Siliguri, Bengala Occidental, India - Ayer, Su Santidad el Dalái Lama fue invitado a un Almuerzo Oficial de Estado organizado en su honor en Samman Bhawan, la residencia del Ministro Principal de Sikkim. Al acercarse al edificio, fue recibido por Tashi Shölpa y unos enérgicos bailarines del león de las nieves. En la puerta le ofrecieron el tradicional «Chema Changpu» y a continuación fue escoltado hasta su asiento en la cabecera de la sala. Todos los asistentes disfrutaron de un suntuoso almuerzo.
Esta mañana, Su Santidad recibió una calurosa despedida en Gangtok antes de volar en helicóptero a Salugara, en Bengala Occidental, donde había sido invitado para enseñar en el monasterio de Sed-Gyued. Muchas personas se alinearon en los bordes del camino hacia el monasterio para saludarlo a su llegada. Tashi Shölpa y los bailarines del león de las nieves le dieron la bienvenida en la puerta. En el interior, el monasterio estaba ricamente decorado con guirnaldas de caléndulas. Incluso el camino de entrada estaba sembrado de pétalos de caléndula.
Su Santidad saludó a la multitud antes de subir la rampa de acceso al templo. Una vez dentro presentó sus respetos ante las estatuas de Lama Tsongkhapa y sus principales discípulos y encendió una lamparilla. Una vez sentado, Khenpo Wangdu, abad de Sed-gyued, le ofreció un mandala y representaciones del cuerpo, la palabra y la mente de Buda.
En respuesta a esta calurosa acogida, Su Santidad declaró que hasta ahora en su visita al noreste de la India sus enseñanzas habían ido bien y que se había sentido en forma.
«La gente de Sikkim mostró una ferviente devoción. Yo también les aconsejé sobre la importancia del estudio. Seguir o no una tradición religiosa es una decisión personal, pero si lo haces, necesitas estudiar para entender de qué se trata.
»La gente de Sikkim parecía apreciar que yo hubiera venido.
»Algunas personas pueden pensar que la religión consiste en rezos y rituales, pero también tiene que implicar estudio. Cuando me levanto por la mañana, recito la Alabanza al surgimiento dependiente de Ye Rinpoché. También aconsejé a la gente de Sikkim que es importante que disciplinemos nuestras mentes rebeldes, porque esto es lo que conduce a la felicidad».
Su Santidad salió del templo para tomar asiento en la veranda y observó que entre las aproximadamente 30.000 personas presentes había personas con ordenación monástica y laicas jóvenes y mayores. Repitió lo que había dicho en el interior de que el budismo no consiste sólo en tocar diversos instrumentos musicales, sino en utilizar nuestra mente. Los que siguen creencias teístas rezan a sus dioses, pero los budistas deben ser capaces de identificar sus aflicciones mentales, sus emociones nocivas, y saber cómo contrarrestarlas. Para ello también podemos practicar la ética secular.
«Como seres humanos —señaló Su Santidad—, todos necesitamos amor y afecto, por lo que es importante que nos ayudemos unos a otros». La ética laica es un código ético que refleja los valores humanos sin los adornos de la religión, de la que hablo con admiración allá donde voy. Lo que es crucial comprender es que, creamos o no en una religión, todos necesitamos un corazón cálido.
»Cuando nacemos somos cuidados por nuestra madre. Así comienza nuestra vida, disfrutando de sus cuidados y su afecto. Debemos aprender a apreciar este tipo de amor y afecto durante toda nuestra vida.
»Hablamos de construir la paz en el mundo, pero los seres humanos tendemos a crear divisiones entre nosotros, viendo a los demás en términos de “nosotros” y “ellos”. En consecuencia, nos peleamos y malgastamos recursos preciosos en inventar armas cada vez más poderosas. Si realmente nos interesa construir la paz en el mundo, la forma de empezar es cultivando la paz mental.
»En lugar de fomentar relaciones amistosas y armoniosas, nos peleamos y luchamos y, como resultado, se destruye la paz. Hemos visto lo que ocurrió en la primera y la segunda guerras mundiales; ahora hay gente que habla de una tercera. Debemos trabajar para reforzar nuestros sentimientos naturalmente afectuosos y no dejar que disminuyan. Nuestro objetivo debe ser la paz mental.
»Estos días trato de concienciar a la gente de que los ocho mil millones de personas vivas en este planeta fueron criadas por sus madres. En este sentido, todos somos iguales. Todos los seres humanos de esta tierra sobrevivieron después de nacer porque alguien les prestó amor y afecto: el amor de una madre. Recordar esto y actuar en consecuencia contribuirá a garantizar la paz en el mundo. Dejarse llevar por emociones negativas como la ira y los celos no lo hará. El mero hecho de pensar que los demás son iguales a nosotros es ya un paso hacia la paz.
»Podemos tener diferentes culturas, diferentes formas de organizar nuestras vidas o diferentes ideologías, pero en el contexto de la unicidad de la humanidad, como seres humanos todos somos iguales.
»La estrofa que enumera los cuatro deseos inmensurables, significa que debemos centrarnos en ser útiles los unos a los otros. Pensar en términos de “nosotros” y “ellos” está pasado de moda. Ya no necesitamos centrarnos en nuestra victoria y en la derrota del otro. La paz no caerá del cielo ni brotará de la tierra, pero como seres humanos estamos naturalmente dispuestos a trabajar por la paz y la armonía».
Su Santidad observó que en el Tíbet, el País de las nieves, las distintas tradiciones pueden adoptar diferentes posturas filosóficas, pero todas siguen al mismo Buda Shakyamuni. Incluso las enseñanzas del Buda variaban de una época a otra y de un lugar a otro, según el interés y la capacidad de quien estuviera enseñando. El Buda nuncao impuso su propio punto de vista, sino que animaba a sus seguidores a examinar por sí mismos lo que había enseñado.
El Buda afirmó que en su tradición la casta y el estatus social carecían de importancia. Lo que marcaba la diferencia era acumular méritos y sabiduría durante tres eones incontables. En última instancia, todos los Budas se iluminaron mediante la práctica del amor y la compasión. No hay ningún factor que cumpla mejor los objetivos tanto propios como de los demás que la bodichita.
Su Santidad dijo a la multitud: «La bodichita es mi práctica principal y me aporta paz mental, que también sirve para mejorar mi bienestar físico. Hay funcionarios chinos que han causado muchos problemas en el Tíbet y, sin embargo, no me siento enfadado con ellos. Más bien siento compasión porque han actuado llevados por la ignorancia.
«La bodichita es la esencia de la práctica budista. Parece que todos ustedes aprecian al Dalái Lama y si quieren sentir que estoy cerca de su corazón, pueden cultivar la bodichita.
»En la India había diferentes escuelas de pensamiento. En el Tíbet tenemos diferentes tradiciones budistas. Yo sigo principalmente la tradición Geluk, pero también he recibido enseñanzas de maestros pertenecientes a las tradiciones Sakya, Ñingma, Kagyu y Jonang. Es crucial que estas tradiciones se traten con respeto.
»He pensado repasar con ustedes el yoga omnicomprensivo. Por un lado, debido sus dones innatos, es natural que los seres humanos cultiven una actitud altruista y pongan a los demás en primer lugar. Por otro lado, los fenómenos parecen tener una existencia intrínseca, mientras que en realidad existen en dependencia de otros factores. Están designadas de forma dependiente. Las cosas parecen ser independientes, pero dependen de otros factores para su existencia.
»Así pues, piensen en la bodichita e imaginen que se transforma en un disco lunar blanco en su corazón, luego piensen en la sabiduría que comprende la vacuidad e imaginen que se transforma en un vajra blanco de pie sobre el disco lunar».
Su Santidad dirigió a la multitud en la recitación del mantra Om Sarva Yoga Chitta Utpadaya mi.
«No basta con conocer estas prácticas, es esencial ponerlas en práctica; por favor, háganlo lo mejor que puedan».
En respuesta a una petición, Su Santidad dio la transmisión del mantra de seis sílabas, Om mani padme hung.
«Para los tibetanos y la gente de la región de los Himalayas, Avalokiteshvara es su deidad patrona. En consecuencia, todos estamos acostumbrados a decir este mantra desde nuestra infancia. El mantra incorpora la gran compasión, así como el camino extenso. Lo recito a diario y dedico todo el mérito que he acumulado por haberlo hecho para que tanto yo como los demás alcancemos el pleno despertar».
Se ofreció un mandala de agradecimiento, seguido de oraciones a Amitayus para que Su Santidad tenga una larga vida.