Shewatsel, Leh, Ladakh, UT, India - Cuando Su Santidad el Dalái Lama llegó al Centro Dharma de la Asociación Gonpa de Ladakh, una enorme sala de oración comunitaria en Choglamsar, el Sr. Thupstan Chhewang, Presidente de la Asociación Budista de Ladakh, Acharya Tenzin Wangtak, Presidente de la Asociación Gonpa de todo Ladakh y otros representantes estaban allí para saludarlo.
«Durante mis viajes recientes por Ladakh y Zanskar —les dijo—, me conmovió mucho la profunda reverencia y el afecto que me mostraron las personas de todos los sectores de la comunidad. Me hizo desear vivir mucho tiempo para servir a esas personas con tal sentido de la devoción. Tal muestra de hermandad entre las personas que pertenecen a diferentes tradiciones espirituales es admirable.
»Los habitantes de las regiones de los Himalayas, desde Ladakh hasta Arunachal Pradesh, comparten la misma cultura budista tibetana, una cultura de paz y compasión. Me gustaría expresar mi profundo agradecimiento por la forma en que están contribuyendo a la preservación de esta cultura budista que procede de la histórica Universidad de Nalanda, donde el aprendizaje se basaba en la investigación razonada.
»Como Ladakh es una región fronteriza, mis viajes no pasarán desapercibidos al otro lado de la frontera. Un Dalái Lama sonriente reuniéndose con las personas que muestran una fe y una confianza tan profundas en él no sólo sirve de inspiración a los tibetanos del Tíbet, sino que para ellos es también un motivo de orgullo. A pesar de que algunos rígidos funcionarios comunistas me tachan de reaccionario, si ven al Dalái Lama perpetuamente sonriente haciendo todo lo posible por servir a la humanidad, podrían dudar de las duras políticas que han impuesto a los tibetanos.
»Es más, incluso entre las personas chinas existe un creciente interés por el budismo, en particular por la tradición de Nalanda que los tibetanos han mantenido viva. Aunque el presidente Mao me dijo en 1955 que la religión es el opio de las personas, creo que si estuviera vivo hoy, se retractaría de esa afirmación.
»Cultivar la mente que aspira al despertar, es decir, la bodichita, ha sido durante mucho tiempo mi práctica diaria. Y también esta mañana, cuando venía a encontrarme con ustedes, estaba haciendo esa práctica mientras paseábamos por el largo Manthang-an de Choglamsar, el muro amontonado con miles de piedras inscritas con mantras, incluido el mantra de seis sílabas de Avalokiteshvara.
»Como he dicho una y otra vez, todas las grandes religiones enseñan sobre el amor y la compasión, a pesar de adoptar diferentes puntos de vista filosóficos. Y esta es la razón por la que me empeño en rezar en los lugares de culto de las distintas religiones.
»Nací en una zona remota del noreste del Tíbet. Cuando el Regente, Reting Rinpoché y otros dignatarios, entre ellos Kewtsang Rinpoché, ofrecieron oraciones a Palden Lhamo en Lhamoi Latso, el lago sagrado, no muy lejos de Lhasa, buscando señales de dónde buscar la reencarnación del XIII Dalái Lama, vieron tres sílabas tibetanas en la superficie del agua: A, KA y MA, y también la imagen de una casa y sus alrededores.
»Desde primera hora de la mañana en que Kewtsang Rinpoché y su delegación debían llegar a mi lugar de nacimiento, en busca de la reencarnación de mi predecesor, me han dicho que yo estaba muy emocionado y que esperaba invitados. Cuando Kewtsang Rinpoché llegó a Taktser, mi pueblo cerca de Kumbum, sintió que era el mismo lugar que había visto en el lago Lhamoi Latso.
»Momentos después de que el grupo de búsqueda entrara en nuestra casa, este niño de dos años le pidió a Kewtsang Rinpoché que le diera el rosario que llevaba al cuello reclamándolo como suyo. En realidad, había pertenecido al Gran XIII Dalái Lama. Cuando Rinpoché le preguntó al niño si lo reconocía, éste gritó al instante: "¡Sera Aka!", que significa Lama del monasterio de Sera.
»A su debido tiempo, llegué a Lhasa y tomé los tres votos: Upasaka (los votos de un laico budista), el de novicio y el de Bhikshu (monje plenamente ordenado) ante la estatua de Chenrezig en el Jokhang, el templo principal de Lhasa. Además, de niño comencé a estudiar budismo con mis tutores, el principal de los cuales era Yongzin Ling Rinpoché.
»Tuve la oportunidad de memorizar textos budistas clásicos y estudiarlos con gran detalle. También estoy agradecido de que estos estudios me hayan preparado para conversar en profundidad con los científicos, sobre todo en lo que respecta a la filosofía budista, pero también a la psicología budista, que, estoy convencido, tiene mucho que aportar a una mejor comprensión de cómo entrenar la mente y las emociones desde un punto de vista secular y académico».
Al finalizar, Su Santidad aconsejó a sus oyentes que trataran de cultivar la mente que aspira al despertar o bodichita, y les recomendó tener un corazón cálido, vivir en armonía con los demás y ayudarlos siempre que pudieran.
A continuación, Su Santidad realizó una breve visita de despedida al antiguo Gaden Tripa, Su Eminencia Rizong Rinpoché, de 96 años, en su residencia de Leh. Es un maestro del que Su Santidad ha recibido muchas enseñanzas.
Su Santidad asistió a un almuerzo de despedida ofrecido por la Asociación Budista de Ladakh (LBA) y la Asociación Gonpa de Ladakh en su honor en Abi Pang Spituk, un enorme parque en las afueras de Leh. Entre los presentes se encontraban eminentes funcionarios, así como representantes electos de la LBA, funcionarios del distrito, representantes de comunidades religiosas y miembros del público.
El Sr. Thupstan Chhewang, presidente de la LBA, pronunció un breve discurso de bienvenida, en el que expresó su profunda gratitud por la visita de Su Santidad a Ladakh, antes de solicitar a Su Santidad que se dirigiera a los presentes.
Comenzó declarando su satisfacción por ver a tantas personas, laicos y monásticos. Mencionó una vez más que la región del Himalaya, desde Ladakh hasta Arunachal Pradesh, comparte una cultura budista común con el pueblo de la «Tierra de las Nieves del Tíbet». Les dio las gracias por su profundo interés en ella y su apoyo a los esfuerzos por mantenerla viva. También les dio las gracias por su devoción y la confianza que han mostrado en la persona del Dalái Lama.
«Hemos sido capaces de mantener viva la tradición de Nalanda del budismo durante siglos —observó—, porque tiene un gran potencial para ayudarnos a desarrollar la felicidad y la paz mental. El principal consejo de esta tradición es no hacer daño a ningún ser. Todos somos conscientes de la compasión desde nuestra infancia, por lo que debemos ayudar a los demás y evitar hacerles daño. Este sencillo consejo puede ser beneficioso para toda la humanidad».
Su Santidad también recordó su amistad con los miembros de la comunidad musulmana de Lhasa cuando era joven. Y reiteró su agradecimiento por el hecho de que, como vecinos del Tíbet, las personas de la región del Himalaya hayan mantenido viva la herencia cultural budista tibetana, mientras que los tibetanos del Tíbet han estado bajo el control de un partido comunista represivo.
Por último, Su Santidad aconsejó a todos los reunidos a su alrededor que fueran felices y que recordaran la importancia de tener un corazón cálido. Sus últimas palabras, «Hasta el año que viene», fueron recibidas con un alegre aplauso.