Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Al ver los rostros de los estudiantes y del profesor, Arthur Brooks, en las pantallas frente a él esta mañana, Su Santidad el Dalái Lama sonrió y los saludó. Los estudiantes y el profesor le devolvieron el saludo. Brooks lo saludó diciendo: «Tashi Delek» y le contó lo emocionado que estaba por el inminente encuentro. Presentó a Su Santidad a la audiencia virtual como el líder del pueblo tibetano, que ha trabajado incansablemente por su dignidad. También lo describió como una voz a favor de la unidad humana.
Brooks, que imparte una clase de Liderazgo y Felicidad en la Escuela de Negocios de Harvard, abrió la conversación preguntando a Su Santidad cómo pueden la espiritualidad y la meditación ayudarnos a encontrar la felicidad. La primera respuesta de Su Santidad fue expresar lo honrado que se sentía al hablar con los estudiantes y profesores de Harvard.
«El verdadero propósito de nuestras vidas es llevar una vida feliz —continuó—. Si nuestra experiencia se vuelve insoportable, es probable que perdamos la voluntad de vivir. Por lo tanto, la confianza en nosotros mismos y la esperanza son factores clave para nuestra supervivencia. Así como necesitamos observar la higiene física para mantenernos sanos, también necesitamos cultivar la higiene emocional, aprender a lidiar con las emociones destructivas como el miedo y la ira. La confianza y la esperanza hacen que veamos nuestras vidas como útiles y significativas, lo cual es una fuente de fuerza interior que, en última instancia, nos proporciona paz mental.
»Somos animales sociales. Desde que nacemos, necesitamos que nos cuiden. A medida que crecemos, aprendemos a ayudarnos mutuamente y la vida se vuelve significativa. El egoísmo no sólo es contrario al comportamiento social, sino que es poco práctico. Para ser realistas, necesitamos un sentido de la unidad de los siete mil millones de seres humanos que viven hoy en día. En ese contexto, el egoísmo socava nuestra búsqueda de la felicidad. Miren a los niños pequeños. Tienen un sentido natural y feliz de comunidad con sus amigos y compañeros.
»La educación es muy importante en el mundo actual y la Escuela de Negocios de Harvard puede ayudar mucho a la hora de ejercitar y compartir las ideas que discutiremos hoy. La idea de que todos los seres humanos pertenecen a una comunidad no está suficientemente explorada. Es importante apreciar que todos somos iguales en cuanto que seres humanos. No importa de dónde vengamos, todos tenemos que vivir juntos en este planeta.
»Hoy en día, la economía es global y la amenaza que representa la crisis climática también es global. Ya no podemos hacer nuestros planes a nivel meramente local porque estos temas nos afectan a todos. En el pasado podíamos permitirnos pensar sólo en nuestro propio pueblo, en nuestra propia nación, incluso en nuestro propio continente. Hoy en día, no nos queda más remedio que pensar en todos "nosotros". Tenemos que usar nuestra inteligencia humana de una manera integral, que tenga en cuenta a toda la humanidad».
Brooks preguntó a Su Santidad por qué, según su experiencia, algunos líderes no están contentos con su suerte. Su Santidad respondió que es difícil de decir. Ciertamente, algunos líderes parecen causarse problemas a sí mismos. Dijo que de todos los dirigentes, incluidos los espirituales, que ha conocido, los que eran más liberales y de mente más abierta parecían ser más felices. Aquellos más preocupados por sí mismos han tendido a ser menos felices.
Su Santidad volvió a destacar el papel crucial de la educación. Si el sistema educativo alienta un pensamiento estrecho de miras, los líderes que hayan recibido esa educación, serán estrechos de miras. Esta es una buena razón por la que el sistema educativo necesita ser más inclusivo y compasivo, y centrarse en toda la humanidad.
Su Santidad descartó una pregunta sobre la soledad de los líderes con el argumento de que hoy en día las pantallas y los teléfonos móviles nos ponen en contacto con todo el mundo. La tecnología ha mejorado mucho nuestra capacidad de comunicación. Comparó las familias nómadas en las vastas praderas del Tíbet con los millones que viven codo con codo en las ciudades modernas. Los nómadas suelen estar físicamente distantes unos de otros, pero saben y confían en que, en caso de necesidad, pueden llamarse unos a otros para pedir ayuda. En las ciudades, los vecinos no se conocen muy bien y tampoco confían muchos unos en otros. La soledad puede ser un síntoma de estar centrado en uno mismo y de no preocuparse lo suficiente por los demás.
En cuanto a convertirse en líderes más felices y eficaces, Su Santidad citó lo que le dijeron los miembros de la familia Pritzker cuando invitaron a un grupo de tibetanos a establecerse en los alrededores de Chicago. Expresaron su reconocimiento a los tibetanos por su fuerte sentido de responsabilidad comunitaria. Esperaban que la forma en que los tibetanos tienden a vivir en paz y armonía sirviera de ejemplo a otros.
Su Santidad también mencionó su admiración por la Unión Europea y la forma en que los enemigos históricos decidieron dejar de lado su hostilidad en favor de la comunidad europea en general. Hoy en día cuando hablan de «nosotros», piensan en toda la comunidad. Expresó la esperanza de que los jóvenes de hoy en día puedan aprender de este ejemplo.
Al responder a las preguntas de los estudiantes, Su Santidad recomendó prestar atención a los consejos médicos sobre seguridad al tratar de limitar la propagación de la pandemia de coronavirus. Comentó que a él personalmente los largos períodos de aislamiento le han proporcionado tiempo y soledad para meditar.
Cuando le preguntaron cómo influyen los desarrollos tecnológicos en la polarización de la sociedad, en oposición al desarrollo de la armonía, la compasión y el respeto por las diferencias, Su Santidad declaró que depende de cómo utilicemos la tecnología. Citó el ejemplo de las armas nucleares cuyo poder para disuadir la guerra y preservar la paz depende explícitamente de que no se utilicen. La forma en que utilizamos la tecnología, como los medios de comunicación social, depende de nuestra motivación y nuestra actitud general. Si recordamos que pertenecemos a una comunidad humana y tratamos de vivir juntos en armonía en este planeta, obtendremos resultados más positivos.
Desde que nacemos, nuestras madres nos muestran compasión y nos dan seguridad. Esta experiencia de felicidad es la base de nuestra supervivencia, pero también es la base de nuestra comunidad humana. Su Santidad declaró que dondequiera que vaya y con quienquiera que se encuentre, los considera como hermanos o hermanas humanos, porque se recuerda regularmente a sí mismo la unidad de la humanidad. Observó que este sentido de igualdad es una razón por la que la democracia es un mejor sistema de gobierno que el gobierno de reyes o reinas. Añadió que desde que la comunidad tibetana en el exilio organizó el paso del poder a un liderazgo electo, y se retiró completamente de sus responsabilidades políticas.
Cuando un estudiante quería consejo sobre cómo lidiar con la frustración y la decepción, Su Santidad repitió lo que llamó el consejo práctico de un erudito indio del pasado. Analice la situación; estúdiela. Si hay una manera de superar la dificultad que enfrenta, no hay necesidad de preocuparse o tener miedo. Simplemente ponga en práctica la solución. Si el problema está fuera de tu control, el miedo y la preocupación no lo ayudarán.
«En última instancia —añadió Su Santidad—, el que la vida tenga éxito o no depende de nosotros. Somos nuestros propios maestros. El conocimiento y la confianza en nosotros mismos son importantes. Una confianza insensata, infundada, puede ser peligrosa. Tomen una perspectiva amplia. Miren las situaciones desde diferentes ángulos. Analicen e investiguen, pero combinen su análisis con la calidez de corazón.
»Los negocios tienen lugar dentro de la sociedad humana. Su éxito depende de los demás. Si confían en ti, tendrás éxito. La educación y la formación deben centrarse en las consecuencias de nuestras acciones para toda la humanidad y en el bienestar de la sociedad a largo plazo.
»La verdadera felicidad está relacionada con nuestra mente y emociones, no depende solamente de la prosperidad material. Por eso, incluso los pobres pueden ser felices y alegres. Los empresarios y los ricos pueden ser adinerados, pero si siempre quieren más, se sienten descontentos. Aunque seamos ricos en el sentido material, el miedo y la desconfianza en el plano mental pueden avivar la ira y la envidia, lo que a la larga conduce a la infelicidad. La búsqueda de una forma de vida materialista no proporciona todas las respuestas, también tenemos que aprender a manejar nuestras emociones.
»Estar contento a nivel mental es lo principal. El yogui tibetano Milarepa vivía en una cueva vacía en la ladera de una montaña. Una noche se despertó y encontró un ladrón registrando la cueva. Se rió de él diciendo, "¿Cómo crees que encontrarás por la noche lo que yo no puedo encontrar durante el día? Milarepa parecía un mendigo, pero sabía cómo mantener la paz mental, era rico por dentro. Necesitamos aprender a fortalecer nuestras emociones constructivas y a reducir las destructivas».
Su Santidad le dijo a un estudiante que quería saber cómo veía los diferentes enfoques de la espiritualidad que uno de sus compromisos personales es respetar todas las tradiciones espirituales. Observó que presentan diferencias de puntos de vista filosóficos, pero que comparten un mensaje común de compasión. Incluso dentro del budismo existe la tradición Pali que se basa en la fe y la tradición Sánscrita que está moldeada por la lógica y la razón. Los maestros de la tradición de Nalanda se atrevieron a investigar y a desechar incluso las palabras del Buda, cuando encontraban incoherencias en ellas.
Su Santidad explicó que estos antecedentes de investigación razonada, la constante búsqueda del porqué, ha permitido que se desarrolle un diálogo fructífero entre los eruditos tibetanos y los contemplativos y científicos modernos.Como resultado, los tibetanos han revisado sus puntos de vista sobre la cosmología y los científicos perfeccionan su comprensión del cerebro. Los eruditos tibetanos y los contemplativos han compartido con ellos su comprensión del funcionamiento de la mente. Su Santidad recalcó la necesidad de adoptar un enfoque objetivo e imparcial en la investigación.
Arthur Brooks preguntó qué pueden hacer los líderes empresariales y gubernamentales para proporcionar felicidad a los demás. Su Santidad le dijo que como muchos de los problemas a los que nos enfrentamos son nuestra propia creación, es crucial entender el funcionamiento de nuestras mentes y emociones. Destacó que podemos estudiar la mente en un contexto puramente objetivo y secular. Mencionó la útil observación de la mecánica cuántica de que la apariencia y la realidad difieren. Las emociones perturbadoras, como el miedo, la sospecha y la ira, se basan en las apariencias.
«Analicen sus emociones —declaró Su Santidad—. Pregúntense si están enfadados con la mente, el cuerpo o las acciones de su oponente. Si investigan cuidadosamente, encontrarán que su oponente no es intrínsecamente hostil, como les aparece a ustedes. De hecho, nada existe intrínsecamente como parece. Su oponente no ha sido su enemigo de nacimiento, ni su amigo ha sido alguien a quien haya estado unido durante todo ese tiempo. Convertirse en un amigo o en un enemigo depende de las circunstancias. La idea de que hay una diferencia entre cómo aparecen las cosas y su realidad es algo que encuentro muy útil.
»Los puntos de vista que adoptamos son sofisticados; nuestras emociones negativas son complejas; pero nuestra capacidad de cuestionar e investigar es notable».
Arthur Brooks resumió brevemente la conversación, cuyo tema principal era que la felicidad surge de mostrar amor y afecto por los demás. Destacó cuatro puntos: La felicidad surge de ser útiles, de mostrar preocupación por los demás. La infelicidad es algo que creamos en nuestra propia mente cuando pensamos sólo en nosotros mismos. Tenemos que combinar nuestra inteligencia con la calidez de corazón. Y, como la felicidad está enraizada en mostrar amor y compasión por los demás, necesitamos ser capaces de pensar en nuestros semejantes como en nuestros hermanos y hermanas.
Brooks expresó la esperanza de que la conversación de la mañana inspirase a los jóvenes de la audiencia a ser el tipo de dirigentes que ayudan a los demás a superarse y agradeció la participación de Su Santidad.
«El tiempo siempre avanza —respondió Su Santidad—. El pasado ya pasó y no puede ser cambiado. El futuro lo podemos forjar en el presente. Aquellos de ustedes que son jóvenes ahora tienen las llaves de un futuro más feliz. No se limiten a copiar lo que se hizo en el pasado, sean creativos y realistas. Por eso es importante que agudicen sus mentes.
»Mi generación creó muchos problemas, como consecuencia de algunos de ellos perdí mi país y huí aquí a la India como refugiado. Esta adversidad ha tenido algunas consecuencias provechosas. Por ejemplo, aquí ya no estoy obligado por la formalidad y podemos conversar fácilmente juntos. Me ha alegrado hablar con los estudiantes y profesores de Harvard hoy. Espero volver a verlos».