Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Esta mañana Su Santidad el Dalái Lama se reunió con 15 jóvenes líderes de diferentes partes del mundo en la sala de audiencias de su residencia.
«Estoy muy contento de encontrarme con ustedes hoy —les dijo—. Ustedes, las personas jóvenes, tienen un papel muy importante que desempeñar. Los 7.000-8.000 millones de seres humanos somos esencialmente iguales. Tenemos que vivir juntos y este mundo es nuestro único hogar. Pensar sólo en los intereses de nuestra propia nación y acumular armas no sirve de nada. Diferenciar entre "nosotros" y "ellos" es algo obsoleto. Ahora tenemos que ser conscientes de la unidad de la humanidad».
El profesor de psicología y psiquiatría, y viejo amigo de Su Santidad, Richard Davidson le presentó a un grupo de líderes compasivos. Davidson explicó que los coorganizadores de esta reunión fueron Tara Bennett-Goleman y su marido Dan Goleman. Al no poder asistir en persona, mantuvieron un breve intercambio con Su Santidad por videoconferencia.
Bennett-Goleman explicó que estos jóvenes líderes han practicado las técnicas de transformación interior además de su activismo. Han estudiado el libro de Goleman Una fuerza del bien, en el que expone la visión de Su Santidad para el mundo. Goleman dijo a Su Santidad que espera escribir otro libro acerca de las reuniones de hoy y mañana.
Richie Davidson dijo a Su Santidad que cada uno de los jóvenes líderes le haría una breve presentación y le haría una pregunta.
Primero presentó a Shabana, de Afganistán: «Nací y me crié en Kabul en una época en la que la educación de las niñas y las mujeres fue declarada ilegal —explicó ella—. Mis padres me educaron en secreto. Soy el producto de la valentía de mis padres y de otras mujeres afganas. Su orientación me inspira. Creo que la educación de las niñas es uno de los pasos que podemos dar para limitar el calentamiento global.
»Fundé un internado para niñas afganas, pero el pasado agosto tuvimos que abandonar el país. Ahora las niñas afganas están tristes y no pueden ir a la escuela. Nuestro trabajo anterior se ha deshecho y estamos luchando desde el exterior. Me siento impotente.
«Como alguien familiarizado con la vida en el exilio, ¿cómo da sentido al hogar?».
«Tenemos que mirar hacia adelante y pensar en toda la humanidad —respondió Su Santidad—. Tenemos que adoptar una visión amplia. Surgen tantos problemas por estar preocupados sólo por nuestra propia nación, nuestra propia comunidad. Todo ser humano quiere vivir una vida pacífica, pero a veces nuestros líderes son miopes y recurren al uso de la violencia. Esta es una forma de pensar anticuada.
«No hay ninguna buena razón para pensar en términos de "nosotros" y "ellos" y confiar en las armas. Ante los problemas globales, tenemos que aprender a vivir juntos, siendo conscientes de toda la humanidad.
«Convertirme en refugiado tuvo beneficios inesperados. La India es un país libre y, una vez que llegué aquí, pude conocer a todo tipo de personas de otros lugares. Y llegué a comprender que todos somos iguales como seres humanos».
Jerónimo, de Bolivia, contó a Su Santidad que por parte de su padre era de los Andes y por parte de su madre de los Alpes. Informó de cómo su gente en Bolivia ha sufrido por tratar de proteger la tierra. Se describió a sí mismo creciendo como un joven enojado. Entonces un amigo le presentó a un maestro que le reveló el valor de la bondad amorosa y comenzó a trabajar con activistas en los Andes partiendo de esa base. Le preguntó a Su Santidad cómo apreciar la belleza en los tiempos que vivimos.
«La bondad amorosa es importante para nosotros como seres humanos —respondió Su Santidad—. Ya cuando estamos en el vientre materno, el que nuestra madre tenga paz mental o esté ansiosa hace una gran diferencia. Una vez que nacemos, sobrevivimos gracias a su bondad. Cuanto más conozcamos la realidad de nuestra situación, más debemos apreciar la unidad de la humanidad».
La más joven de las líderes compasivas, Emma, de Estados Unidos, declaró que tenía 14 años y que procedía de una pequeña isla de la costa de Estados Unidos. Cuando tenía 11 años, ella y algunos amigos se propusieron limitar los daños causados a un lugar de gran belleza natural por el plástico. Al principio, la comunidad apoyó sus esfuerzos, pero poco a poco el consumo excesivo y otros problemas hicieron que ya no se los tomara en serio.
Emma quería saber cuándo es apropiado abandonar un lugar donde las personas ya no pueden sostener la belleza que una vez fue, y cuándo es mejor quedarse. Su Santidad comentó que el mundo está cambiando. El clima también está cambiando, lo que significa que hay ocasiones en las que tendremos que pensar en trasladarnos a otro lugar. Sin embargo, observó, dejarse desmoralizar no sirve de nada. La vida no se construye sobre la desesperación y la desesperanza. Es necesario mantener el ánimo alto.
Zishan, que nació en la India, contó que perdió a su padre en un accidente de coche cuando era joven y, como resultado, perdió también el afecto de su madre. Se sintió herido y vacío, un sentimiento del que ha necesitado varios años de meditación para recuperarse. Hoy, con el deseo de ayudar a los demás, se está formando como terapeuta. Preguntó a Su Santidad cómo ayudar a las personas que no han experimentado el amor de su madre a dar y recibir compasión.
«Somos animales sociales, como he mencionado antes —señaló Su Santidad—, tratarnos con afecto es una respuesta natural. Imagínese que está perdido en el desierto y ve a otra persona que se acerca a usted por la colina. No le importaría si es un amigo o un pariente, ni de dónde viene o en qué cree. Su principal sentimiento sería la alegría por el mero hecho de encontrarse con otro ser humano».
Shwetal, de Mumbai, contó que a los 10 años le impactó la pobreza que veía a su alrededor. A esa edad no había mucho que pudiera hacer, pero cuando tenía 18 años, intentó ayudar a los niños sin hogar enseñándoles inglés. Se hizo dolorosamente consciente de lo limitadas que eran sus oportunidades. Habló de querer ayudar, pero de no sentirse lo suficientemente fuerte como para marcar la diferencia. Se preguntó cómo derrotar esos sentimientos de impotencia.
«Sí —contestó Su Santidad—, a veces, a pesar de nuestros esfuerzos, parece que fracasamos, pero eso no debe ser una razón para rendirnos. Nuestra maravillosa inteligencia humana nos da la capacidad de evaluar si nuestros objetivos pueden ser alcanzados o no. Si uno de ellos no puede cumplirse, es inútil intentar llevarlo más lejos».
Grace, de Ghana, dijo a Su Santidad: «Siempre he imaginado cómo sería el mundo si todos compartiéramos lo que tenemos con los demás. Estoy aquí gracias al apoyo que he recibido. Mi madre se ha sacrificado por nosotros. He creado una Fundación dedicada a compartir. ¿Cómo podemos motivarnos a nosotros mismos y a los demás para compartir nuestros dones y recursos con los demás?».
«Somos animales sociales —reiteró—, nuestra propia supervivencia depende en primer lugar de nuestra madre, pero después de nuestros amigos y otros miembros de nuestro grupo social».
Tenzin Dolker, que pasó sus primeros años en Dharamsala, reveló que no le cuesta recordar la bondad de su madre y de sus abuelas, que le enseñaron a ser amable con los demás, a ayudar a los gusanos y a los insectos, etc. Sin embargo, se preguntó por qué no piensa en su padre y en sus abuelos de la misma manera. No tiene un sentido similar de su compasión.
«Yo también —exclamó Su Santidad—. Mi madre era muy amable; pero mi padre, no tanto. Le gustaba el tuétano que se encuentra en los huesos y se frotaba la grasa en el bigote. A veces yo le tiraba del bigote y se enfadaba mucho. Luego estaba mi tío, un monje, que leía regularmente sus oraciones todos los días a partir de textos tibetanos de hojas sueltas. Una vez, cuando aún era pequeño y no podía caminar, derribé su libro y alteré el orden de las páginas. Me levantó y me dio unos fuertes azotes en el trasero, que me dolieron bastante.
»La tradición de Nalanda nos enseña técnicas para cultivar cualidades como la paciencia y la compasión. Para ello, cuando me despierto cada mañana, recito unos versos que tratan del altruismo y del surgimiento dependiente que me dan confianza y fuerza interior».
Bilal, cuya familia es del Kurdistán iraquí, nació en EE.UU. y creció allí, pero ya de niño era consciente de que no era como sus vecinos. Cuando comenzó la Primavera Árabe en 2011, esperaba que se fraguara un cambio y trabajó en Oriente Medio para lograr un impacto positivo. Aunque sus padres lo llamaron a casa, a Estados Unidos, él quería comprometerse con un cambio compasivo en Oriente Medio. Preguntó a Su Santidad cómo podría lograrlo.
«Mostrar a nuestros padres afecto y respeto es importante —le dijo Su Santidad—, pero puede haber diferencias de perspectiva entre generaciones. Lo que es crucial es que tengamos un sentido de unidad con todos los demás, sin detenernos en las diferencias entre nosotros. Si nos esforzamos, deberíamos ser capaces de relacionarnos en términos de unidad».
«¿Cómo?» quiso saber Bilal.
«Es obvio que, a nivel superficial, nuestra estructura biológica es la misma, pero aún más importante es el hecho de que todos tenemos que vivir juntos en este planeta. Ustedes, las personas jóvenes, podrían preguntar: "Si no podemos vivir aquí, ¿a dónde podemos ir?"; es complicado».
Ronan, de Irlanda, repitió una famosa cita de Martin Luther King Jr: «El poder sin amor es imprudente y abusivo, y el amor sin poder es sentimental y anémico. El poder en su mejor momento es el amor aplicando las exigencias de la justicia, y la justicia en su mejor momento es el poder corrigiendo todo lo que se opone al amor».
«Las meras palabras no son suficientes, tienen que estar respaldadas por el poder —dijo a Su Santidad—. Actualmente es ilegal que las niñas y las mujeres reciban una educación en el Afganistán gobernado por los talibanes. No creo que pensar en la unicidad de la humanidad cambie esto. Apelar a la naturaleza caritativa de los talibanes no ayudará. Tenemos que organizarnos políticamente. Estamos perdiendo ante el mal uso del poder. Hoy, Xi Jinping está creando un totalitarismo que será difícil de derrotar».
«La realidad es —replicó Su Santidad— que muchos de los retos a los que nos enfrentamos requieren que consideremos la unidad de la humanidad. Al final sólo encontraremos soluciones teniendo en cuenta a toda la humanidad. Los países que ha mencionado sólo piensan en sus propios intereses y no en la comunidad humana en general».
Shabana informó de que ahora mismo en Afganistán las mujeres están amenazadas con armas. No pueden ir a trabajar. No pueden ir a la escuela. Salen de sus casas y declaran su derecho a trabajar y a ser educadas. Señaló que los talibanes justifican su conducta basándose en la religión. Su Santidad señaló lo importante que es recurrir a un enfoque secular de la ética, respetando al mismo tiempo la religión como una cuestión de conducta personal.
Richie Davidson puso fin a la sesión observando el honor que supone conocer a jóvenes líderes que trabajan en diferentes partes del mundo movidos por la pasión y el compromiso. Dio las gracias a Su Santidad por haberlos inspiración que ha supuesto para ellos.
«Debemos ser realistas —respondió Su Santidad—. Y debemos ser seculares porque como seres humanos tenemos que vivir juntos. Mi propia práctica de cultivar el altruismo a diario me aporta fuerza interior e intrepidez, lo cual es un paso práctico en la dirección correcta».