Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Esta mañana Su Santidad el Dalái Lama conversó con jóvenes constructores de la paz sobre la compasión, la educación y la igualdad. Fue recibido por la Sra. Lise Grande, Presidenta del Instituto de la Paz de los Estados Unidos, que presentó el acto.
Explicó que el USIP propone que la paz es posible, práctica y esencial para la seguridad de Estados Unidos y del mundo. Reúne a jóvenes líderes de comunidades afectadas por conflictos y ofrece formación sobre liderazgo, reducción de prejuicios y transformación de conflictos. La intención es tender puentes a través de las divisiones sociales y reducir el aislamiento que puedan sentir en su trabajo como constructores de la paz. Actualmente hay 300 becarios asociados a la USIP procedentes de 26 países de África, Asia, Oriente Medio y América Latina.
La Sra. Grande mencionó que en los últimos cuatro años muchos líderes juveniles se han reunido con Su Santidad, algunos de los cuales lo han visitado en Dharamsala. Sin embargo, debido a las restricciones relacionadas con Covid, el año pasado y de nuevo este año la conversación se ha celebrado en un entorno virtual. El tema de la conversación de hoy era la igualdad de género.
Su Santidad comenzó admitiendo que, en una época en la que los viajes físicos están restringidos, está muy contento de utilizar la tecnología moderna, como Internet, para intercambiar ideas.
«El mundo está cambiando —continuó—. El siglo pasado estuvo marcado por un exceso de violencia, pero hoy en día hay un mayor deseo de paz en el mundo, tanto entre los dirigentes como en el público en general. Para conseguirlo, tanto los individuos y como las comunidades deben participar. Los individuos deben cultivar la paz de espíritu, voluntariamente, sin ser forazados por el miedo.
»Hoy en día, disponemos de sistemas de armamento avanzados que, de ser utilizados, causarían una inmensa destrucción. Por lo tanto, tenemos que garantizar que haya paz en el mundo. Dado que somos los seres humanos los que ejercemos la violencia, la paz también depende de nosotros. En primer lugar, tenemos que cultivar una mente pacífica basada en el amor y la compasión. Tenemos que reforzar nuestro deseo de no dañar a los demás. La no violencia no es sólo un principio religioso, es de sentido común.
»El poder destructivo de las armas nucleares, por ejemplo, es tan grande que su uso implicaría la destrucción mutua de los adversarios. Dado que todos nos veríamos afectados por esa calamidad, todos tenemos el derecho y la responsabilidad de ayudar a construir un mundo pacífico. Y para cumplir ese deseo, la paz interior es muy importante. Tenemos que educar a los niños y niñas sobre la paz desde la infancia.
»Los seres humanos somos animales sociales. Nuestra supervivencia depende de nuestra comunidad. Cuidar de los demás es la mejor manera de satisfacer nuestro propio interés. Ser amables con los demás es una forma sabia de perseguir el interés propio, mientras que descuidarlos es un enfoque insensato. Cultivar la compasión es la mejor manera de ser feliz y de hacer amigos. Dondequiera que vaya, las personas me muestran su afecto porque siempre sonrío.
»En nuestros sistemas educativos tenemos que dejar claro que todos queremos ser felices y que la calidez y la compasión son la mejor manera de conseguirlo. Si la compasión forma parte del programa educativo, la igualdad se producirá automáticamente. Muchos problemas del mundo actual surgen por la falta de igualdad y, sin embargo, se habla mucho de democracia. Todo el mundo quiere la democracia y la base misma de la democracia es la igualdad, mientras que la clave para asegurar la igualdad y la democracia es la compasión».
Su Santidad invitó a la audiencia virtual a formular preguntas y Mithila Hore, una becaria del Cambio Generacional de la USIP de Bangladesh, le preguntó cómo aconsejar a una mujer que, debido a la pandemia, sacó a su hija, pero no a su hijo, de la escuela. Su Santidad fue directo en su respuesta. «Todas las personas necesitan y merecen educación. Esta es la esencia de la igualdad. Es un error hacer una distinción entre hombres y mujeres cuando se trata de la educación. Necesitamos la igualdad en la sociedad, por lo que debemos tratar a nuestros hijos e hijas al 100% de la misma manera. La democracia implica la igualdad de derechos, pero también la igualdad de oportunidades. La mitad de la población es femenina, así que crear un mundo pacífico implica a hombres y mujeres».
Ashar Omer, una joven constructora de la paz y defensora de los derechos de la mujer en Afganistán quería saber cómo aconsejaría Su Santidad a las mujeres de Afganistán en la actualidad. Su Santidad le dijo que, por muy difícil que sea la situación, es esencial mantener una determinación firme. Sugirió que las mujeres afganas mantengan sus principios, pero que también deben ser realistas. La discriminación de género es una forma de pensar anticuada y obsoleta, con el tiempo las cosas cambiarán. Añadió que el resto del mundo no debe dejar aisladas a las personas de Afganistán.
Muborak Muqimi, de Tayikistán, describió un proyecto en el que estaba trabajando llamado «Las mujeres son las futuras líderes de nuestro país». Preguntó si Su Santidad podía citar ejemplos en los que los hombres hubieran compartido el poder con las mujeres y hubieran mostrado su confianza y apoyo.
«Estoy seguro de que entre las personas dedicadas a la democracia y al desarrollo social —respondió—, ha habido quienes se han esforzado por lograr la igualdad. En el pasado, tanto las tradiciones religiosas como las culturales fomentaban la discriminación de las mujeres. Sin embargo, la situación está cambiando. Necesitamos líderes comprometidos con la igualdad de derechos y de educación.
»Parece que las mujeres son más sensibles que los hombres a los sentimientos de los demás. Parecen estar peparadas biológicamente para tener un corazón más cálido. Por lo tanto, en el ámbito de las perspectivas para una mayor paz e igualdad en el mundo, las mujeres deben desempeñar un papel más activo».
Nyachangkuoth Rambang Tai, becaria de la USIP Generation Change de Sudán del Sur, quiso conocer el lugar del perdón y la curación en el contexto de la violencia de género. Su Santidad reiteró la necesidad de mantener los esfuerzos para lograr la igualdad y añadió que debemos armarnos de paciencia para el camino. Subrayó que todo el mundo tiene derecho a la igualdad de oportunidades y que debemos utilizar Internet y las redes sociales como medio para dejar esto claro. Expresó su optimismo por el hecho de que la discriminación por motivos de género, color y fe está cambiando.
Antes de la siguiente pregunta, Gharsanay Amin, una constructora de la paz de Afganistán, explicó hasta qué punto había cambiado su vida el encuentro con Su Santidad en una ocasión anterior. Le dijo que ya no se considera sólo afgana, sino una ciudadana del mundo. Añadió que ahora está decidida a desarrollar la resiliencia, la paz interior, la compasión y un compromiso de por vida para aprender nuevas perspectivas y desaprender viejas tradiciones.
Komal Dilshad, de Pakistán, pidió un mensaje para las mujeres que trabajan por la igualdad de género.
»A veces, algunas personas tienen una visión diferente del papel de la mujer debido a su fe —le dijo Su Santidad—. Por lo tanto, puede ser difícil criticar o desafiar sus criterios. Adoptar una perspectiva más amplia puede contribuir al cambio. Como monje budista, me comprometo a fomentar la armonía interreligiosa. En lugar de expresar opiniones divergentes sobre las tradiciones religiosas, puede ser más constructivo mejorar la educación, eso conducirá al cambio».
Rachel Dibal, de Nigeria, no pudo participar directamente, pero Lise Grande formuló una pregunta en su nombre. Observó que, en su opinión, después de algunas mejoras iniciales en la consideración de las mujeres y las niñas, el progreso se había estancado. Preguntó cómo aconsejaría Su Santidad a los hombres y a las mujeres para que cambien sus actitudes y hagan que las instituciones sean más receptivas a la hora de considerar la igualdad de género.
Repitió que la discriminación por razón de sexo, color o fe es una idea anticuada. Está desfasada. La clave para garantizar la igualdad es no cejar en nuestros esfuerzos por mejorar la educación.
Lise Grande expresó su admiración por la orientación que Su Santidad había aportado esta mañana. Le dijo que hace cuarenta años ella había sido una joven constructora de la paz y que habría sacado gran provecho del hecho de estar en su presencia. Expresó su gratitud a todos los que habían contribuido a la conversación o habían trabajado para hacerla posible. Expresó su deseo de volver a reunirse el día siguiente con Su Santidad para reanudar la interesante conversación.