un mensaje común de amor. Sin embargo, lamentablemente, hoy en día vemos cómo surgen conflictos en nombre de la religión. En consecuencia, debemos hacer un esfuerzo especial para promover la armonía entre nuestras tradiciones sobre la base del respeto mutuo. Soy un monje budista, pero entre los budistas hay muchos que no se toman su práctica muy en serio. Puede que adopten una actitud respetable cuando acuden al templo, pero esto no se extiende a su vida cotidiana. Ya seamos budistas, cristianos, judíos, musulmanes o hindúes, si nos consideramos religiosos, debemos hacer que nuestra fe forme parte de nuestra vida. Nuestra conducta debe ser compasiva y ,además, debemos ser felices.
»Tengo tres compromisos que me gustaría compartir con ustedes. El primero es promover la felicidad humana y la idea de que todos somos seres humanos por igual. El segundo es que, como budista, intento fomentar la armonía interreligiosa. Tengo amigos que dicen que me consideran un buen cristiano o un buen musulmán. Por último, soy tibetano y usted ya se ha referido a la causa del Tíbet: gracias».
Su Santidad observó que la paz no se conseguirá sólo mediante oraciones. Lógicamente, puesto que somos los seres humanos los que hemos perturbado la paz, somos nosotros los que tenemos que trabajar para restaurarla. E incluso si lo hacemos, dijo, no significa que no vayan a aflorar más conflictos, sino que, cuando lo hagan, tendremos que resolverlos de otra manera que no sea haciendo uso de la fuerza.
«Ayer visité la exposición en el Museo de Breslavia dedicada a la labor del cardenal Kominek para fomentar el perdón y la reconciliación. De camino hacia aquí, mientras reflexionaba sobre ello, contemplé los campos ondulados y pensé en el sufrimiento que han experimentado las personas polacas y en cómo se han esforzado por reconstruir sus vidas, algo maravilloso».
A continuación, el moderador pidió a los respectivos líderes espirituales que pasaran al frente para firmar el Llamamiento por la Paz, que rezaba:
«Nos hemos reunido aquí, en este lugar único, en esta región verdaderamente sorprendente en la que las personas de muchas naciones y culturas han coexistido con éxito a pesar de sus diferentes creencias y religiones. Para conmemorar este excepcional encuentro nos unimos en nuestro llamamiento a la paz mundial, independientemente de las creencias, el origen o las religiones. Una paz que siempre prevalecerá mientras haya comprensión y amor mutuo».
Los firmantes fueron el obispo Waldemar Pytel, el sacerdote Eugeniusz Cybulski —representante de la Iglesia ortodoxa—, el arzobispo Jozef Kupny; el obispo Włodzimierz Juszczak —de la Iglesia greco-católica—, el imán Ali Abi Issa, el rabino David Bassok, el obispo de Swidnica Ignacy Dec, el pastor Edward Pawłowski y Su Santidad el Dalái Lama.
Tras firmar, se alinearon en grupo para hacerse fotos antes de salir de la iglesia de la Paz y reunirse en la cafetería del templo para comer. Durante la conversación en el transcurso de la comida, Su Santidad repitió la importancia de que las personas religiosas se conozcan entre sí en ocasiones como esta.
«Puesto que hay aproximadamente mil millones de cristianos en el mundo, mil millones de musulmanes, 600 millones de hindúes, 400 millones de budistas y 14 millones de judíos —señaló—, tenemos que vivir juntos. Deberíamos aprender a hablar de lo que admiramos en los demás, así como de lo que podríamos quejarnos. Ahora, vamos a comer».
El obispo Ignacy Dec invitó a Su Santidad a visitar su iglesia en Swidnica, lo que hizo brevemente por el camino, antes de conducir de vuelta a Wroclaw. Al llegar al hotel, Su Santidad concedió entrevistas a la CBS Sunday Morning y a Good Morning Britain (ITV) en relación con la próxima publicación de El libro de la alegría, un libro basado en las conversaciones que mantuvo con su viejo amigo el obispo Desmond Tutu.
Mañana, Su Santidad partirá hacia la India y regresará a Dharamsala.