Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India – Esta mañana, el Kashag, gabinete de la Administración Central Tibetana, ofreció a Su Santidad el Dalái Lama oraciones por su larga vida en representación del pueblo tibetano.
Al llegar al Tsuglagkhang, el Templo Principal Tibetano, Su Santidad fue recibido por varias personalidades invitadas: Shri Pema Khandu, ministro principal de Arunachal Pradesh; Shri Tashi Gyalson, consejero ejecutivo jefe de Ladakh; Shri Kiren Rijiju, ministro de Asuntos Parlamentarios del Gobierno de la India; y Shri Sonam Lama, ministro de Asuntos Eclesiásticos de Sikkim.
Dentro del templo, Ganden Trisur Rinpoché y Sakya Gongma se adelantaron para darle la bienvenida.
Su Santidad tomó asiento en el estrado. Sakya Gongma Trichen Rinpoché, maestro principal de la ceremonia, se sentó frente a él. Detrás de este maestro se encontraba Sakya Trizin, a cuya derecha se sentaban Ganden Tri Rinpoché, Taklung Shapdrung, Khenpo Ngedo y Minling Khenchen. A su izquierda se hallaban Menri Trizin, Drikung Chetsang Rinpoché, Khenpo Donyo y Jonang Gyaltsab.
En el patio del templo, ricamente decorado para la ocasión, se exhibían fotografías de Su Santidad en distintas etapas de su vida, junto a imágenes de campeones de la paz como Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, Martin Luther King Jr. y la Madre Teresa.
Las oraciones comenzaron con la invocación de siete versos a Guru Padmasambhava, seguida por una súplica por el bienestar del Tíbet, y prosiguieron con el ritual principal de larga vida, basado en una oración a Amitāyus compuesta por el Gran Quinto Dalái Lama.
Mientras Sakya Gongma Rinpoché se mantenía de pie ante Su Santidad rindiendo homenaje al «Gurú en el trono leonado», se aproximó la médium del oráculo Tsering Che-nga, en estado de trance. Ella presentó sus propias ofrendas, mientras Sakya Gongma Rinpoché proseguía con el ritual. A continuación apareció la oráculo Kharak Khyung Tsün, que se acercó al trono para presentar, en una bandeja, las representaciones del cuerpo, el habla y la mente del Buda. Luego hizo su aparición, también en trance, el oráculo de Nechung, quien ofreció directamente las tres representaciones a Su Santidad. Después saludó a los principales lamas y a los altos cargos de la Administración Central Tibetana. Su Santidad recibió a los diversos oráculos, sus ofrendas y oraciones, con un aire de afecto y cordialidad.
Se recitó una oración de larga vida compuesta por Jamyang Khyentsé Chökyi Lodro, Canción del néctar de la inmortalidad.
La oráculo de Dorje Yudrönma apareció en trance, danzando con gran energía, seguida por el oráculo de Nyenchen Tangla. Ambos se acercaban a Su Santidad por momentos, y luego se apartaban centrando su atención en otros puntos, esparciendo puñados de granos de colores a modo de bendición, y después regresaban ante él. Al término de sus trances, los médiums se desplomaron y fueron rápidamente retirados del templo por sus asistentes.
Se realizó una ofrenda de tsog con el deseo de que, mediante ella, fueran superados todos los obstáculos.
Una procesión constante de miembros del personal de la Administración Central Tibetana desfiló por el templo llevando ofrendas —imágenes sagradas, escrituras, entre otras— para obsequiarlas a Su Santidad. Sakya Gongma Rinpoché encabezó la ofrenda del mandala, en la que participaron el Sikyong, el Presidente del Parlamento y la Comisionada de Justicia. A continuación, ofrecieron las tres representaciones del cuerpo, el habla y la mente del Buda —una estatua de Amitāyus, una escritura y una stūpa— seguidas de un jarrón de la inmortalidad. Luego presentaron ofrendas de néctar de longevidad y píldoras de larga vida. Su Santidad tomó algunas y entregó otras a Sakya Gongma.
Después se presentaron pasteles rituales de colores y formas diversas, acompañados del deseo de que se cumplieran las cuatro actividades iluminadas: pacificar, incrementar, controlar y subyugar. Se ofrecieron bandejas con los ocho símbolos auspiciosos, los siete emblemas de la realeza y las ocho sustancias propicias, con la aspiración de que la vida de Su Santidad se prolongase.
El Sikyong ofreció también las tres representaciones del cuerpo, el habla y la mente del Buda. Los líderes espirituales de las principales tradiciones budistas del Tíbet, así como representantes de las escuelas Bön y Jonang, se acercaron para rendir homenaje a Su Santidad, quien entregó a cada uno una bufanda blanca de seda (khata) y una cinta roja de protección.
Se entonó La canción de la inmortalidad, la extensa oración por la larga vida de Su Santidad el Dalái Lama compuesta por sus dos tutores. A ello siguió la invocación de las emanaciones de Avalokitesvara en la India y el Tíbet, compuesta por Trulshik Rinpoché.
Siguió un interludio musical en el que un grupo de jóvenes tibetanos y tibetanas cantó ante Su Santidad, tomando como letra el verso que él mismo compuso, a petición de Dilgo Khyentsé Rinpoché, como oración por su larga vida. El texto incluye los versos:
«Que vivas para embellecer la tierra, gran bodisatva,
que vivas, Tenzin Gyatso, Avalokiteśvara,
hasta el fin del ciclo de la existencia».
Entonces Su Santidad se dirigió a la asamblea:
«Hoy estamos aquí reunidos con representantes de los dioses y de los seres humanos, creando juntos las condiciones propicias para mi larga vida y elevando vuestras oraciones con intensidad y sinceridad. Por mi parte, es evidente que tengo una conexión con Avalokitesvara. Desde la infancia he sentido este vínculo, y he podido servir al Dharma del Buda y a los seres del Tíbet. Aún albergo la esperanza de vivir más de 130 años.
»En China me reuní con Mao Zedong, quien me dijo que la religión es veneno. Yo no respondí, pero sentí compasión por él. Más tarde, me encontré con Nehru. A lo largo de mi vida he conocido tanto a personas interesadas en la religión como a quienes no lo están. Por supuesto, los seres humanos tienen distintas disposiciones mentales, inclinaciones e intereses, tal como se expresa claramente en nuestras escrituras. Esto es algo completamente natural.
»Por ello, debemos recurrir a métodos que permitan generar felicidad y aliviar el sufrimiento de acuerdo con las disposiciones mentales de cada persona. Incluso aquellos que no profesan creencia religiosa alguna desean ser felices y evitar el sufrimiento. Los científicos modernos no hablan mucho de religión, pero también buscan la felicidad y la ausencia de sufrimiento. Todos procuramos ser felices y alejarnos del dolor. Nosotros, los tibetanos, no deseamos sufrir: queremos ser felices».
«Hemos vivido en el Tíbet durante siglos. Hemos orado a Jowo Lokeshvara, a Jo Yishin Norbu, y hemos creado un karma colectivo. Nos vimos obligados —yo mismo incluido— a huir de nuestra tierra. Y aunque estemos separados físicamente, en lo más profundo de mi corazón permanezco siempre fiel a Jowo Lokeshvara. Todos sabemos que Avalokiteśvara concede sus bendiciones. Yo he recibido indicios claros de que esas bendiciones están conmigo.
»Nada más despertar por la mañana, recito una oración y reflexiono sobre la bodichita, con el fin de cumplir los objetivos tanto propios como ajenos. De este modo genero la mente del despertar. Siempre tengo la intención —y elevo plegarias— de poder beneficiar a todos los seres, incluidos los animales. Desde hace muchos años, Avalokitesvara está sobre la coronilla de mi cabeza. Siento que sus bendiciones están siempre presentes y descienden sobre mí.
»Los seres humanos como vosotros ofrecéis oraciones por mi larga vida. Vuestra devoción es inquebrantable y unidireccional. Durante la Revolución Cultural en China, ellos realizaron esfuerzos colectivos que les dieron fuerza. También nosotros, si mantenemos una fe firme en Avalokitesvara y le dirigimos súplicas, veremos los resultados. Yo también haré esas oraciones.
»Provengo de Dhomey, en el noreste del Tíbet, y cuando repaso las distintas profecías, siento que he recibido las bendiciones de Avalokitesvara y que, hasta ahora, he hecho lo mejor que he podido. Espero vivir otros 30 o 40 años más.
»Hemos perdido nuestro país y vivimos en el exilio en la India, pero he podido beneficiar a los seres. Viviendo aquí, en Dharamsala, mi intención es seguir beneficiando a los seres y al Dharma tanto como pueda. Visualizo a Avalokitesvara sobre mi coronilla y confío en él. Vosotros también deberíais hacer oraciones a Avalokitesvara.
»La esencia del Dharma del Buda es la bodichita. Yo recito esta plegaria: “Para lograr el beneficio propio y ajeno, genero la mente del despertar”. Vosotros también deberíais hacerlo. Eso es todo, gracias».
Se ofreció a Su Santidad un mandala de agradecimiento en señal de gratitud por haber accedido a permanecer durante cien eones.
Los lamas se colocaron sus sombreros tradicionales, de diversas formas y colores, mientras se recitaba la Oración por el florecimiento no sectario del Dharma del Buda. Todos los presentes se pusieron en pie al entonarse la canción «Ghoton».
Su Santidad salió del templo saludando a los invitados y, mientras se dirigía al ascensor, sonreía y saludaba con la mano a los entusiastas devotos que aguardaban. Desde el borde del patio subió a un carrito de golf para regresar a su residencia, con una sonrisa radiante en el rostro.