Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Esta mañana, durante un evento organizado en el marco del Techfest IIT de Bombay, Su Santidad el Dalái Lama examinó los rostros de los veinte estudiantes que estaban en las pantallas frente a él, juntó sus manos y los saludó.
«Namaste. Me siento muy feliz de hablar con ustedes, porque la India ha mantenido los conceptos de "ahimsa" (la no violencia) y "karuna" (la compasión), durante miles de años. Muchos grandes pensadores indios han promovido estos principios. Respeto todas nuestras tradiciones religiosas y me comprometo a promover la armonía interreligiosa, pero la no violencia y la compasión tienen un fundamento lógico y son de utilidad práctica en el mundo de hoy. Son una expresión fundamental de la ética secular. Si las personas prestaran mayor atención a estos principios en su vida diaria, el mundo sería un lugar mejor.
»Es un gran honor para mí hablar con habitantes de este país, porque los tibetanos somos seguidores del antiguo pensamiento indio. Hace más de mil años, ustedes eran los 'gurús' y nosotros los 'chelas' o estudiantes. En el siglo VII el Rey del Tíbet tenía relaciones estrechas con China. Se casó con una princesa china, que trajo una importante estatua de Buda con ella y así introdujo el budismo en el Tíbet. Sin embargo, cuando hubo que encargar el diseño para la escritura tibetana, descartó los caracteres chinos y optó por basar el alfabeto tibetano en un modelo indio.
»En el siglo siguiente, el entonces rey tibetano quiso recurrir a fuentes indias para establecer el budismo en el Tíbet. El gran monje y erudito de la Universidad de Nalanda, Shantarakshita, sugirió que ya que los tibetanos tenían su propio lenguaje escrito, debían traducir la literatura budista india al tibetano.
»La tradición de Nalanda que se estableció en el Tíbet de esta manera se basó en un enfoque lógico. Esto era coherente con el consejo que el Buda daba a sus seguidores. Les pedía que no aceptaran sus palabras al pie de la letra, sino que las examinaran e investigaran. Hoy en día, 'ahimsa' y 'karuna' son relevantes y de beneficio universal para todo el mundo".
Su Santidad señaló que la India es una de las dos naciones más pobladas del mundo, y aun así en general su población vive en paz y las principales religiones viven en armonía entre sí. "Ahimsa" y "karuna", dijo, son la base de la felicidad. En el siglo pasado, Mahatma Gandhi demostró lo efectivo que puede ser adoptar una postura de no violencia. En el presente siglo, la India puede demostrar cuán efectivas pueden ser la no violencia y la compasión en las relaciones interpersonales.
Estas motivaciones pueden combinarse con la visión filosófica de que nada existe como parece. Su Santidad relató que el físico nuclear indio Raja Ramana le había dicho una vez que aunque la física cuántica parecía ser algo nuevo en Occidente, varias de sus implicaciones filosóficas se anticipaban en el pensamiento de Nagaryuna. Su Santidad terminó su charla introductoria confirmando que uno de sus compromisos personales es fomentar el resurgimiento del interés por los antiguos conocimientos indios en la India.
Invitó a la audiencia virtual de estudiantes de todo el mundo a formular preguntas. La primera se refería a la competitividad. Su Santidad aclaró que cuando la competitividad resulta en una expansión del conocimiento y un beneficio generalizado podemos pensar que es beneficiosa, pero que si se traduce en obstaculizar a otros en el caminio, podemos considerarla negativa.
Llamó la atención sobre la relación entre el bienestar físico y mental, señalando que encontrar la paz mental significa que no estás sujeto a la ansiedad y el miedo, pero no solo eso, sino que también tiendes a tener baja la presión sanguínea. Cuando tu mente está tranquila, experimentas menos estrés físico. La no violencia y la compasión conducen a la paz mental, que a su vez te proporciona bienestar físico. Por otro lado, una actitud egocéntrica atrae problemas, pero por suerte podemos contrarrestarla mediante el cultivo del altruismo.
Las cosas parecen existir de forma independiente desde su propio lado, pero aparecen así debido a varios factores, incluyendo nuestro propio punto de vista. El principio de pratityasamutpada (surgimiento dependiente) indica que los fenómenos surgen debido a muchos otros factores.
Su Santidad enfatizó no sólo la importancia de contentarnos con lo que tenemos, sino también el hecho de que los valores internos son más importantes y que, por ello, no tiene sentido que nos aferremos a las posesiones físicas.
Cuando se le preguntó cómo reconciliar la verdad absoluta con la verdad relativa, Su Santidad dejó claro que esto se relaciona con la diferencia enel modo en que las cosas parecen existir —de manera independiente desde su propio lado— y el modo en que realmente existen. Señaló que algunas escuelas de pensamiento indias se refieren a un yo que existe independientemente del cuerpo y la mente como «atman». Cuando hablamos de «mi cuerpo», «mi mente» o «mi vida» implicamos que hay un «yo» o «atman» que es el dueño. Sin embargo, las escuelas de pensamiento budistas no aceptan este concepto. Afirman «anatman»: la ausencia de un «yo» o «entidad» que exista de forma independiente.
Chandrakirti, un estudiante de Nagaryuna, fue directo en su afirmación de que nada existe como parece. Pensar profundamente en esto es una forma efectiva de reducir la ignorancia, que a su vez socava las emociones destructivas. Su Santidad declaró que en cuanto se despierta por la mañana recita unos versos de Chandrakirti que describen la realidad, pero que también fomentan el cultivo del altruismo. Encuentra esto una manera muy útil de comenzar el día.
Reiteró que la noción de surgimiento dependiente no es sólo una cuestión de conocimiento, sino que funciona como un arma efectiva para reducir las emociones negativas.
Su Santidad admitió que la actual pandemia es un problema grave, pero mencionó que las cosas cambian y nada permanece igual. Observó que el calentamiento global es también una seria amenaza para el bienestar humano. Habló de su preocupación por la ecología del Tíbet, porque los principales ríos de Asia se elevan en la meseta tibetana y si se secan, como algunos científicos han predicho que podría ocurrir, las consecuencias serán de gran alcance para un gran número de personas.
Elogió los desarrollos materiales y tecnológicos que han tenido lugar en todo el mundo. Sin embargo, advirtió de que tales desarrollos se están llevando a extremos, sin tener en cuenta sus efectos colaterales. Alentó a adoptar un enfoque más holístico.
Una pregunta sobre el pánico y la ansiedad llevó a Su Santidad a señalar la importancia de aprender más sobre nuestro mundo interior. Observó que existe un miedo cabal, pero que cuando el miedo es exagerado nos causa problemas. Recomendó la lectura de la Guía del Modo de Vida de los Bodisatvas de Shantideva. El capítulo seis explora lo dañina que puede ser la ira y lo positiva que es la paciencia. El capítulo ocho examina en detalle los inconvenientes del egocentrismo.
Necesitamos analizar los problemas que enfrentamos, investigar si pueden ser resueltos. Si pueden, entonces implementar la solución es lo que debemos hacer. Si no hay solución y no se puede hacer nada, tenemos que aceptar la situación. Preocuparnos por ello no nos servirá ás que para añadir angustia.
Su Santidad le dijo a un estudiante, que sentía que su inclinación a actuar por compasión era demasiado a menudo contraria a sus propios intereses, que somos animales sociales y que, desde el momento en que nacemos, nuestra vida depende de los demás. Sugirió que en este contexto, ayudar a los demás es en realidad la mejor manera de cuidar de nuestros propios intereses. Cuidar de los demás es cuidar de nosotros mismos.
Invitado a comentar la existencia de Dios, Su Santidad admitió que musulmanes, cristianos y judíos creen en Dios, un Dios creador caracterizado por su amor y amabilidad. Eso nos hace a todos, dijo, hijos de un Dios amoroso y, por lo tanto, hermanos y hermanas.
Su Santidad recordó un episodio divertido que tuvo lugar cuando estaba con su buen amigo el arzobispo Desmond Tutu. Tutu declaró que como cristiano practicante está deseando ir al cielo cuando muera. Lamentó que cuando llegue el momento, el Dalái Lama probablemente se vaya a otro lugar. Su Santidad comentó que algunas personas dijeron que querían seguir al Dalai Lama allá donde fuese, ya fuera al cielo o al infierno.
«Tengo un gran respeto por el cristianismo —añadió Su Santidad—. Pero no he encontrado una respuesta a por qué, en un mundo creado por Dios, hay tantos problemas. Me resulta más fácil entender la idea del karma, que supone que todo lo que nos pasa es el resultado de nuestras acciones. Ayudar a los demás trae resultados positivos; perjudicarlos es una fuente de sufrimiento».
Los organizadores de Techfest Bombay agradecieron a Su Santidad por participar en este encuentro. Su Santidad respondió que espera con interés el momento en que se relajen las restricciones relacionadas con la pandemia para poder visitar diferentes ciudades y conversar con los educadores indios sobre cómo combinar las ideas del antiguo pensamiento indio con la educación moderna.