Saitama, Japón - Su Santidad el Dalái Lama salió de Kanazawa hacia Omiya esta mañana en un tren bala después de pasar dos días de descanso en la casa de un viejo amigo japonés.
Desde Omiya, condujo a través del campo directamente a la Universidad Médica de Saitama. A su llegada fue inmediatamente a ofrecer sus condolencias a la familia de Maruki Kiyohiro, Presidente de la Universidad, que ha fallecido recientemente.
El padre de Maruki Kiyohiro, Maruki Kiyomi, fue el fundador de la Universidad y del Hospital Médico de Saitama, e invitó a los primeros cinco tibetanos a estudiar en Japón en 1965. Posteriormente, un total de 21 tibetanos vinieron a Japón bajo el programa de becas que él estableció.
Después de almorzar con los altos funcionarios de la Universidad y el hospital, Su Santidad se dirigió al nuevo campus donde fue calurosamente recibido por los miembros de la universidad, algunos de los estudiantes tibetanos originales y sus familias estaban entre ellos. En el escenario, fue recibido formalmente por Maruki Kiyoyuki, nieto del fundador, quien le recordó que esta era su tercera visita a Saitama y que habían pasado 49 años desde que su familia había entrado en contacto por primera vez con el pueblo tibetano. Agradeció a Su Santidad por tomarse el tiempo de venir a hablar con ellos.
Su Santidad comenzó por rendir homenaje a las tres generaciones de la familia Maruki que se han hecho amigas suyas y prosiguió:
«Quien nace, siempre ha de morir. El tiempo avanza constantemente, por eso las cosas cambian. Sabemos que todos los que nacen tienen que morir, pero lo importante es que mientras estamos vivos debemos dar sentido a nuestras vidas.
»El señor Maruki y su hijo, que acaba de fallecer, prestaron un gran servicio a los demás, especialmente al pueblo tibetano. Poco después de que nos exiliáramos, muy pocos sabían lo que había sucedido en el Tíbet. En ese momento, el señor Maruki mostró una gran amabilidad con los tibetanos, que siempre recordaremos con gratitud.
»Maruki Kiyoyuki representa aquí la tercera generación de esta familia que ha mostrado su preocupación por el pueblo tibetano. Me gustaría agradecerle su promesa de continuar apoyándonos como lo hicieron su padre y su abuelo antes que usted».
Destacando la importancia de la compasión, continuó:
»A pesar de la gran variedad de idiomas en este planeta, los 7 mil millones de personas hablan de la importancia de la compasión. Es algo que todo el mundo aprecia, incluso los animales. Cuando conocemos a alguien que es verdaderamente compasivo nos sentimos felices y queremos ser sus amigos, pero cuando conocemos a gente que está enfadada queremos alejarnos de ellos.
»Durante los últimos 30 años he mantenido conversaciones con científicos y una cosa que han revelado recientemente es la evidencia de que nuestra naturaleza humana básica es compasiva.
Los niños pequeños son naturalmente compasivos y amables con los demás. Pero gradualmente, a medida que crecen, se centran en diferencias secundarias como el color, la nacionalidad, la economía y la educación. Creo que esto ocurre porque nuestro sistema educativo pone demasiado énfasis en el desarrollo material sin prestar suficiente atención a los valores humanos».
Su Santidad mencionó los resultados positivos que se están viendo en dos ciudades de los EE.UU. que se han declarado ciudades de la bondad. También se refirió a un proyecto en curso para desarrollar un plan de estudios destinado a inculcar y reforzar los valores humanos en los estudiantes que lo siguen.
Dirigiéndose a los estudiantes de medicina en particular, Su Santidad dijo que cuando se trata de atender a los enfermos, mostrarles amabilidad es tan importante como su formación médica. Citando su propia experiencia, dijo que cuando tiene que buscar tratamiento, si los médicos o enfermeras son amables se siente a gusto, pero si, como sucede a veces, se le aplica una inyección de forma mecánica, sin preocuparse por él como ser humano, se siente aprensivo.
«Ustedes los japoneses deberían sonreír más —bromeó—. Como seres humanos necesitamos mostrarnos el simple calor humano».
Entre las preguntas del público, un estudiante preguntó cómo lidiar con los sentimientos de desánimo y con el estrés de la competencia. Su Santidad le dijo,
«Necesitas aumentar tu propia confianza en ti mismo. La competencia puede darnos el estímulo para tener éxito».
Un médico le dijo a Su Santidad que su problema era que a menudo se sentía incapaz de decidir si sería mejor hacer esto o aquello. Su Santidad le aconsejó que se apoyara en personas de su confianza y que discutiera esas cuestiones con ellas. Le recomendó que mantuviera una actitud positiva. Del mismo modo aconsejó a un psiquiatra que animara a sus pacientes a ser optimistas. Para ello es importante ver las cosas desde una perspectiva más amplia. Dijo que cuando nos centramos únicamente en el problema que enfrentamos, esto puede ser abrumador. Tomar una perspectiva más amplia a menudo revela soluciones.
Un largo viaje desde Saitama llevó a Su Santidad a Narita, cerca del aeropuerto internacional, donde pasará la noche antes de volar de vuelta a la India mañana. Llegará a Dharamsala el 28 de noviembre.