Leh, Ladakh, J&K, India – Esta mañana, mientras Su Santidad el Dalái Lama se trasladaba desde el Shiwatsel Phodrang hacia Leh, los simpatizantes una vez más se alineaban en el camino con bufandas blancas en sus manos juntas y sonrisas alegres en sus rostros. Incluso las personas que trabajaban en la carretera dejaron su tarea para saludarlo a su paso.
En la escuela pública de Ladakh, en la periferia de Leh, Su Santidad fue recibido por el fundador de la escuela y presidente de la junta escolar, Noney P. Wangchuk. Niños pequeños, sus rostros la viva imagen de admiración y afecto, bordeaban el camino hasta el espacioso auditorio, donde 1600 estudiantes esperaban a su invitado de honor.
El director P.C. Belwal presentó a Su Santidad a los asistentes, y el presidente de la junta directiva relató una breve historia de la escuela. Explicó que desde que se fundó en 1991 como jardín de infancia había crecido y que ahora ofrece una educación amplia y actualizada hasta el décimo grado. El éxito de la escuela se refleja en el hecho de que algunos de sus estudiantes obtienen una puntuación de 100 en sus exámenes de matemáticas. Entre las innovaciones recientes del plan de estudios figuran el estudio del tibetano, la dialéctica y el debate, así como los estudios sobre el medio ambiente. En 2012 el director P.C. Belwal fue reconocido por el CBSE de Delhi como mejor profesor y director.
Antes de que los estudiantes ofrecieran una demostración de sus habilidades, una estudiante se puso de pie y explicó que el propósito del debate era agudizar la mente, hacerla más sabia y estable. Dos grupos de estudiantes dieron una animada demostración de sus habilidades dialécticas.
«Me gustaría saludar a todos los aquí presentes —comenzó diciendo Su Santidad— al personal y a los estudiantes de esta escuela y a los estudiantes que han venido de otras escuelas. Como acaba de decirnos el presidente, la escuela tiene un buen programa y planes ambiciosos. Gracias por vuestra entusiasta presentación de debate.
»Dentro el contexto del desarrollo que la humanidad ha logrado en los últimos 3000 años, la educación es muy importante. He estado viniendo a Ladakh desde los años 60 y durante ese tiempo la región ha logrado un gran desarrollo, sobre todo en educación.
»Ahora, en el siglo XXI, si usáramos las armas que poseemos, podríamos destruir el mundo. Este es un riesgo real. Hemos dañado el medio ambiente y los efectos del cambio climático aumentan día a día. El mundo de hoy parece estar acosado por muchos problemas y los que hoy pertenecen a la generación más joven serán los responsables de resolver muchos de ellos. Es por eso que los estudiantes como vosotros sois nuestra esperanza para el futuro.
»A pesar de muchos acontecimientos positivos, el siglo XX fue una época de derramamiento de sangre. Si seguimos comportándonos como entonces, nos enfrentaremos a las mismas consecuencias. Ahora, en este nuevo siglo, tenemos que pensar en cómo proteger el futuro del mundo y el bienestar de toda la humanidad. Si nos esforzamos ahora podemos crear una humanidad más solidaria. Si seguimos como antes, tendremos serios problemas.
»Es una falta de visión pensar sólo en los intereses de tu propio país sin tener en cuenta a toda la humanidad. Observamos como existe violencia en nombre de la religión y una creciente brecha entre ricos y pobres. Mientras que algunas personas en algunos lugares están bien, en otras partes del mundo hay personas que se mueren hambre. No debemos pensar que la forma de vida a la que nos hemos acostumbrado seguirá siendo aceptable, tenemos que re-evaluarla. Tenemos que considerar cómo construir un mundo más feliz y pacífico.
»Algunos de los problemas del siglo XX surgieron por una tendencia equivocada de resolver los problemas por la fuerza. Había demasiada violencia. Tenemos que preguntarnos si la ira y la violencia son realmente parte de la naturaleza humana. Puede parecer que sí, pero si lo observamos cuidadosamente, está claro que nuestra naturaleza humana básica es compasiva.
»Dejadme que os haga una pregunta, ¿preferís que la gente os sonría o que frunza el ceño con ira?».
Los estudiantes respondieron al unísono: «Que sonría».
«No hay nada religioso en esto. Es un reflejo de nuestra naturaleza, nuestra forma natural de apreciar el amor y la compasión. Como animales sociales necesitamos afecto. Aunque la ira es parte de nuestro mapa de emociones, es muy destructiva. Por otro lado, el amor y el afecto hacen más felices a los individuos, las familias y las comunidades».
«Ha llegado el momento —dijo Su Santidad— de que la educación haga madurar nuestra naturaleza humana y nuestros valores interiores. Para ello, podemos confiar en el sentido común, en nuestra experiencia común y en los hallazgos científicos. Mi generación está ya en declive, pero vosotros que pertenecéis al siglo XXI, estáis en el comienzo de vuestras vidas. Tenéis la oportunidad de ver una humanidad más feliz en un mundo más pacífico. No penséis sólo en Ladakh, pensad en la India y en el resto del mundo. Pensad en ahimsa, que es la ausencia de violencia motivada por karuna o la compasión. Ambas son parte del tesoro del patrimonio de la India.
«A largo plazo, creo que la India puede contribuir al bienestar de toda la humanidad sobre la base de ahimsa y karuna. Por eso estoy fomentando la recuperación de la comprensión del funcionamiento de la mente y las emociones derivadas del antiguo conocimiento indio».
Su Santidad señaló que, aunque Ladakh es principalmente una sociedad budista, los hermanos y hermanas musulmanes también tienen un papel importante. Señaló que vivir en un entorno inclusivo y pluralista ha fomentado la tolerancia general y una mentalidad abierta.
Su Santidad mencionó que para estar físicamente bien necesitamos estar mentalmente en paz. Dijo que la ira y el miedo constantes socavan nuestra salud. Para animales sociales como nosotros, dijo, la amistad es importante. La amistad se desarrolla sobre la base de la confianza y la confianza se produce cuando mostramos una preocupación genuina por el bienestar de los demás. Esta es la razón por la que la enseñanza de los valores humanos básicos y la comprensión del funcionamiento de nuestras mentes y emociones deben formar parte de nuestra educación general.
Su Santidad explicó que no sólo somos seres físicos, sino que poseemos una mente y que la educación debería ayudarnos a aprender más sobre ella. Dijo a los estudiantes que aprender tibetano, como han empezado a hacer, les permitirá leer las obras de los maestros de Nalanda que tratan estos temas directamente. Repitió que hoy en día incluso los científicos están interesados en lo que estos maestros pueden aportar.
Concluyó recordando una vez más a los estudiantes que su generación tiene la oportunidad y la responsabilidad de construir un mundo más feliz y pacífico, teniendo en cuenta la unidad de la humanidad.
Al dar la transmisión de la popular alabanza a Manjushri, el bodisatva que encarna la sabiduría, Su Santidad dijo a los estudiantes que cuando tenía su edad solía recitarla veinte veces al día y sentía que realmente ayudaba a agudizar su mente. También les enseñó el mantra ‘Om ara patsa na dhi’ de Manjushri explicándoles que recitarlo puede ayudar a desarrollar una sabiduría rápida, profunda, lógica, extensa y clara.
Cuando un estudiante preguntó cómo superar las emociones negativas, Su Santidad le explico lo que el psiquiatra estadounidense Aaron Beck le había dicho acerca de cómo el 90% de nuestro sentimiento de ira y la negatividad de aquellos con los que estamos enfadados es sólo una proyección mental. Cuando otro preguntó sobre el renacimiento, le habló sobre la continuidad de la conciencia y sobre cómo la conciencia más sutil no tiene ni principio ni fin.
Explicando la importancia de la paciencia y la tolerancia, observó que aunque puede parecer que la ira aporta energía, en realidad tiende a ser una energía ciega. La ira conduce fácilmente a la violencia, que a su vez provoca más violencia y así continúa sin fin. Su Santidad subrayó que la ira es un enemigo interno porque destruye nuestra paz mental. En este contexto se hace evidente que la paz en el mundo tiene que basarse en la paz interior.
Por último, cuando se le preguntó sobre el sistema de castas, Su Santidad dijo que Buda no dedicó tiempo a la discriminación de castas; se opuso a ese sistema.
«Siempre que tengo la oportunidad, animo a otros líderes religiosos a dejar claro a sus seguidores que el sistema de castas está anticuado. Todos como seres humanos somos iguales y siempre que sale la conversación lo subrayo. Las distinciones de casta parecen inapropiadas para esta era más democrática en la que vivimos».
Cuando dejó el escenario, Su Santidad posó para fotografías con los estudiantes que se habían reunido a su alrededor. Luego, mientras caminaba por el exterior del recinto, se detuvo para estrechar la mano y saludar a los estudiantes que se amontonaban en las ventanas para verlo. Antes de subir a su coche, se giró para despedirse.