Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Cuando entró en la sala esta mañana, Su Santidad el Dalái Lama saludó a los miembros del Mind & Life Institute, Mind & Life Europa y a sus amigos con una amplia sonrisa y un saludo.
En cuanto tomó asiento, anunció que quería decir algo sobre la mente.
«Los científicos no han investigado la conciencia muy profundamente. Tienden a pensar en la mente en relación con el cerebro y, sin embargo, la mente es algo distinto a eso. La mente no es un producto del cerebro. Es una entidad propia. La mente de hoy es una continuación de la mente de ayer. La mente es algo sobre lo que sería muy util indagar más.
»Cuando se trata del inicio de una vida humana, la reunión de los factores físicos no da lugar necesariamente a una concepción. Un tercer factor es la conciencia. Y por esta razón, sería conveniente investigar qué es la conciencia.
»Tratar de explicar el origen de la vida de una persona sólo sobre la base de su cuerpo sería difícil e insatisfactorio. Observamos que los gemelos, a pesar de compartir un origen físico en el mismo vientre, muestran diferencias en sus características personales.
»Se dice que la naturaleza de la conciencia es la claridad y el conocimiento y es difícil argumentar que esto es un producto del cerebro».
Richie Davidson intervino: «Algo que usted nos ha señalado es que la creencia científica de que la mente se reduce al cerebro es una mera creencia, no un hecho. Esto es el núcleo de lo que hemos deducido de usted. De hecho, los científicos no hemos hecho verdaderos progresos en la investigación de la relación entre la mente y el cerebro en los últimos cien años».
«El cerebro es parte de nuestro cuerpo —continuó Su Santidad—. Y la conciencia depende del cerebro pero sigue estando separada de él. La conciencia y el cuerpo son dos cosas diferentes. Experimentamos la paz a nivel mental y, en comparación, la comodidad física no es tan importante. En el mundo moderno hemos descuidado la exploración de cómo encontrar la paz mental.
»Tenemos cinco órganos sensoriales que dan lugar a la conciencia sensorial, pero también tenemos conciencia mental. La meditación, por ejemplo, es una función de la conciencia mental y vale la pena aprenderla.
»Cuando buscamos la fuente de la conciencia, encontramos que es una continuidad. Como he dicho antes, la conciencia de hoy es una continuación de la conciencia de ayer. Reconocer esa continuidad hace que nos preguntemos por las vidas anteriores, ya que hay niños pequeños que tienen claros recuerdos de ellas.
»La idea de que la mente, la consciencia, es una continuidad también contribuye a la idea de que podemos cultivar las cualidades de la mente. Al mismo tiempo, la mente no es un fenómeno monolítico. Hay niveles de conciencia de distinta sutileza. La literatura vajrayana describe estos niveles en detalle, así como la forma en que los niveles burdos de conciencia se disuelven en niveles más sutiles.
»Un indicio de los niveles más sutiles de la mente puede verse en el caso de las personas que son declaradas clínicamente muertas y cuyos cuerpos, sin embargo, permanecen frescos porque el nivel más sutil de su conciencia aún no los ha abandonado.
»Los practicantes de la meditación se familiarizan con la disolución de los diferentes estados de conciencia en el momento de la muerte, lo que les permite reconocer sin esfuerzo cuándo se manifiesta la luz clara innata, el nivel más sutil de conciencia.
»Lo que vemos en esos casos es un yogui, un practicante, que utiliza un proceso que se produce de forma natural. Él o ella aprovecha la oportunidad del proceso natural de morir y mantiene una conciencia de las diferentes etapas de disolución a medida que se producen, alcanzando finalmente la etapa denominada "vacío total" o luz clara. El yogui utiliza ese estado de luminosidad pura para centrarse en la vacuidad. En otras palabras, utiliza el estado mental más sutil para comprender la vacuidad. Se dice que un yogui así, guiado en parte por el karma, es capaz de elegir el próximo lugar de nacimiento».
Amy Cohen Varela, presidenta de la junta directiva de Mind & Life Europa, dijo a Su Santidad que hoy era un día europeo. Explicó que Gábor Karsai, Director General de Mind & Life Europa, había esperado estar en Dharamsala, pero en el último momento había dado positivo en la prueba del coronavirus y no había podido viajar. Leyó un mensaje suyo en el que celebraba los 35 años que lleva compartiendo resultados de investigación sobre la práctica contemplativa. «Da esperanza —dijo—. Cultivar la mente en medio del sufrimiento es un verdadero antídoto para los retos a los que nos enfrentamos». Añadió la esperanza de que se pueda crear una red social que beneficie a todos los seres.
El moderador de hoy, Martijn van Beek, recordó que ayer Joe Henrich se refirió a cómo la evolución y la colaboración han hecho que el ser humano domine el mundo. Molly Crocket, por su parte, mostró que las historias y los encuentros más positivos pueden ayudarnos a reconocer mejor lo que tenemos en común. Presentó a la primera ponente del día, Hanne De Jaegher, filósofa y científica cognitiva que sigue los pasos del amigo de Su Santidad Francisco Varela. Ella estudia la creación de sentido participativo y lo que ocurre cuando las personas se reúnen.
Le dijo a Su Santidad: «Estudio cómo las personas interactúan entre sí. Interactuamos a pesar de las diferencias entre nosotros. La cuestión es cómo crear confianza. He observado cómo interactúa usted con su amigo el obispo Tutu. He observado cómo se burlan el uno del otro y cómo son capaces de reconocer lo que tienen en común y lo que es diferente entre ustedes. Hay un importante carácter lúdico entre ustedes. He querido preguntarle, ¿importan las diferencias cuando intentamos interactuar?».
La respuesta escueta de Su Santidad fue: «No. Reconocer las diferencias entre nosotros es reconocer algo que creamos nosotros mismos, y enfatizarlo en exceso conduce a problemas. Si, por el contrario, nos vemos principalmente en términos de ser seres humanos, podemos interactuar fácilmente».
«Estoy de acuerdo —respondió De Jaegher—, este mensaje es importante. Cuando estoy aquí valoro la oportunidad de conocer la cultura tibetana. Es una oportunidad para reconocer lo que es diferente y lo que tenemos en común».
«No sirve de nada conservar las actitudes estrechas de miras», le dijo Su Santidad.
Su Santidad habló de cómo Shantarakshita enseñó a los tibetanos las diferentes escuelas de pensamiento que florecieron en la India del siglo VIII, lo que les permitió ver la realidad desde diferentes ángulos y debatir diferentes puntos de vista. De Jaegher señaló que el debate es una forma clara de aprender unos de otros.
Para ilustrar la idea de la interacción, describió una situaión posible: podemos encontrarnos caminando por un pasillo y toparnos con otra persona que viene hacia nosotros. Nosotros nos apartamos y la otra persona se aparta de la misma manera. Esto nos cambia. Hay una interacción que nos muestra algo sobre la igualdad que compartimos y nuestras características individuales.
Su Santidad observó que la comunicación es un reflejo de que tenemos que evitar el conflicto y convivir en armonía.
Martijn van Beek resumió la presentación de Hanne De Jaegher como una muestra de la importancia del encuentro y la interacción. A continuación, presentó a Abeba Birhane, cuyo trabajo se centra en la IA, la inteligencia artificial.
Le dijo a Su Santidad que era un placer estar aquí y que quería hablar de la tecnología digital. Le preguntó si tenía un ordenador y pareció un poco sorprendida cuando le dijo: «No». Afirmó que casi todos los demás en la sala tenían un teléfono inteligente que sirve como conducto a la tecnología digital.
Mencionó el reconocimiento facial que se utiliza en la tramitación de visados, el registro de refugiados, etc. Por un lado, este tipo de tecnología se considera eficaz, pero también tiene sus inconvenientes. Uno de ellos es que mientras el reconocimiento facial es casi 100% preciso cuando se trata de rostros blancos, es 35% inexacto cuando se trata de reconocer a las personas de color. Esto es importante porque se emiten juicios sobre las personas a partir de los resultados de esta tecnología y las empresas que la explotan son ahora líderes del mercado.
«En general —respondió Su Santidad—, que la tecnología pueda considerarse buena o mala depende de cómo se utilice. Los seres humanos no deberíamos ser esclavos de la tecnología ni de las máquinas. Deberíamos estar al mando».
«Las empresas valoran el rendimiento y la eficacia —le dijo Birhane—. Pero la justicia y la equidad no se valoran de la misma manera. La forma en que se utiliza esa tecnología marca la diferencia. Parece que las empresas tecnológicas están interesadas sobre todo en ganar dinero, no en ofrecer ventajas».
«Estoy de acuerdo —afirmó Su Santidad—. Los valores humanos se consideran de importancia secundaria. Esto es lo que ocurre cuando somos demasiado materialistas. Debemos recordar que somos seres humanos y necesitamos aplicar los valores humanos, hagamos lo que hagamos. Principalmente tenemos que estar motivados por la calidez del corazón. Se supone que la tecnología está al servicio de las necesidades humanas; por lo tanto, debe guiarse por los valores humanos.
»Parece que existe la sensación de que los países son más importantes cuanto más emplean el tipo de tecnología del que se habla en el momento. Y sin embargo, la forma en que nacemos y la forma en que morimos son exactamente las mismas dondequiera que estemos».
Birhane observó que la tecnología digital busca diferencias superficiales. Preguntó a Su Santidad qué tendría que decir a las personas que trabajan en este campo.
«La tecnología de todo tipo debe ser beneficiosa para la humanidad, además de contribuir a la protección de la ecología».
Amy Cohen Varela puso fin a la sesión diciendo a Su Santidad que los delegados del Instituto Mente y Vida y de Mente y Vida Europa querían expresar su alegría por estar aquí con él.
«Nuestra amistad no ha surgido como resultado de uno o dos encuentros —respondió Su Santidad—. Somos amigos desde hace mucho tiempo. Compartimos una auténtica amistad basada en la confianza.
»Me convertí en un refugiado aquí en la India. Perdí mi país. Pero entonces conocí a personas de muchos otros lugares y me sentí feliz de formar parte de este mundo. También quiero que sepan que para los tibetanos del Tíbet, los amigos del Dalái Lama son amigos del Tíbet. En mi país hay un profundo aprecio por nuestras buenas relaciones y creemos que al final la verdad prevalecerá».