Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - El Dr. Patrick Leahy, Presidente de la Universidad de Monmouth, Nueva Jersey, recibió esta mañana a Su Santidad el Dalái Lama en una conversación sobre la interconexión de la felicidad, la salud, el bienestar y el futuro de la Tierra. Le dijo que los estudiantes y profesores de Monmouth se sentían inspirados a llevar una vida más feliz, más sana y más compasiva y armoniosa, en beneficio de las generaciones venideras de la Tierra.
Su Santidad respondió dando las gracias por la oportunidad de hablar sobre la paz y la felicidad.
«Obviamente, todos queremos vivir en paz, incluidos los animales. Si hay un incendio, incluso los insectos tratan de escapar. Sin embargo, lo que hace diferente a los seres humanos es que tenemos este maravilloso cerebro. Somos capaces de pensar en cómo evitar y superar los problemas. Somos capaces de pensar en el futuro.
»Sin embargo, los seres humanos también podemos ser creadores de problemas. Durante miles de años hemos fabricado diferentes tipos de armas. A veces nos referimos a las armas como herramientas para la paz, pero en realidad el único propósito de un arma es herir y matar. Un mundo sin armas sería mucho más pacífico.
»Invertimos energía y esfuerzo en construir armamentos cada vez más complejos. Luego hablamos de paz, sin tener en cuenta que las armas no contribuyen en nada a la consecución de una paz real.
»Nuestro mundo actual es muy interdependiente. En el pasado, tendíamos a preocuparnos sólo por las personas de nuestra propia localidad. Hoy en día, los nuevos retos como la crisis climática y el calentamiento global así como el funcionamiento de la economía global, puesto que nos afectan a todos, hacen que debamos tener en cuenta a toda la humanidad.
»En lo que respecta a la fabricación y venta de armas, deberíamos decir simplemente "basta". Deberíamos aspirar a conseguir una paz auténtica en un mundo desmilitarizado. Como seres humanos en este planeta, tenemos que considerar la unidad de la humanidad. Todos necesitamos vivir juntos en paz y armonía. La producción y venta de armas no contribuye en nada a ello.
»La verdadera paz mundial tiene sus raíces en la búsqueda de la paz mental. La ira, los celos y la frustración se convierten fácilmente en una fuente de violencia, por lo que necesitamos reforzar la compasión, que es nuestra naturaleza humana básica. Como he dicho antes, en el pasado sólo prestábamos atención a nuestra comunidad local, mientras que ahora tenemos que tener en cuenta a toda la humanidad.
»Debemos centrarnos en la búsqueda de la paz mental, recordando que la compasión es la base de la verdadera paz. Como seres humanos, tenemos el mismo tipo de rostro y el mismo tipo de mente. Ya que tenemos tanto en común, tenemos que encontrar la manera de vivir juntos en un mundo pacífico y feliz.
»Reconozco que, cuando vivía en el Tíbet, los tibetanos eran para mí lo principal. Sin embargo, desde que llegué al exilio he tomado conciencia del mundo en general. Los seres humanos de todas partes somos como hermanos y hermanas. Cuando me encuentro con otras personas, esté donde esté, sonrío, y casi siempre me devuelven la sonrisa. Las demás personas son simplemente seres humanos como yo. Las diferencias de nacionalidad, raza y fe religiosa tienen una importancia secundaria en comparación.
»Esta mañana mis médicos tibetanos y alópatas me hicieron un breve chequeo médico. Me han dicho que gozo de buena salud, y una de las principales razones es que mi mente está en paz. La ira y el miedo constantes perturban nuestra salud, mientras que la paz mental es de inmensa ayuda para fomentar el bienestar general.
»A veces, las personas que buscan la calma toman tranquilizantes. Yo nunca los he tomado. Trabajo para cultivar la paz mental y procuro dormir nueve horas. Según mi experiencia, cultivar la compasión me asegura un sueño profundo, un buen apetito y una buena digestión.
»Hermanos y hermanas, eso es lo que quería compartir con ustedes hoy».
Su Santidad respondió a una serie de preguntas de los estudiantes y del personal de la Universidad de Monmouth. Reconoció que nos enfrentamos al cambio climático a nivel mundial. Al debilitarse nuestras defensas contra el calor del sol, el mundo es cada vez más caliente y el clima está cambiando. En consecuencia, incluso los glaciares de los polos norte y sur se están derritiendo. Para poder estabilizar las condiciones hemos de cambiar nuestro modo de vida.
Su Santidad citó el ejemplo del Tíbet para ilustrar los peligros del cambio climático. La meseta tibetana, señaló, es la fuente de los principales ríos de Asia y, en consecuencia, el suministro de agua de millones de personas. Nadie sabe qué ocurrirá si no somos capaces de proteger estos ríos.
Su Santidad señaló que la pandemia del Covid-19 ha causado angustia en muchas partes del mundo y que tenemos que tomar precauciones a nivel físico y mental para protegernos. Citó el sabio consejo de Shantideva de examinar si los problemas a los que nos enfrentamos pueden ser superados. Si pueden, tenemos que esforzarnos para dar esos pasos. Si están fuera de nuestro control, simplemente tenemos que aceptarlo; preocuparnos por ello no ayudará. Añadió que es importante seguir los consejos médicos.
Su Santidad aclaró que el budismo subraya la importancia de la paz mental. Cada persona, de manera individual, se entrena para convertirse en alguien más estable y feliz que luego es capaz de compartir lo que ha aprendido con los demás. El Buda primero se iluminó y luego enseñó a los demás basándose en su experiencia. Si cada uno de nosotros, individualmente, somos capaces de mejorarnos a nosotros mismos, de volvernos más disciplinados y más felices, podremos ser de provecho para los demás.
Las personas nacidas en Oriente o en Occidente somos iguales en nuestra condición de seres humanos. Nacemos de la misma manera y crecemos bajo el cuidado de nuestras madres. El patrimonio cultural y las formas de vida pueden ser diferentes, pero fundamentalmente, como seres humanos, todos somos iguales.
Su Santidad continuó diciendo que en el pasado América estaba segregada por el color. Ahora no debemos pensar que el color, si venimos del norte, del sur, del este o del oeste, o la fe que seguimos son motivos para separarnos. En lugar de ello, debemos insistir en lo que nos hace iguales.
«Tengo buenos amigos en África —comentó Su Santidad—. El obispo Desmond Tutu, Nelson Mandela y yo podemos ser de distinto color, pero cuando sonreímos, revelamos una alegría humana común».
Afirmó que lo más importante que debemos enseñar a los niños y niñas es a tener un corazón cálido. No se dedica suficiente tiempo a esta materia en las escuelas y, sin embargo, es evidente que los alumnos se sienten atraídos por los profesores y profesoras que sonríen y les responden con calidez. Su Santidad mencionó que en su propia infancia se sentía más feliz cuando sus profesores eran alegres y abiertos en lugar de severos.
A una pregunta sobre cómo superar el sufrimiento y alcanzar la paz interior, Su Santidad respondió que el sufrimiento forma parte de la vida. Por lo tanto, aconsejó, debemos entrenarnos para encontrar formas de reducir la ansiedad cuando nos enfrentamos a dificultades. Dado que los jóvenes tienden a ser más impacientes, sus mayores pueden ayudarlos a calmarse para que vayan así aprendiendo a ser más resilientes. Su Santidad observó que aprender a sobrellevar las experiencias negativas es útil y conduce al desarrollo de la fuerza interior.
«Desde que me convertí en refugiado —dijo—, he podido compartir con muchas más personas los métodos para transformar las circunstancias desafortunadas en oportunidades para desarrollar la paz mental».
La muerte también forma parte de la vida. Tarde o temprano, todos tenemos que morir y cuando llega ese momento es importante tener paz mental. Su Santidad habló de cómo la mente más sutil no tiene principio. Declaró que la concepción de un niño no sólo depende de la presencia de los elementos físicos, el esperma y el óvulo. La concepción sólo tiene lugar cuando éstos se unen con la conciencia.
Su Santidad se refirió a cómo la continuidad de la conciencia mental subyace a la idea de una sucesión de vidas. Citó la evidencia de los niños que recuerdan sus vidas anteriores. También aludió al fenómeno del thukdam que se produce cuando algunas personas mueren pero sus cuerpos permanecen inalterados durante algún tiempo después porque su mente más sutil sigue presente.
Uno de los participantes quería saber cómo tratar los sentimientos de desánimo y Su Santidad sugirió que si alguien en tal condición sólo se interesara por las cosas materiales, podría perder la esperanza. Sin embargo, si tienen cierta comprensión de la mente y trabajan para cultivar la paz interior, encontrarán una motivación.
Observando que la aparición de las redes sociales es un reflejo de cómo cambian los tiempos, Su Santidad señaló que en el pasado no éramos capaces de mantener una perspectiva tan amplia del mundo. Ahora, en este momento en que necesitamos preocuparnos por toda la humanidad, tenemos medios que nos ayudan. Tenemos oportunidades para alentar a las personas jóvenes a que engendren nuevas formas de pensar, como la redundancia del uso de la fuerza y la importancia de lograr un mundo desmilitarizado.
Las personas jóvenes de hoy en día no deberían buscar necesariamente repetir lo que se hizo antes. Sería mejor que desarrollaran nuevas formas de pensar adecuadas a las nuevas circunstancias. Una forma de hacerlo es reconocer una responsabilidad general para construir una sociedad más compasiva.
Como respuesta a una última pregunta sobre las enseñanzas de Buda, Su Santidad afirmó que las Cuatro Nobles Verdades son la base misma de la doctrina de Buda. Sugirió que la verdad del camino, que incluye el Noble Sendero óctuple, es la más importante de las cuatro verdades nobles. La verdad del sufrimiento y su causa son fáciles de entender; la tercera verdad, la verdad de la cesación, ofrece la esperanza de que el sufrimiento y sus causas pueden ser eliminados. Esto, a su vez, aporta entusiasmo para la práctica del camino.
Lu-Ann Russell, directora de los servicios de conferencia, puso fin a la sesión dando las gracias a los miembros del equipo de Su Santidad que habían facilitado la ocasión. Dio las gracias a Su Santidad por su guía cálida y compasiva, diciéndole que sus palabras habían tocado personalmente a cada uno de sus oyentes. «Le damos las gracias —le dijo—, por invitarnos a la reflexión y proporcionarnos claridad. Que nuestra colaboración y esfuerzos conjuntos sigan creciendo en los próximos días».