Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Su Santidad el Dalái Lama comenzó esta mañana el último día de su actual serie de enseñanzas observando que a los bodisatvas se los llama hijos e hijas de los Conquistadores. Explicó que el Buda había alcanzado la iluminación como resultado de desarrollar la mente del despertar o bodichita, la aspiración altruista a la iluminación, muchas veces en el curso de sus vidas anteriores. Cuando el Buda impartió las enseñanzas de la perfección de la sabiduría, los principales discípulos eran bodisatvas, personas que aprecian a los demás más que a ellas mismas. Su Santidad guardó un breve silencio mientras reflexionaba sobre sus cualidades.
«Aunque no podemos compararnos con los verdaderos bodisatvas, seguimos su ejemplo y realizamos las prácticas de los bodisatvas. Como dicen los 400 versos:
Primero, revoca lo demeritorio.
En el medio, revoca el yo.
Al final, revoca toda visión.
Quien sabe esto, es sabio. (190)
»Lo demeritorio se refiere aquí a las acciones perjudiciales, a los actos que dan lugar al sufrimiento. Comportarnos de forma no virtuosa y decir que seguimos las prácticas de los bodisatvas sería hipócrita. Así que el primer paso es abstenernos de las acciones negativas, el siguiente es acabar con la idea errónea del yo y el tercero es evitar todo tipo de visiones filosóficas erróneas.
»Todas las grandes tradiciones religiosas enseñan a sus seguidores a evitar igualmente lo no virtuoso. Abogan por el amor y la compasión. Es evidente que el mal comportamiento crea hostilidad, mientras que la conducta beneficiosa atrae a los amigos».
Su Santidad explicó que, en la enseñanza budista, la raíz de todo el sufrimiento es la idea errónea de un yo independiente y autónomo, y que hay formas de refutarla. Los 400 versos también recomiendan eliminar el orgullo y la autoimportancia, y sugieren que es mejor considerar a los demás seres sensibles como nuestros iguales. Cometemos el error de ver el yo como algo separado de los agregados psicofísicos, considerándolo como su gobernante o controlador. Por lo tanto, tenemos que aprender a suprimir este concepto erróneo del yo. La tradición budista sánscrita se esfuerza en explicar cómo rebatir esta noción errónea de un yo, cómo contrarrestar las emociones perturbadoras que surgen de él y cómo eliminar sus propias huellas que son obstáculos para el conocimiento.
Su Santidad observó que los fenómenos están vacíos de toda existencia intrínseca y que la mente puede llegar a verlo, reduciendo así la intensidad de nuestras emociones perturbadoras. Sin embargo, nuestra mente ordinaria actual tiende a preocuparse por las percepciones sensoriales. Algunas personas son capaces de acceder a una mente más sutil empleando el sueño lúcido; son conscientes de que están soñando mientras sueñan. Su Santidad dijo que si podemos meditar en la bodichita y la vacuidad en ese estado mental del sueño, la meditación puede adquirir mucha fuerza.
Continuó diciendo que este tipo de uso de la mente más sutil no se enseña en el vehículo del sutra, es una instrucción del tantrayana. Dijo que un estado mental aún más sutil se manifiesta, como mencionó anteayer, en el momento de la muerte. Además de los estados mentales burdo, sutil y sutilísimo, existen los correspondientes niveles de energía que los sustentan. Señalando que todos tenemos una mente sutil de luz clara en nuestro interior, Su Santidad afirmó que la mente más sutil y la energía más sutil proporcionan las causas sustanciales de la mente y el cuerpo de Buda. Repitió que si bien la vacuidad se explica en los sutras, la mente más sutil que la comprende se explica en los tantras. Sus observaciones finales fueron que es útil tener en cuenta las etapas del camino que estamos tomando cuando nos dedicamos a la práctica.
Su Santidad anunció entonces que guiaría a la congregación en la generación de la mente del despertar o bodichita, pero que primero sentaría las bases para ello dando los votos de los laicos: los preceptos de los upasakas y los upasakis. Al finalizar la ceremonia de la bodichita, transmitió los mantras de Buda, Avalokiteshvara, Manyushri y Tara.
Volviendo a los 400 versos sobre el Camino Medio, leyó sin pausa la mitad restante del texto: Capítulo 9 - Refutación de los fenómenos funcionales permanentes, Capítulo 10 - Refutación de las concepciones erróneas del ser, Capítulo 11 - Refutación de la existencia verdadera del tiempo, Capítulo 12 - Refutación de las opiniones erróneas, Capítulo 13 - Refutación de los órganos de los sentidos y los objetos existentes de manera verdadera, Capítulo 14 - Refutación de las concepciones extremas, Capítulo 15 - Refutación de las características existentes de manera verdadera y, finalmente, Capítulo 16 - Refutación de los contraargumentos restantes.
En el colofón, Su Santidad leyó que el libro fue traducido al tibetano en la ciudad de Anupamapura, en Cachemira por el abad indio Suksmajana y el traductor tibetano Ba-tsap Nyi-ma-drak. A continuación, leyó unas líneas del comentario de Chandrakirti con el que había abierto la enseñanza.
Recordando que en otra enseñanza había enseñado la Carta a un amigo y la Sabiduría fundamental de Nagaryuna a petición del mismo grupo taiwanés, Su Santidad expresó su agradecimiento por el esfuerzo que habían realizado al viajar a Dharamsala para escuchar las enseñanzas. Les dijo que, para provocar una transformación interior, lo importante es practicar. Entre risas, dijo que él había cumplido con su parte al enseñar el texto, poner en práctica lo que habían aprendido era ahora responsabilidad de los estudiantes.