Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Su Santidad el Dalái Lama inició la conversación de esta mañana con su viejo amigo el padre Laurence Freeman OSB, director de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana, deseándole «Buenos días» y «Tashi Delek». Freeman respondió que era una gran alegría ver a Su Santidad y que esperaba que estuviera muy bien.
«Ya que nos conocemos desde hace tantos años —continuó Su Santidad—, estoy muy contento de tener esta oportunidad de volver a hablar con usted».
El padre Laurence explicó que estaba sentado en Francia, en la sala de meditación de Bonnevaux o Valle del Bien, el nuevo centro de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana. Es un lugar de meditación desde hace unos mil años. La CMM está allí desde hace tres años. Mencionó que había estado revisando de nuevo el libro de Su Santidad, El buen corazón, que fue escrito como resultado de su reunión en Londres en 1996.
«Ahora, todo el mundo, incluso los animales, quiere la paz —declaró Su Santidad—. Cuando nacemos, recibimos el máximo afecto de nuestra madre, sin el cual no sobreviviríamos. Así es como comienza la vida. Los seres humanos somos animales sociales, y por ende nos preocupamos por el bienestar de los demás. Eso forma parte de nuestra naturaleza.
»Por desgracia, en los tiempos más modernos, aunque hemos visto un mayor énfasis en el desarrollo del intelecto humano, el cultivo de un corazón cálido se ha descuidado. Aunque está en la naturaleza humana ser compasivos, en el siglo pasado hubo demasiadas guerras. Sin embargo, ahora la mayoría de las personas están hartas de la violencia. Muchos ven que se gasta demasiado dinero en armas, mientras que para ser más pacíficos deberíamos aspirar a un mundo desmilitarizado.
»En la realidad actual, ya no podemos centrarnos sólo en 'mi país' o 'mi continente'. Vivimos en una economía global más allá de las fronteras nacionales. Por lo tanto, tenemos que pensar en términos de la unidad de la humanidad.
»Como refugiado, soy apátrida, pero vivo aquí, en este país libre y multirreligioso, como un hombre libre. Tengo muchas oportunidades de conversar con cristianos, hindúes, jainistas, musulmanes, sikhs y seguidores de otras religiones. Hoy tenemos una verdadera oportunidad de promover la armonía religiosa. Usted, mi hermano espiritual, y yo tenemos la responsabilidad de trabajar por la armonía interreligiosa, especialmente entre el cristianismo y el budismo.
»A menudo señalo que, en el siglo pasado, Mahatma Gandhi promovió la 'ahimsa' o no violencia y muchas personas de todo el mundo siguieron su ejemplo. Hoy en día, debemos hacer todo lo posible para fomentar otra tradición india que tiene miles de años: la 'karuna' o compasión. El cristianismo, al igual que otras religiones, hace hincapié en la importancia de la bondad amorosa. La razón que da es que todos hemos sido creados por un solo Dios. Todos somos hijos de Dios, que es por naturaleza amor infinito, por lo tanto, nosotros también debemos tener un corazón cálido hacia los demás.
»Toda mi vida me he comprometido a promover la calidez de corazón. Todas nuestras principales tradiciones espirituales tienen el potencial de hacerlo también. Así que la armonía entre las religiones es esencial».
El padre Laurence elogió las palabras de Su Santidad como una perfecta introducción al tema que el CMI había elegido para el año: la conciencia unificada: Una mente, un corazón. Recordó las observaciones de Su Santidad de que la educación moderna dedica mucho tiempo al cerebro, al intelecto, cuando también hay que esforzarse por cultivar un corazón cálido.
Invitó a Su Santidad a reflexionar sobre este tema y a hablar sobre cómo el corazón y la mente pueden combinarse en una conciencia unificada. Esencialmente, cómo puede alguien transformarse en una persona más amorosa.
«Usted que ha entregado su vida a ayudar a los seres humanos a transformarse, ¿qué entiende por una conciencia unificada de corazón y mente?».
«La educación tiene un valor universal —contestó Su Santidad—. Hasta ahora la educación moderna se ha centrado en desarrollar el cerebro, el intelecto, en lugar del corazón. Si tenemos un corazón cálido, tendremos paz mental, en cambio, la competitividad y la frustración que esta conlleva nos la robarán.
»Como he mencionado antes, en el siglo pasado, Mahatma Gandhi se entregó a la importancia de la noción de no violencia. En este siglo, tendrá la misma fuerza si el mundo entero es capaz de prestar mayor atención, no sólo en las iglesias y los templos, sino a través de la educación, a la calidez de corazón.
»Allá donde voy, sonrío. A las personas les encanta. Incluso los perros responden a una cara sonriente moviendo el rabito. Si se les frunce el ceño, esconden el rabito. Debemos esforzarnos por promover la calidez de corazón, algo a lo que también pueden contribuir todas las tradiciones religiosas».
«Su sonrisa ha iluminado el mundo durante años —respondió el padre Laurence—. Quizá cuando los líderes mundiales se reúnan, deberíamos pedirles primero que se sonrían unos a otros durante unos minutos».
Su Santidad se apresuró a señalar que no podemos culpar a los líderes mundiales por cómo son, ya que también son producto de un sistema educativo que premia la competitividad y la fama. Aquí es donde la educación moderna es inadecuada. Necesitamos que nos enseñe el valor de la calidez de corazón y cómo cultivarla para que todos tengamos buena salud y tranquilidad. Todos los siete mil millones de seres humanos, sugirió, somos esencialmente iguales. Somos hermanos y hermanas. Tenemos que aprender de forma secular a tener un corazón más cálido.
El padre Laurence describió la gran sensación de esperanza que siente al enseñar a los niños y niñas a meditar.
«Los niños responden positivamente a un rostro sonriente porque indica un corazón cálido —respondió Su Santidad—. Si su profesor sonríe, los estudiantes estarán contentos y disfrutarán de la clase, pero si el profesor es severo, querrán marcharse en cuanto puedan. Naturalmente, aprecian al profesor que muestra una preocupación genuina por su bienestar.
»La calidez debe presentarse desde un punto de vista secular, no como una materia dentro de la práctica religiosa. Es algo que mejora nuestra salud y bienestar. Cuando tenemos tranquilidad, nuestro cerebro funciona mejor. Cuando estamos llenos de ira o miedo, no funciona tan bien. Somos capaz de estudiar mejor cuendo tenemos paz mental».
El padre Laurence se preguntó cómo ve Su Santidad el futuro de la religión. Su Santidad respondió:
«Creo que la educación tiene un valor universal, pero que la religión es una elección personal y privada. Las creencias personales son un aunto prersonal. Sin embargo, el mensaje subyacente de todas las religiones se centra en la importancia del amor y la compasión.
»Si los profesores de religión pudieran reunirse y conversar sobre estos asuntos, sería muy bueno. Tal vez los eruditos religiosos también podrían conversar sobre ellos en términos de educación. Si tenemos un corazón cálido, gozaremos de buena salud y tranquilidad. Creo que nuestras diversas tradiciones religiosas pueden contribuir a una comprensión más clara de este hecho.
»Aunque soy un monje budista, no intento propagar el budismo. En cambio, me preocupa más cómo los budistas pueden contribuir, aportando lo que saben sobre la paz mental, a una felicidad humana más generalizada. Si se me permite decirlo, me he encontrado con cristianos de mente estrecha cuya principal preocupación es propagar su fe. Sin embargo, hay otros, más sabios, que miran a ver cómo pueden contribuir al bienestar de los demás».
El padre Laurence recordó que, en sus diálogos anteriores, Su Santidad había hablado de la práctica espiritual que pone en armonía el corazón y el intelecto. Le pidió a Su Santidad que hablara de este estado de compasión.
«Una mente tranquila es esencial en el proceso de educación —observó Su Santidad—. No podremos estudiar si estamos abrumados por la ira o los celos. Por lo tanto, si queremos estudiar bien, es importante que encontremos la paz mental. La calidez de corazón tiene un valor universal. Por eso espero, cuando la pandemia haya remitido, poder ir a Delhi y conversar con los educadores sobre cómo incorporar y desarrollar la idea de la calidez de corazón en la educación en general.
»La calidez de corazón conduce a una mente sana. La serenidad nos permite dormir tranquilos. No hablo de los beneficios de la otra vida o de encontrar a Dios, sino de ser una persona pacífica con una mente tranquila y un corazón cálido aquí y ahora».
El padre Laurence dijo a Su Santidad que se conocían desde hacía 40 años, desde que se encontraron por primera vez en Montreal en 1980. Considera que ha sido una de las grandes bendiciones de su vida. «Pero cuando nos miro ahora, no parece que hayamos cambiado físicamente en todos estos años. ¿Cuál es el fruto de su vejez?».
«Estoy medio bromeando —respondió Su Santidad—, cuendo digo que la menor cantidad de pelo en la parte superior de nuestras cabezas. ¡Quizás nuestras coronillas relucientes indiquen una mayor sabiduría!».
Señalando que el WCCM está activo en diferentes partes del mundo, el padre Laurence dijo que le gustaría presentar a tres miembros da la comunidad que querían plantear sus propias preguntas a Su Santidad. La primera fue Sarah Bachelard, que es una sacerdote anglicana en Australia. Ella preguntó cómo la meditación puede conducir a la transformación social.
«Tenemos cinco órganos sensoriales y cinco conciencias sensoriales —le dijo Su Santidad—. Pero también tenemos la conciencia mental. Nuestras conciencias sensoriales responden al mundo físico, pero en la meditación utilizamos nuestra mente primaria, nuestra conciencia mental.
»Si enseñamos la meditación en las escuelas, los alumnos podrían cerrar los ojos, si les resulta más cómodo, y pensar en la naturaleza de sus mentes. Es útil aprender a distinguir entre las conciencias sensoriales y la conciencia mental y aprender a prestar atención sólo a la mente. Cuando se aquieta la atención a los sentidos, se consigue una mente más tranquila y una mayor sensación de arraigo.
»Al principio es mejor meditar a solas. Una vez que tengamos cierta experiencia, podemos ayudar a los demás meditando junto con ellos. No será así si dejamos que nuestra mente divague y nos dediquemos a mirar aquí y allá, preguntándonos qué estará pensando esta o aquella persona. Para empezar, podemos meditar durante diez minutos, y luego ampliar la duración a treinta minutos, una hora o períodos más largos».
Nick Scrimenti, que estudia teología en la Universidad de Harvard, quiso saber qué se puede hacer para afrontar la crisis climática.
«En la antigüedad sólo pensábamos en nuestra propia localidad, pero ahora tenemos que pensar a nivel global —sugirió Su Santidad—. Tenemos que tener en cuenta a los siete mil millones de seres humanos, además del bienestar de todo el planeta. El Tíbet, por ejemplo, es la fuente de los grandes ríos de Asia, así que lo que ocurra con el clima en la meseta tibetana puede afectar a la vida de muchas personas.
»El calentamiento global es muy grave. Si no actuamos para solucionarlo, la tempreatura del mundo alcanzará niveles intolerables. Cuando era niño en el Tíbet, las montañas que rodean Lhasa estaban cubiertas de una espesa nieve. Hoy en día la nieve se ha reducido mucho. Tenemos que reconocer que el calentamiento global, al igual que la economía mundial, nos afecta a todos. A la hora de actuar, la calidez del corazón nos da fuerza interior».
Angelina Chan, miembro de la junta del WCCM, preguntó a Su Santidad qué consejo podría dar al próximo Dalái Lama.
«Ni idea —respondió Su Santidad—. Y no creo que haya ninguna prisa por pensar en el XV Dalái Lama. Mientras esté vivo, intentaré contribuir a crear un mundo mejor, más pacífico y con un medio ambiente sano. No me preocupa mucho el próximo Dalái Lama. La situación mundial está cambiando. La cuestión de la mejora de la educación es un asunto que preocupa al público en general. Cuando se trata del Dalái Lama o del Panchen Lama, sólo hablamos de individuos».
La última pregunta del padre Laurence fue sobre cómo las tradiciones contemplativas pueden ayudar a distinguir entre la ilusión y la realidad.
«Ha llegado el momento —afirmó Su Santidad—, de dejar de pensar sólo en términos de 'mi localidad', 'mi país'. La realidad actual es que tenemos que pensar en el mundo entero, en cómo el cambio climático afecta a todo el planeta y a cada uno de nosotros en él. Asimismo, dado que la economía global nos afecta a todos, tenemos que tener en cuenta a todos. Tenemos que tomarnos en serio la unidad de la humanidad.
»Si educamos a la actual generación joven en esta línea, crecerán siendo mucho más conscientes del mundo en su totalidad, así como de la humanidad en su conjunto. Esta es la nueva realidad: nuestra economía y nuestra ecología son globales. En mi propia y escasa experiencia, me he dado cuenta de que cuando vivía en el Tíbet, realmente sólo pensaba en los tibetanos. Sin embargo, desde que vine a vivir a la India, he aprendido a pensar en el bienestar de los siete mil millones de seres humanos».
»Como refugiado se ha convertido en un ciudadano del mundo», intervino el padre Laurence.
»Sí, ya no pienso sólo en el bienestar de los tibetanos, pienso en todos los seres humanos, de hecho en todos los seres sensibles».
El padre Laurence reveló que había esperado poder invitar a Su Santidad a la inauguración de Bonnevaux, pero las circunstancias no lo han permitido. En su lugar, Giovanni, un miembro de la comunidad le pidió que bendijera este centro de meditación y de paz mundial.
«Ciertamente, siento una conexión especial con mis hermanos y hermanas cristianos. Rezo para que aquellos que realmente intentan poner en práctica el mensaje de Dios —la compasión y el perdón— sean eficaces».
«Gracias —respondió el padre Laurence—. Su bendición es una gran fuente de fuerza para nosotros al abrirnos al mundo. Le pedimos que nos guarde en su corazón, así como nosotros lo tenemos a usted en el nuestro. Le pedimos que mantenga su buena salud para que su sonrisa siga iluminando el mundo. Gracias por todo lo que nos ha enseñado a lo largo de los años de nuestra amistad».