Bodhgaya, Bihar, India - Un manto de niebla fría cubría Bodhgaya esta mañana cuando Su Santidad el Dalái Lama emprendió el corto trayecto en coche desde Gaden Phelgyeling, el monasterio tibetano, hasta el campo de Kalachakra. La calle estaba flanqueada por sonrientes simpatizantes entre los que se encontraban tamborileros de Ladakh. Su Santidad los saludó al pasar.
Justo dentro de la puerta del terreno de enseñanzas, Su Santidad se detuvo ante una nueva estatua de piedra de Buda encargada por el comité de gestión del templo de Bodhgaya (BTMG). Los miembros del comité estaban allí para darle la bienvenida. Secundado por monjes del monasterio de Namgyal, Su Santidad recitó unas estrofas para consagrar la imagen, sus recitaciones fueron puntuadas lanzando puñados de pétalos de flores al aire a modo de bendición.
Su Santidad pudo desembarcar del carro de golf justo al borde del escenario, frente al trono, desde donde saludó a la multitud de 50.000 personas, entre las que había aproximadamente 15.000 de más de 50 países, a derecha, izquierda y de frente. Dándose la vuelta saludó a la estatua de Buda situada detrás del trono. Saludó a Sakya Gongma Rinpoché, a Sakya Trizin y a otros miembros de la familia Sakya. En el lado opuesto saludó a Ganden Tri Rinpoché y Jangtse Chöye Rinpoché, así como al Presidente del Parlamento tibetano y al Sikyong Penpa Tsering.
Una vez que Su Santidad hubo tomado asiento, un grupo de monjes Theravadin se reunió ante él para recitar el Mangala Sutta en pali. A continuación se recitó el Sutra del corazón y se hizo una ofrenda de mandala en tibetano. Mientras tanto se sirvió té y pan.
«Antes de comenzar un discurso o una enseñanza de dharma —comenzó Su Santidad dirigiéndose a la multitud—, es importante que primero comprobemos nuestra motivación. Esto se aplica tanto al orador como a quienes escuchan. Debemos evitar los ocho intereses mundanos. El maestro no debe actuar movido por motivos egoístas ni buscar únicamente la paz, el nirvana inferior. Los discípulos no deben dejarse dominar por el deseo por los placeres de esta vida. Todos deben buscar el beneficio de los demás.
»Recitaremos la estrofa para tomar refugio y cultivar la mente que aspira al despertar o bodichita. El Buda, el Dharma y la Sangha son los objetos del refugio y la razón por la que acudimos a ellos es nuestro deseo de alcanzar la iluminación insuperable para poder conducir a todos los seres sensibles a la liberación.
»Tra haber encontrado con las enseñanzas de Buda Shakyamuni, es bueno reconocer que todo lo que nos enseñó estaba basado en su propia experiencia. Él eliminó todas las emociones nocivas y las obstrucciones al conocimiento, que son su residuo. Así como describe el Continuo Sublime o Uttaratantra de Maitreya, todos los seres sensibles tienen el potencial de alcanzar la budeidad, pero sus mentes están envueltas en las impurezas.
»Puesto que las manchas no son de la misma naturaleza que la mente, pueden eliminarse y la naturaleza intrínseca, luminosa y de luz clara de la mente puede hacerse manifiesta. Esto significa que podemos alcanzar el estado omnisciente que ha alcanzado Buda.
»Las impurezas dejan manchas residuales que funcionan como obstrucciones al conocimiento, pero también pueden ser suprimidas. Dado que la naturaleza de la mente es luz clara, es impoluta por naturaleza. Si purificamos nuestra mente podemos alcanzar el mismo estado que Buda. Y es posible purificar nuestra mente porque las diversas impurezas son adventicias y temporales, mientras que la naturaleza intrínseca de la mente es claridad y cognición. Es luz clara.
»Desde mi propia experiencia, la de alguien que ha reflexionado largamente sobre la mente que aspira al despertar o bodichita y sobre la sabiduría que comprende la vacuidad —el método y la sabiduría—, deduzco que las impurezas mentales son sólo adventicias, externas a la mente, no pertenecen a su naturaleza y, por tanto, no oscurecen nuestra mente para siempre. Aunque no he desarrollado la concentración unipuntual llamada calma mental o samatha, creo que del quíntuple camino puedo alcanzar el camino de la preparación.
»Los antídotos para nuestras impurezas mentales y obstrucciones al conocimiento son dos: la bodichita y la comprensión de la vacuidad. Si los desarrollamos podemos alcanzar la budeidad como lo hizo el Buda Shakyamuni. Podemos cultivar el valor y la determinación para hacerlo porque la naturaleza básica de la mente de Buda y la de nuestras mentes es la misma. La mente que tenemos ahora se convertirá finalmente en la mente de un Buda».
Su Santidad señaló que Vasubandhu declaró que la enseñanza de Buda tiene dos aspectos, uno consistente en las escrituras y otro que comprende la comprensión. Añadió que no obtendremos la comprensión ni limpiaremos las impurezas y los oscurecimientos sólo a base de palabras. Una vez estudiada bien la enseñanza, debemos aplicarla en nuestro interior. Entonces, hagamos lo que hagamos, seremos capaces de ver cómo se pueden reducir y eliminar las obstrucciones de la mente. Su Santidad reiteró que es la naturaleza de luz clara de la mente lo que hace posible que derrotemos las impurezas y manifestemos el estado omnisciente de un Buda.
Mediante la práctica de la bodichita podemos cumplir nuestros propios objetivos y los de los demás. Por lo tanto, nos comprometemos a generar la mente que aspira al despertar. Cultivamos esta aspiración a la iluminación y nos comprometemos a trabajar en beneficio de todos los seres sensibles.
Su Santidad anunció: «Hoy, la enseñanza se centra en el Elogio del Dharmdhatu de Nagaryuna. El texto comienza con un homenaje al dharmadhatu que es la naturaleza de Buda que habita en cada ser sensible. Pero como no son conscientes de ello, giran confinados a los ciclos de la existencia. Sin embargo, cuando lo que da lugar al ciclo de la existencia se purifica, se convierte en nirvana y, también en dharmakaya, el cuerpo de la verdad de un Buda. La naturaleza vacía de la mente de Buda y de nuestras mentes es exactamente la misma. Podemos confiar en que, dado que el dharmadhatu es imposible de manchar, es posible alcanzar el dharmakaya.
»Consideramos que los fenómenos tienen existencia independiente, y esta noción es un tipo de ignorancia. Debemos recordar, en cambio, que la naturaleza de la mente es la vacuidad y que los fenómenos solo existen como meras designaciones. Mientras la naturaleza de luz clara de la mente está envuelta en impurezas, seguimos siendo seres sensibles. Cuando se eliminan, nos iluminamos».
Su Santidad mencionó que de los cinco oscurecimientos mencionados en la estrofa 19 se podría cambiar el nombre del primero de «deseo» a «pesar». Repitió que cuando podamos comprender que las impurezas son temporales y que existen antídotos para ellas, apreciaremos que es posible alcanzar la iluminación. Aunque los tres venenos (el deseo, la ira y la ignorancia) son poderosos, pueden ser derrotados. Debemos confiar en que podemos alcanzar este objetivo.
«Nos hemos reunido aquí, en este lugar sagrado donde tuvo lugar la iluminación —observó Su Santidad—, y hemos repasado este texto del Elogio del Dharmadhatu. Por mi parte, hago todo lo posible por cultivar la mente que aspira al despertar o bodichita y la comprensión de la vacuidad cada día, no con vistas a esta vida únicamente, sino, como dice la famosa estrofa, “mientras el espacio perdure”. Les insto, amigos míos del Dharma, a que hagan lo mismo lo mejor que puedan».
Se ofreció un mandala de agradecimiento seguido de la recitación de la oración de las Palabras de verdad, compuesta por Su Santidad. La sesión concluyó con la siguiente oración:
«Que las fuerzas nefastas corpóreas o incorpóreas que ofenden las enseñanzas del Victorioso con oraciones viles y todos los seres de intenciones perversas sean extirpados por la verdad de las Tres Joyas».