Leh, Ladakh, J&K, India - Esta mañana, Su Santidad caminó hasta la puerta del complejo de Shiwatsel Phodrang, después de saludar a las docenas de personas que, dondequiera que él vaya, se congregan para ver su sonrisa, escuchar sus palabras de consuelo o sentir la tranquilidad que desprende, y después subió a un coche para trasladarse hasta el pabellón de las enseñanzas en el extremo más alejado del complejo. Miles de personas se dirigieron al camino para saludarlo. Más cerca del pabellón lo esperaban para darle la bienvenida mujeres de la localidad con sus mejores galas, percusionistas, trompetistas, y monjes con sus trompetas y con una sombrilla ceremonial. Justo antes de entrar en el edificio, pasó un par de minutos consolando a los enfermos crónicos tibetanos.
Una vez dentro del pabellón, presentó sus respetos a la estatua de Buda, hizo señas a varios viejos amigos mientras descendía por el borde del escenario, y saludó a la multitud de aproximadamente 40.000 personas desde el centro y desde ambas esquinas. Después de saludar a los lamas y monjes a su derecha, tomó asiento. Los niños de la escuela pública de Ladakh que habían estado demostrando sus habilidades en el debate se sentaron y los estudiantes del Instituto Central de Estudios Budistas comenzaron un melodioso canto del Sutra del Corazón en sánscrito.
«Vamos a continuar estas enseñanzas desde donde las dejamos el año pasado —explicó Su Santidad—. Terminamos entonces los tres primeros capítulos de la Guía de la Forma de Vida del Bodisatva, así que empezaremos ahora con el Capítulo 4, La Cautela. El autor, Shantideva, fue un gran maestro de Nalanda, un seguidor de Nagaryuna. Recibí esta enseñanza del maestro Kinnauri Tenzin Gyaltsen, quien me aseguró que desde que este libro fue escrito en el siglo VIII no se había redactado una explicación más amplia de cómo cultivar la mente del despertar o la bodichita. Me lo explicó en 1967 y ha sido muy beneficioso para mi mente. Me dijo que sería bueno que pudiera enseñárselo a otros tan a menudo como fuera posible.
»Mucha gente se ha reunido aquí, no por entretenimiento, negocios, o por una reunión política, sino por una enseñanza espiritual. ¿Qué significa eso? Aquí en el siglo XXI, los 7.000 millones de personas que viven hoy en día quieren ser felices y no sufrir. Todos somos iguales en eso. Muchos buscan consuelo en la religión, pero mil millones declaran que no tienen ningún interés en ella incluso dicen que la religión es explotadora e innecesaria. Todas las tradiciones religiosas elogian la práctica del amor y la compasión, que son una fuente de paz y felicidad, y advierten de los defectos de las emociones destructivas como la ira y los celos.
»Los científicos dicen que tienen evidencia de que aquellos que cultivan el amor y la compasión tienen mayor paz mental, mientras que la ira y el miedo constantes nos hacen sentir incómodos y son malos para la salud. El sentido común también nos dice que las personas que sienten amor y compasión son pacíficas y felices. Aquellos abrumados por emociones destructivas como los celos y la competitividad sienten que el mundo entero es su enemigo. Es fácil ver que el amor y la compasión ganan la confianza de la gente y que la confianza gana amigos. Del mismo modo, la honestidad y la sinceridad son la base de la justicia.
»El desarrollo económico por sí solo no es una solución a los problemas a los que nos enfrentamos, ni tampoco lo es el uso de la fuerza. La paz en el mundo depende de que las personas, las familias y las comunidades logren la paz mental. No se puede comprar. Necesitamos cultivar esos valores internos que contrarrestan nuestras emociones destructivas».
Al ver que los estudiantes de la Escuela Pública de Ladakh que habían debatido antes no tenían protección contra el sol abrasador, Su Santidad los invitó a sentarse a la sombra a los pies del trono. Señaló que no podemos ignorar lo que le sucede a los demás, si es que hay algo que se pueda hacer. Añadió que hoy en día la gente educada reconoce cada vez más que la indiferencia complaciente del sufrimiento de los demás refleja una falta de ética.
«Desde que se estableció el budismo en el Tíbet, durante más de 1000 años, —dijo Su Santidad— hemos mantenido vivas las tradiciones que recibimos. Hoy en día, les digo a mis amigos e intelectuales indios que recuperar el antiguo conocimiento indio de la mente y las emociones sería relevante y valioso.
»Estoy aquí hoy para dar enseñanzas budistas. Buda dijo claramente que la mente puede ser dominada y que cuando se controla esto conlleva la felicidad. También se dice que los Budas no lavan con agua los actos impuros, ni eliminan los sufrimientos de los seres con sus manos. Tampoco traspasan su propia realización a otros. Ellos liberan (a los seres) enseñando la verdad de la talidad».
Para seguir con la Guía de la Forma de Vida del Bodisatva, Su Santidad reanudó su lectura en el capítulo 4, que trata de la cautela, el sentimiento de que una vez que se ha decidido a hacer algo, hay que llevarlo a cabo. Señaló que los primeros versículos se refieren al valor de una preciosa vida humana dotada de ocio y oportunidad, y cómo, puesto que los objetos funcionales son transitorios, puede perderse fácilmente.
Más adelante, el texto pregunta: «¿cómo me convertí en esclavo de las emociones negativas? Las emociones negativas y destructivas son comparables a espíritus intrusivos», lo que indujo a Su Santidad a señalar que la mejor manera de evitar tales interferencias es cultivar la compasión.
Su Santidad advirtió que cuando el texto dice:
«Por eso debo enfrentar mis aflicciones
siempre sin volverme atrás.
Debo aferrarme a esto y, con rencor
presentarles batalla a las aflicciones».
«Ya sea que me quemen hasta la muerte
o me corten la cabeza, de ningún modo,
me doblegaré ante los enemigos
que son las aflicciones. Asimismo,
en toda circunstancia, me atendré
a hacer lo que sea conveniente».
Al llegar al final del capítulo 4, Su Santidad paró para almorzar, y prometió continuar su lectura mañana.