Bengaluru, Karnataka, India - Después de varios días de lluvia y cielos nublados, el sol brillaba hoy cuando Su Santidad el Dalái Lama atravesó Bengaluru en coche hasta la Facultad Nacional de Derecho de la Universidad de la India, una institución que ofrece educación jurídica y política a nivel de licenciatura y de posgrado. Fue recibido por el Vicerrector, el Dr. R Venkata Rao y por otros miembros facultativos antes de ser escoltado a un salón lleno de 400 estudiantes y profesores.
El Vicerrector invitó al Profesor de Derecho, Dr. Vijayakumar, a presentar a Su Santidad. Refiriéndose a sus primeros años en el Tíbet, se centró en sus esfuerzos por introducir la democracia en la comunidad tibetana y por alcanzar un acercamiento pacífico en relación con China en el Tíbet. También esbozó los compromisos de Su Santidad de concienciar a la gente sobre el papel de los valores humanos en la búsqueda de la felicidad, el fomento de la armonía interreligiosa, la preservación del idioma y la cultura tibetanos y la protección de la delicada ecología del Tíbet.
Su Santidad comenzó su discurso diciéndoles a sus oyentes:
«Por lo general hago hincapié en que soy sólo uno entre 7 mil millones de seres humanos, que son física, mental y emocionalmente iguales. Todos queremos ser felices. No queremos enfrentarnos a problemas. Y tenemos derecho a ser felices.
»La comodidad física nos da una satisfacción temporal a nivel sensorial. Pero si tenemos paz mental, no importa qué molestia física ocurra, no nos molestará. La alegría es algo que tiene lugar a nivel mental. Es lo mismo para todos nosotros, tanto si tenemos en cuenta las diferencias superficiales de nacionalidad, raza, color, religión y demás que haya entre nosotros, como si no.
»Cuando visité Sudáfrica, fui a conocer a la gente que vivía en Soweto. Los felicité por las oportunidades que tenían ahora con la nueva constitución democrática. Uno de ellos, que dijo ser profesor, agachando la cabeza, me dijo: 'Pero no podemos competir con estos blancos porque nuestros cerebros no son tan buenos'. Me sorprendió. Le mostré mi desacuerdo. Le dije que cualquier especialista en cerebros le diría que no hay diferencias entre los cerebros de los blancos y los negros. Finalmente cedió con un suspiro.
»Nosotros los tibetanos hemos sufrido prejuicios similares por parte de los funcionarios chinos que nos consideran incultos y aborregados por la fe ciega. Sin embargo, la experiencia demuestra que cuando hacemos el esfuerzo, los tibetanos somos tan capaces como los chinos. La clave es tener confianza en uno mismo. Con frecuencia animo a las personas que intentan mejorar, a que mantengan su confianza y trabajen duro.
»Los problemas surgen cuando prestamos demasiada atención a las diferencias secundarias entre nosotros. La solución no se encuentra en la adquisición de dinero o armas, sino en el cultivo del sentido de la unidad de la humanidad. Le digo esto a la gente cada vez que tengo la oportunidad.
»También le digo a la gente de todo el mundo que en la India, el país más poblado del mundo, muchas tradiciones religiosas conviven felizmente, dando un ejemplo que otros harían bien en seguir».
Repitiendo lo dicho cuando fue presentado, Su Santidad mencionó que no sólo se ha retirado de la responsabilidad de los asuntos temporales del Tíbet y la ha transferido a un liderazgo electo, sino que también ha puesto fin a que cualquier futuro Dalai Lama asuma tal papel. Sin embargo, dejó clara su preocupación por el medio ambiente natural del Tíbet, no sólo por consideración a los tibetanos, sino también a los más de 1.000 millones de personas de toda Asia que dependen del agua de los ríos que nacen en el Tíbet.
En lo que respecta a la cultura tibetana, Su Santidad mencionó que antes de que tomaran contacto con el budismo, los tibetanos eran en su mayoría guerreros nómadas. Después de que el emperador tibetano invitó a Shantarakshita, uno de los principales eruditos de la Universidad de Nalanda, para establecer el budismo, las cosas cambiaron. Era un buen monje, así como un filósofo docto y un lógico agudo. Como resultado de sus esfuerzos, toda la tradición de Nalanda sobrevive hoy en día sólo entre los tibetanos que la han mantenido viva a través de un estudio y una práctica rigurosos. Una consecuencia es que los científicos modernos están ansiosos por aprender el modo como los antiguos textos indios describen el funcionamiento de la mente y de las emociones.
Su Santidad dijo a los estudiantes que, aunque él y muchos de sus profesores pertenecen al siglo XX, una época que ya ha pasado, ellos pertenecen al siglo XXI y tienen el potencial de dar forma al futuro del mundo. Si lo intentan, pueden lograr que en las próximas décadas el mundo sea un lugar más feliz y pacífico.
«Mi trabajo es hablar —se burló de ellos—. Pero el suyo es actuar y provocar el cambio».
En respuesta a las preguntas de los estudiantes, dijo a uno de los que preguntaba sobre el uso de drogas entre los jóvenes que una mejor comprensión del funcionamiento de la mente y las emociones era una solución más eficaz a los problemas. Cuando otro quiso saber qué es lo que hace al Dalái Lama diferente de otras personas, Su Santidad respondió que él sólo se considera a sí mismo como otro ser humano y que cuando está enfermo su médico también lo trata de esa manera.
Al responder a un estudiante preocupado por lo que se ha hecho por los tibetanos, Su Santidad explicó que unos 80.000 lo siguieron al exilio en 1959. Muchos se habían reasentado en Karnataka, donde también se han reestablecido los principales monasterios. Le dijo que el espíritu tibetano sigue siendo fuerte entre los que han permanecido en el Tíbet. En 1979 se abrió el contacto con Deng Xiaoping, pero terminó después del incidente de Tiananmen en 1989. Sin embargo, dijo que incluso bajo un sistema totalitario el cambio sigue teniendo lugar.
Como respuesta a una pregunta sobre cómo reconciliar una vida espiritual con una vida emocional, Su Santidad dejó claro que sólo el budismo enseña una teoría «anatman», que a pesar de las apariencias, tanto las personas como los objetos carecen de existencia intrínseca. Le explicó que analizar esta realidad durante más de 60 años había tenido un profundo impacto en sus emociones destructivas. En estos días, dijo, apenas tiene sentido de la ira o el apego. Esto es el resultado directo de un análisis persistente, no por una mediación no conceptual, ni porque su mente se haya embotado.
La risa corrió por la sala cuando un joven le preguntó al Dalái Lama, «¿Cuál es el propósito de la vida?» Su Santidad le dijo que era encontrar la felicidad.
«No tenemos ninguna garantía de que seremos felices, sólo esperamos serlo. Esperamos superar cualquier problema que nos encontremos y si perdemos la esperanza nos desesperamos. La felicidad se correlaciona con la paz mental y una clave para ello es la calidez de corazón. El desarrollo de la compasión trae coraje y confianza en nosotros mismos; la calidez de corazón y la inteligencia traen paz a la mente».
El Vicecanciller subió al podio para expresar su agradecimiento a Su Santidad por su discurso. Solicitó al Dr. TV Subba Rao que propusiera un voto formal de agradecimiento. Expresó su agradecimiento a los doctores Venkata Rao y Vijayakumar por organizar la visita de Su Santidad y reconoció su labor a todas las demás personas que habían contribuido a su éxito. También dio las gracias a los estudiantes por venir a escuchar y hacer sus propias preguntas. Finalmente, agradeció a Su Santidad por su charla, que resumió como un consejo...
«Si quieres encontrar la alegría en ti mismo, dale alegría a los demás».