Calcuta, India – Esta mañana, en su homilía a unos 150 tibetanos —vendedores de suéteres, estudiantes y monjes—, Su Santidad el Dalái Lama comentó que conocía Calcuta desde su infancia. Los tibetanos que habían estado en la ciudad le habían descrito sus lugares de interés. Luego, en su primera visita a la India en 1956, pudo conocer por sí mismo la ciudad.
«Desde 1959, nosotros los tibetanos como refugiados hemos sido capaces de dar a conocer nuestra cultura al mundo. Dondequiera que vivamos, ya sea en la India, Europa, Australia o América, hemos mantenido nuestra identidad y compartido el espíritu de ser tibetanos. Los que vivimos en el mundo libre representamos a los que viven en el Tíbet. Estoy agradecido a todos los tibetanos por mantener vivo ese espíritu.
»Poco después de llegar a la India, con la ayuda del Gobierno de la India, establecimos escuelas para nuestros hijos. Después de eso, en los asentamientos del sur de la India, reestablecimos nuestros centros de aprendizaje donde hemos mantenido viva la tradición Nalanda, que nos trajeron Shantarakshita en el siglo VIII y Atisha en el XI, ambos procedentes de donde estamos ahora, Bengala. Una de las características de la Tradición Nalanda es su base en el razonamiento y la lógica. De hecho, Buda aconsejó, 'Monjes y eruditos, tal como examináis bien el oro quemándolo, cortándolo y raspándolo, es así como debéis aceptar mi palabra, no por respeto a mí'».
Su Santidad destacó el valor del idioma tibetano como medio para expresar con precisión la psicología, el razonamiento y la lógica de lo que Buda enseñó. Recordó a sus oyentes que es el idioma del Kangyur y Tengyur, el conjunto de la literatura budista traducida principalmente del sánscrito.
Mientras se preparaba para dirigir una sencilla ceremonia para generar la mente del despertar o bodichita, Su Santidad explicó que cuando se trata del Buda, el Dharma y la Sangha, es esencial entender lo que es el Dharma. Esta es la base para tener una mejor comprensión del Buda y de la Sangha. Dijo que para entender el Dharma hay que tener alguna idea de lo que significa la vacuidad. No solo una idea nihilista, sino conocer el significado de que todo lo que existe surge en dependencia de otros factores y por lo tanto está vacío de existencia intrínseca. Esto corresponde a la física cuántica que afirma que las cosas no tienen existencia objetiva.
Su Santidad animó a los estudiantes del público a no olvidar su idioma tibetano, sino a esforzarse por mantenerlo. Les recomendó que prestaran atención a la filosofía y psicología budista de una manera académica, no necesariamente desde un punto de vista religioso.
Buda enseñó las dos verdades, la convencional y la última, que se refieren a la diferencia entre la apariencia y la realidad. Cuando en el Sutra del Corazón dice ¡la forma está vacía!, significa que la forma no tiene existencia intrínseca o inherente. Existe en dependencia de otros factores. Sobre la base de estas Dos Verdades, Buda enseñó las Cuatro Nobles Verdades sobre el sufrimiento y su origen, su cese y el camino para lograrlo. Su Santidad comentó que quedó muy claro en uno de los versos del Elogio a los Diecisiete Maestros de Nalanda:
«Al comprender el significado de las dos verdades —el modo en que las bases existen—, nos cercioramos, por medio de las cuatro verdades, de cómo llegamos a la existencia cíclica y de cómo la dejamos. Conducida por una cognición válida, nuestra fe en los tres refugios será firme. Bendecidme para que plante la raíz del camino a la liberación».
En esta ocasión Su Santidad vino a Calcuta por invitación de la Cámara de Comercio de la India. Unos 250 miembros e invitados le dieron la bienvenida. Una vez que encendió la lámpara inaugural, se sentó a hablar con ellos.
«Siempre comienzo mis charlas saludando a la audiencia como hermanos y hermanas, porque así es como me siento con relación a los siete mil millones de seres humanos que viven hoy en día. Cada uno de nosotros nació de nuestra madre y en nuestra más tierna infancia disfrutamos de su afecto. Esa es la semilla que nos permite mostrar afecto a los demás. Los científicos han comprobado que nuestra naturaleza humana básica es compasiva. Como animales sociales, todos poseemos el sentimiento de la compasión, pero tiende a permanecer dormido. Necesitamos tener un sentimiento de unidad de la humanidad, un sentimiento de que todos somos como hermanos y hermanas, para despertarlo. Como ser humano, me comprometo a animar a la gente a valorar este aspecto.
»Como monje budista, estoy comprometido a fomentar la armonía religiosa. La India es un vívido ejemplo de que las tradiciones religiosas pueden convivir juntas. Las tradiciones autóctonas como los Samkhyas, Jainistas, variedades de Hinduismo, Budismo y más tarde el Sikhismo, han vivido durante siglos en paz junto con el Zoroastrismo, el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam, que son tradiciones que se originaron en otros lugares.
»Como tibetano, me he retirado de la responsabilidad temporal desde que elegimos líderes de manera democrática en 2001 y 2011. También he puesto fin a la tradición de que los Dalái Lamas ocupen esta posición en el futuro. Esta costumbre estaba relacionada con el feudalismo, ahora está desfasada y es hora de cambiarla. Por cierto, siento lo mismo sobre el sistema de castas, la clasificación de algunas personas como intocables, mientras que otras son privilegiadas. Esto también es anticuado y antidemocrático. Es hora de que se cambie.
»Me comprometo a llamar la atención sobre la necesidad de proteger el medio ambiente natural de la meseta tibetana. Esto es de importancia no sólo para los tibetanos, sino también para los mil millones de personas que en toda Asia dependen de los ríos que nacen en el Tíbet para abastecerse de agua.
»Además, me interesa mantener vivo nuestro patrimonio cultural tibetano. En el pasado, vosotros los indios erais nuestros gurús y los tibetanos éramos vuestros chelas o estudiantes. Lo que aprendimos de vosotros sobre filosofía y psicología, sobre el funcionamiento de la mente y las emociones, y los usos del razonamiento y la lógica, sigue siendo relevante y útil en el mundo actual».
Su Santidad explicó su convicción de que el mundo se enfrenta a una crisis moral. Muchos de los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día se deben a que carecemos de principios morales, carecemos de compasión. Una de las razones es que la educación moderna está orientada a objetivos materiales, dejando poco tiempo para los valores internos. Sugirió que si realmente creyéramos que los otros seres humanos son como nuestros hermanos y hermanas, no podríamos dejar que los niños y niñas murieran de hambre, ni quedarnos quietos mientras las personas se matan entre sí, como lo están haciendo hoy en día.
Observó que en la India ya existe el conocimiento de cómo tratar la raíz de estos problemas abordando nuestras emociones negativas. Su Santidad tiene grandes esperanzas en la capacidad de este país para combinar la educación moderna con su antigua comprensión del funcionamiento de la mente y las emociones.
«Por lo tanto —dijo—, dedicaré el resto de mi vida a recuperar la comprensión de los antiguos conocimientos de la India en este país y tratar de promoverlos a través de la educación».
El público sonrió en agradecimiento mientras aplaudía las palabras de Su Santidad.
Respondió a las preguntas que le hicieron sobre la inteligencia artificial expresando su duda de que algún día pudiera superar a la inteligencia humana. Señaló además que para que el siglo XXI fuera más pacífico que el siglo que le precedió, sería necesario mejorar las viejas formas de pensar, para renunciar a la inclinación a enfrentar los problemas y conflictos con el uso de la fuerza. Se requiere un enfoque más humano. Esto concuerda con la larga tradición de la India de ahimsa o no violencia. Sugirió que un objetivo a largo plazo debería ser un mundo desmilitarizado. «No ocurrirá de inmediato —dijo— pero es a lo que debemos aspirar».
Su Santidad señaló que en un mundo cada vez más globalizado, las fronteras nacionales tienen menos importancia que antes. Comentó que el gobernador de California, Jerry Brown, le dijo que las fronteras nacionales no se ven en ninguna parte cuando este planeta azul se ve desde el espacio. Reiteró su admiración por el espíritu de la Unión Europea, la anteposición de un interés europeo común al de los estados individuales. Citó el hecho de que, en un precedente histórico, la paz ha prevalecido entre los miembros de la UE durante los últimos 70 años.
Cuando le preguntaron cómo aplicar los consejos de Buda en la vida moderna, Su Santidad recordó una conversación con un Swami en Bangalore en la que coincidieron en que las tradiciones budistas e hindúes tienen en común la ética, la concentración y la sabiduría —shila, shamatha y vipashyana—. Pueden diferir en su postura hacia atman y anatman, pero eso es una cuestión de práctica personal. Muchas tradiciones hindúes implican una transformación interior que Su Santidad ha descrito como el cultivo de la higiene emocional.
Mientras que hay evidencia de que la ira, el odio y el miedo constantes socavan nuestro sistema inmunológico, la bondad de corazón y una actitud compasiva provocan sonrisas.
Después de las palabras formales de agradecimiento, Su Santidad tuvo unas últimas palabras para los asistentes:
«No creáis que no podéis hace gran cosa. El cambio siempre comienza con un individuo motivado, que luego influye en otros diez, que a su vez pueden influir en otros diez, así es como se difunden las ideas y se produce el cambio».
Más tarde, después de un almuerzo rápido, Su Santidad se trasladó al aeropuerto de Calcuta para volar a Delhi, desde donde mañana regresará a Dharamsala.