Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Esta mañana Su Santidad el Dalái Lama fue invitado a hablar al Club de Corresponsales Extranjeros de Japón (FCCJ) sobre el Cultivo del Buen Corazón. Fue calurosamente recibido por la Presidenta del FCCJ, la Sra. Suvendrini Kakuchi, quien presentó a Pio d'Emilia, moderador del evento.
d'Emilia le confesó a Su Santidad lo contento que estaba de verlo y comenzó la conversación del día preguntándole qué tipo de mundo nos encontraremos tras la pandemia, si las personas serán más amables o no.
Su Santidad respondió que la base de nuestra supervivencia es un buen corazón, un corazón cálido, un corazón compasivo. Al menos en lo que respecta a los mamíferos, estamos biológicamente inclinados a tratarnos con afecto.
«Nada más nacer, nuestras madres nos cuidan. Si no lo hicieran, moriríamos. Incluso los fetos se ven afectado por el estado de ánimo de su madre y por su tranquilidad. Somos animales sociales. Nuestra supervivencia depende de los demás. Como seres humanos prosperamos con el afecto, que es una de las razones por las que todas las tradiciones religiosas hacen hincapié en la importancia de ser buenas personas. Aquellos que no se interesan por la religión también son seres humanos y quieren ser felices. Experimentar la bondad amorosa contribuirá a que puedan vivir una vida feliz.
»Gracias a que no distingo a las personas en función de su procedencia, la raza a la que pertenecen o la fe que siguen, tengo amigos dondequiera que vaya. Para mí, los demás seres humanos son como hermanos y hermanas. Por eso, las personas suelen ser amables y cordiales conmigo. Responden a mi cara alegre y sonriente, aunque podría ser diferente si el Dalái Lama frunciera el ceño y contestara bruscamente a la gente.
»La calidez de corazón es eficaz incluso en relación con los animales. Si sonríes y eres amable con un perro, éste mueve la cola, pero si frunces el ceño y lo su cola cae.
»La educación moderna no presta suficiente atención a la importancia de la calidez del corazón. Los niños pequeños son simplemente alegres en casa, pero una vez que empiezan a ir a la escuela esa exuberancia deja paso a otras preocupaciones. Para equilibrar esto, debería incluirse en el plan de estudios el conocimiento sobre la contribución de la calidez de corazón a una vida feliz. Las personas deben comprender que la ansiedad y la ira incluso perturban nuestro sueño, mientras que si tenemos tranquilidad, dormiremos bien. La calidez de corazón puede beneficiar a toda la humanidad.
»¿Tienen alguna pregunta?».
Pío d'Emilia pidió a los corresponsales extranjeros que se presentaran brevemente y que aclararan sus preguntas. La primera pregunta aludía a cómo conservar la tranquilidad incluso en circunstancias temibles.
«Las instrucciones sobre cómo cultivar y conservar la paz mental son grandes ausentes en nuestra educación general —respondió Su Santidad—. De hecho, como he mencionado antes, si tenemos paz mental, seremos capaces de derrotar la ansiedad y el miedo. Una persona de corazón cálido es serena y feliz. Yo soy un refugiado y he descubierto que cultivar la paz interior es muy útil. La clave es tener una actitud amable.
»Debido a nuestra formación budista, que procede de la tradición de Nalanda, los tibetanos nos basamos en la razón. Nuestra paz mental se basa en la razón. Tendemos a afrontar nuestras emociones, especialmente la ira, que tan fácilmente perturba nuestro equilibrio mental. El entrenamiento de la mente nos permite reducir la ira y el miedo al tiempo que aumenta nuestra compasión, algo con lo que estoy familiarizado desde que era joven».
Alguien preguntó a Su Santidad qué es lo primero que haría si fuera elegido líder de los 26 millones de refugiados del mundo. Respondió: «Soy un ser humano más, un tibetano más. No me interesa ser un líder. Me he retirado por completo de toda participación en la actividad política». También le preguntaron si se arrepentía de algo y respondió: «No. Cuando miro hacia atrás en mi vida, veo que he pensado en todos los seres humanos como mis hermanos y hermanas, y he tratado de mantener mi tranquilidad. Así que no, no me arrepiento».
A la pregunta de un corresponsal indonesio sobre cómo aconsejaría a los musulmanes a la hora de vivir en paz con los demás, Su Santidad comentó que los siete mil millones de seres humanos experimentan emociones similares, pero que algunos están sujetos a la manipulación de líderes que enfatizan la ira y la división. Sugirió que a veces los políticos politizan las lealtades religiosas y explotan las diferencias de religión, pero, en última instancia, la elección de una religión es una cuestión personal. Por otro lado, cultivar la calidez de corazón y la idea de que todos los seres humanos son nuestros hermanos y hermanas refleja nuestras relaciones hacia toda la humanidad.
Uno de los participantes quiso comparar la situación actual de Taiwán con la del Tíbet en 1949. Su Santidad observó que las personas de Taiwán pertenecen en su mayoría a la etnia Han y que han conservado muchos aspectos de la antigua tradición y cultura de China, incluido el budismo. Sugirió que la China continental puede proporcionar a Taiwán oportunidades económicas y, al mismo tiempo, aprender de Taiwán los antiguos valores y tradiciones de China.
«Rezo de verdad —dijo—, para que puedan encontrar una manera de trabajar juntos de forma pacífica.
»Cuando estuve en China (1954-55), conocí al Presidente Mao y a otros líderes. Me impresionaron sus valores marxistas. Sin embargo, en una ocasión el Presidente Mao declaró que la religión es un veneno y en ese momento me di cuenta de lo opuesto que era a la religión».
Otra persona quería saber qué opina Su Santidad de que Xi Jinping se embarque en un tercer mandato y si, a la luz de lo ocurrido en Hong Kong y Xinjiang, el mundo debería boicotear los inminentes Juegos Olímpicos de Invierno. En su respuesta, Su Santidad dejó claro que no tenía ningún comentario sobre Xi Jinping. Repitió que, cuando conoció al Presidente Mao y a otros líderes, encontró atractivos algunos aspectos de su ideología, pero no su insistencia en el control estricto. Indicó su esperanza de que los fenómenos cambien bajo el liderazgo de una nueva generación. En cuanto al Tíbet y Xinjiang, señaló que algunos líderes comunistas chinos no entienden el papel y el valor de las diferentes culturas, ni que hay una variedad de pueblos dentro de China, incluidos los tibetanos, los uigures, etc.
Se le preguntó a Su Santidad si tenía algún consejo sobre cómo ayudar a la comunidad a hacer frente a las dificultades que plantea la pandemia del Covid-19. Respondió que hay expertos más cualificados que él para aconsejar sobre ello.
Otro corresponsal extranjero le preguntó si Su Santidad tenía algún plan para reunirse con Xi Jinping.
«No hay ningún plan específico —reveló—. Sin embargo, desde hace varios años he expresado mi deseo de visitar Wu Tai-shan(el monte de Wu Tai) en peregrinación. Si pudiera hacerlo, podría hacer una parada en Pekín para reunirme con los líderes chinos. Además, me gustaría poder visitar a viejos amigos chinos, antiguos funcionarios y militares. Me estoy haciendo mayor y ellos también están envejeciendo, así que me gustaría ver cómo les va».
Un corresponsal en Arabia le preguntó si a Su Santidad le gustaría visitar La Meca, el lugar más sagrado del mundo islámico.
«Estoy deseando hacer esa peregrinación —expresó Su Santidad— como parte de mis esfuerzos para promover la armonía interreligiosa. Si se presenta la oportunidad, estaré encantado de aprovecharla. En el pasado, aquí en la India he visitado diferentes lugares de culto. Entre ellos, la mezquita Jama Masjid de Delhi, donde me puse el tradicional gorro blanco, el 'topi' o 'taqiyah' y me uní a sus oraciones».
El mismo corresponsal quiso saber si Su Santidad no preferiría vivir en el Tíbet.
«Llevo varias décadas viviendo aquí, en Dharamsala, en el valle de Kangra, y lo disfruto. Desde aquí puedo comunicarme con todo el mundo, esté donde esté. Soy libre. Hace algunos años, le dije al ex primer ministro, el Dr. Manmohan Singh, que me gustaría quedarme aquí el resto de mi vida porque aquí tengo total libertad».
Cuando se planteó la cuestión de que se había reunido con varios Papas anteriores pero no con el actual, Su Santidad fue claro al decir que si el Papa Francisco estaba dispuesto, estaría encantado de reunirse con él.
En cuanto a cómo afrontar el Covid-19, Su Santidad repitió una vez más que no es un experto, pero que en cualquier circunstancia, si somos capaces de mantener la paz mental, nos sentiremos más felices, menos ansiosos e incluso más fuertes físicamente.
Un periodista taiwanés recordó que Su Santidad había hablado con anterioridad de volver a visitar Taiwán y le preguntó si todavía tenía previsto hacerlo.
«Ahora mismo —observó Su Santidad— las relaciones entre la China continental y Taiwán son delicadas, así que por el momento prefiero permanecer pacíficamente en la India. No quiero provocar ninguna dificultad política local. Sin embargo, la tecnología moderna me permite comunicarme con personas de otros lugares. Me dedico a contribuir en lo que pueda al bienestar de mis hermanos taiwaneses, así como de mis hermanos de la China continental.
»Políticamente adopto un enfoque de Camino Medio. No busco la independencia total del Tíbet. Mi posición está abierta, así que ya veremos. La situación es bastante complicada y a veces siento que este simple monje budista no quiere involucrarse en asuntos de política».
Por último, Pío d'Emilia, desafió a Su Santidad a decir quién cree que visitará primero China, el Papa o el Dalái Lama, a lo que Su Santidad replicó: «Sólo Dios lo sabe» y se rió.
d'Emilia mencionó que la FCCJ había inscrito en el pasado a Su Santidad como miembro honorario. Los corresponsales extranjeros habían renovado su afiliación, y le mostraron el certificado. d'Emilia dijo a Su Santidad que la FCCJ espera que pueda venir a recogerlo en persona.
La respuesta de Su Santidad fue: «Gracias, hasta luego».