Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - En cuanto Su Santidad el Dalái Lama tomó asiento esta mañana, Philip P. DiStefano, rector de la Universidad de Colorado, Boulder, le dio la bienvenida a una conversación sobre la compasión y la dignidad en las escuelas. Señaló la importancia de estas dos cualidades, y observó que el futuro depende de ellas. Cuando Su Santidad estuvo por última vez en Boulder, en 2016, se estaba plantando la semilla del Instituto Crown. Hoy, este instituto interdisciplinario se centra en el bienestar, la conexión y la comunidad. El rector concluyó: «Tanto si es usted profesor, padre u observador individual, espero que se sienta inspirado por la sabiduría compartida aquí esta noche».
A continuación habló Sona Dimidjian, directora del Instituto de Bienestar Renée Crown y profesora del Departamento de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Colorado Boulder. Declaró que las enseñanzas de Su Santidad han inspirado a las personas de todo el mundo a sentir curiosidad por los beneficios de la compasión en la educación. Mientras tanto, sus conversaciones con los científicos han inspirado nuevas investigaciones que han demostrado los impactos positivos del entrenamiento de la compasión.
Afirmó que ella y sus colegas habían querido crear un programa que profundizara en las prácticas para generar compasión como base de toda su enseñanza y para crear escuelas seguras, inclusivas y justas. Trabajaron en colaboración con educadores y expertos en la práctica de la compasión para diseñar un programa de un año de duración llamado Cultivar la compasión y la dignidad en nosotros mismos y en nuestras escuelas, en un esfuerzo por llevar la compasión a la corriente principal de la educación. Invitó a Su Santidad a hablar sobre la importancia de la compasión en la educación.
«Gracias —comenzó—, me hacen ustedes un gran honor al darme esta oportunidad de hablar sobre los valores internos. Es bastante sencillo; creo que todos los seres sensibles, de hecho todos los seres vivos de nuestro planeta, incluidas las flores y los árboles que según nuestra percepción no tienen conciencia, aprecian estar en paz. Quizá fue un ruso quien me dijo que si se regaña a una planta todos los días y se le habla con dulzura a otra similar, se desarrollan de forma diferente. En pocas palabras, si cuidamos las plantas, crecen bien. Si las descuidamos, se mueren.
»Todos los mamíferos de nuestro planeta quieren sobrevivir; y estar en paz es crucial para la supervivencia. La realidad es que nada más nacer, nuestras madres nos cuidan y nos tratan con compasión. Si fuera de otro modo, moriríamos. Poco a poco, a medida que crecemos, desarrollamos relaciones compasivas con los miembros de nuestra familia, que a su debido tiempo se extienden a otros miembros de la comunidad.
»En el pasado, una gran cantidad de violencia y matanzas han tenido lugar debido a la ira y al odio. Algunas personas pueden pensar que la ira aporta energía, pero sólo es eficaz a corto plazo. Hoy en día, los seres humanos desean la paz porque ésta es la base de la vida. Para desarrollar un mundo más pacífico también debemos mirar hacia dentro. Cuando nuestra mente está en paz, aunque estemos en una crisis y tengamos un arma a mano, no nos sentiremos inclinados a utilizarla.
»En última instancia, la base de la paz mental es la bondad amorosa. Todos los días, nada más levantarme, medito sobre la compasión, y eso me aporta paz y tranquilidad. No se trata sólo de estar libre de perturbaciones, sino de estar motivado por el amor y la compasión. La paz mental no es sólo un tema religioso; es la base de la supervivencia de la humanidad. Incluso los que nos atacan son seres humanos y merecen nuestra compasión.
»Aunque pueda parecer que la ira nos energetiza, si observamos más de cerca, veremos que es la paz interior la que nos aporta fuerza interior. La energía que aporta la ira no sólo es efímera, sino que termina siendo autodestructiva.
»Según mi experiencia, la práctica de la compasión es muy útil. Todo el mundo quiere vivir una vida pacífica y la compasión es un factor clave para cumplir ese deseo. Tanto si nos interesa promover nuestro propio bienestar como el de los demás, en el fondo necesitamos tener una intención altruista. Del mismo modo, tanto si nos preocupa el bienestar inmediato como uno a largo plazo, si somos capaces de cultivar una mente genuinamente altruista —un corazón bondadoso— a corto plazo sentiremos una sensación de paz en su interior. El beneficio a largo plazo se manifiesta en el bienestar físico y en una buena salud robusta.
»Ya sea en relación con el bienestar individual o con el bienestar de la sociedad, vemos que, cuando alguien cultiva activamente un corazón bondadoso, cambia la atmósfera a su alrededor. Por eso podemos decir que una intención altruista —un corazón bondadoso— es una fuente de bienestar general.
»Yo mismo, por la mañana temprano, me imagino al Buda en forma de estatua ante mí diciéndome las siguientes palabras:
»Cualquier alegría que haya en este mundo
viene de desear que los demás sean felices,
y cualquier sufrimiento que haya en este mundo
proviene de desear mi propia felicidad. 8/129
»Si no intercambio mi felicidad
por el sufrimiento de los demás,
no sólo no alcanzaré la budeidad,
tampoco en el samsara tendré felicidad. 8/131
»Por eso, yendo de felicidad en felicidad
montado en el caballo de la bodichita,
que elimina toda pena y fatiga,
¿qué sabio podría desanimarse? 7/30
»Si cultivamos un corazón bondadoso, a corto plazo nos aporta paz mental y un sistema inmunológico más resistente. En cambio, si nuestra mente está agitada y perturbada, no podremos ni siquiera disfrutar de la comida. Y si estamos muy enfadados, incluso podríamos tirar el plato en el que nos la sirven.
»Los versos anteriores proceden de un libro del maestro indio Shantideva. Los recito todos los días, incluida la siguiente estrofa:
»¿Hace falta decir más? Los infantiles se ocupan de sí mismos, los Munis obran por el bien ajeno: mirad la diferencia entre ellos». 8/130
Su Santidad comentó que incluso los animales aprecian la amabilidad. Si somo amables con un perro, éste mueve la cola. Si lo regañamos, la esconde. Sugirió que cuando somos jóvenes la amabilidad es crucial, pero a medida que crecemos, le vamos prestando menos atención. Esto es un error. Después de todo, el propósito de la educación debería ser contribuir a nuestra felicidad. Por lo tanto, deberíamos prestar más atención a la amabilidad.
Somos animales sociales que necesitan vivir juntos. Esa es la realidad. Los siete mil millones de seres humanos debemos vivir como hermanos y hermanas. Si sólo pensamos en la política, el dinero y las armas, nunca podremos resolver ninguno de nuestros problemas.
«Por lo tanto —concluyó Su Santidad— me dedico a promover la calidez de corazón en nuestro día a día. Esto lo que realmente debe importarnos».
Sona Dimidjian presentó a varios profesores y educadores que iban a hacer preguntas. Para empezar, Su Santidad reconoció la necesidad de tratar de mantener las buenas intenciones siempre de manera consciente. Señaló que la paciencia y la tolerancia, por ejemplo, derivan de la compasión, pero sólo son relevantes y eficaces cuando nos enfrentamos a dificultades. No nos hace falta ser pacientes cuando todo va bien. Por ejemplo, tampoco nos hace falta tomar medicamentos si no estamos enfermos.
Señaló que lo que nos impulsa a ser compasivos es reconocer el sufrimiento de los demás. El sufrimiento no puede eliminarse utilizando la fuerza y desplegando armas. Tenemos que cultivar una mente compasiva, y esto, la fuente de la paz interior, es lo que conducirá a un mundo más pacífico.
Además de estar ansiosos por aprender sus lecciones, Su Santidad observó que los estudiantes, simplemente como seres humanos, aprecian la compasión. Cuando sus profesores o profesoras revelan una actitud compasiva, combinada con un sentido de responsabilidad y preocupación por las perspectivas más amplias de sus estudiantes, éstos responderán positivamente. Sin embargo, si perciben que el profesor no tiene esa preocupación y que sólo se preocupa por ganarse un sueldo, estarán deseando que termine la clase para poder marcharse.
«Durante mis propias lecciones cuando era niño —recordó Su Santidad—, mi tutor me mostró una gran amabilidad. Y como resultado, quería pasar más tiempo con él. Esa calidez desempeña un papel fundamental para que nos sintamos felices y seguros.
»Si se me permite decirlo, el Dalái Lama es popular, no porque quiera serlo, sino porque las personas siempre ven una sonrisa en mi rostro. Siempre sonrío porque cultivo la calidez de corazón».
Su Santidad reiteró que si los profesores no sólo enseñan de acuerdo con el plan de estudios, sino que también se preocupan genuinamente por el bienestar de sus alumnos, florecerán relaciones estrechas entre ellos. Además, cuando un profesor está genuinamente dedicado a la mejora de la humanidad, naturalmente tratará a sus alumnos con dignidad.
En cuanto a la justicia y la compasión, en el pasado se hablaba menos de los valores internos. En su lugar, las personas caían en la desconfianza y en el uso de la fuerza. Pero el mundo ha cambiado y ahora hay un papel mucho más importante para la calidez de corazón. Las actitudes son más realistas y más maduras. Hay una comprensión más clara de la importancia de lograr la serenidad. También hay una mayor conciencia de que la naturaleza humana básica es ser compasivos. Alimentar una motivación más compasiva conduce a una mayor verdad y honestidad.
Al abordar las preocupaciones para hacer que toda una escuela sea más compasiva, Su Santidad repitió que, dado que la educación tiende a tener objetivos materialistas, necesita valorar e incluir también la calidez de corazón. La compasión produce paz mental y esa paz interior fomenta la salud, el bienestar y las buenas relaciones entre profesores y alumnos. Declaró su firme convicción de que es posible adoptar un nuevo enfoque en la educación, que esté arraigado en la calidez de corazón.
Añadió que la compasión es la base del valor y de la determinación. Estas cualidades son necesarias porque no podemos suprimir el sufrimiento inmediatamente. Tenemos que ser realistas. Debemos buscar sus causas y desarraigarlas. Esto es algo que los seres humanos podemos hacer si aunamos nuestra inteligencia con confianza en nosotros mismos.
Su Santidad reafirmó que lo más importante que podemos enseñar a los niños acerca de la compasión es la necesidad de combinar la inteligencia humana con la calidez de corazón.
Sona Dimidjian dio las gracias a Su Santidad por su contribución a la conversación y pidió a Stephen Butler, director ejecutivo del Instituto de la Compasión, que ofreciera algunas reflexiones finales. También dio las gracias a Su Santidad por la idea de que la cualidad humana fundamental de la compasión tiene el poder de transformar nuestras vidas y el mundo. Expresó el deseo de que Su Santidad tenga una vida larga y estable y de que todos podamos trabajar al máximo para establecer la compasión como la semilla, el alimento y el fruto de una humanidad más amable y solidaria.
En conclusión, Su Santidad respondió que para que los seres humanos sean más felices, la educación debe combinarse con la calidez de corazón. El objetivo es que las personas cultiven mentes más sanas y pacíficas. El miedo da lugar a la ira y la ira destruye la paz mental. Cuanto más compasivos seamos, menos temerosos seremos y mayor será nuestra fuerza interior y la confianza en nosotros mismos. Se trata de ser personas felices, seguras de sí mismas y valientes.
«Si los que han participado en el debate de hoy o simplemente lo han escuchado —señaló Su Santidad—, sienten que algo de lo que hemos dicho es razonable, por favor, piénsenlo, familiarícense con ello y compártanlo con sus familiares y amigos.
»Gracias. Nos vemos de nuevo».