Zúrich, Suiza - Esta mañana, dejando la tranquilidad de Darmstadt, donde la bicicleta es un medio de transporte privilegiado, Su Santidad el Dalái Lama fue conducido rápidamente a Heidelberg en coche. Al llegar a esta pintoresca ciudad a orillas del río Neckar, fue llevado directamente al Ayuntamiento, donde fue recibido por el alcalde Wolfgang Erichson. Después de saludar a los simpatizantes reunidos en la acera, Su Santidad se volvió para saludar a la gente que observaba desde las ventanas circundantes.
En el interior del Ayuntamiento, Su Santidad recibió una bienvenida oficial y fue invitado a firmar el Libro de Oro inscrito por los visitantes de honor de la ciudad. A esto le siguió un intercambio de regalos. Cuando Su Santidad entró en el auditorio y subió al escenario, recibió un caluroso aplauso de las 1500 personas presentes.
En su discurso de bienvenida, el alcalde Wolfgang Erichson ensalzó las virtudes de la bella ciudad de Heidelberg. La Universidad de Heidelberg atrae a un cuerpo estudiantil de mente abierta y se encuentra entre las 50 mejores universidades del mundo. En la ciudad viven personas de 160 naciones, que ven la diversidad no como una amenaza sino como un activo. El alcalde señaló que es posible aprender a cultivar y lograr la felicidad y se alegró de informar de que al menos una escuela pionera en la ciudad está enseñando precisamente esto.
Durante un breve interludio musical, un quinteto de viento y cuerdas interpretó una deliciosa pieza de Mozart.
El director del Instituto Germano-Americano, Jakob Kollhofer, dijo a Su Santidad que era un gran honor darle la bienvenida a Heidelberg, describiéndolo como un vivo recordatorio de la paz y la compasión, conocido por su cálida sonrisa. Observó que Su Santidad ha sido un refugiado durante 60 años durante los cuales su apariencia y conducta han sido consistentes. Al darle la bienvenida a un festival de la ciencia en lo que se conoce como una ciudad de la ciencia, Kollhofer invitó a Su Santidad a compartir sus pensamientos sobre la felicidad y la responsabilidad.
«Buenos días, queridos hermanos y hermanas. Me propongo aclarar que los 7.000 millones de seres humanos que viven hoy en día en este planeta son emocional, mental y físicamente iguales. Todos queremos vivir una vida feliz y ninguno quiere sufrir. Tenemos un cerebro maravilloso que es muy útil a la hora de analizar e investigar la realidad. Nuestra inteligencia puede traernos paz mental, o puede destruirla. Usando nuestra inteligencia para entender los principios morales podemos aprender a cultivar la calidez de corazón y el altruismo infinito.
»Como han descubierto los científicos, la naturaleza humana básica es compasiva. Nuestra madre nos dio a luz, y luego nos cuidó con el máximo afecto. Si en vez de eso nos hubiera descuidado, probablemente habríamos muerto.
»La ira y el miedo socavan nuestro sistema inmunológico, mientras que la calidez de corazón trae paz mental. Por lo tanto, así como enseñamos a los niños a cumplir con la higiene física por el bien de su salud, también debemos aconsejarles que lleven una especie de higiene de las emociones. Para estar en forma física y mentalmente, necesitan saber cómo abordar las emociones negativas y cómo mantener la paz mental. Y para abordar las emociones es útil tener algo así como un mapa de las emociones, un mapa de la mente.
»Esto es algo que podemos aprender de la investigación llevada a cabo en la antigua India a través de prácticas meditativas para cultivar la calma mental y la visión superior. El Buda practicó ambas, y aunque estas prácticas se describen en la literatura religiosa, pueden ser examinadas y empleadas en un contexto académico.
»Soy un estudiante de un conocimiento indio muy antiguo, el que se conserva en la Tradición de Nalanda, que se basa en la razón y en la lógica. El gran erudito de Nalanda Shantarakshita, que fue invitado al Tibet por el Emperador en el siglo VIII, estableció un modo de entrenamiento y práctica budista en el que la razón y la lógica juegan un papel integral.
»Después de venir a la India tuve la oportunidad de reunirme y discutir con científicos. Me inspiró para ello el consejo del Buda de que no debemos aceptar lo que enseñó basándonos únicamente en la fe, sino probarlo e investigarlo a través de la razón. En consecuencia, el diálogo que he estado llevando a cabo con lcientíficos durante más de treinta años ha sido mutuamente beneficioso».
Kollhofer presentó a tres científicos para que participaran en los debates con Su Santidad esta mañana: la neuróloga Hannah Monyer, el gerontólogo Andreas Kruse y el astrofísico Matthias Bartelman.
La Dra. Monyer planteó algo que ella considera un problema. «Usted enfatiza que somos animales sociales y lo somos, pero no somos tan diferentes de las ratas. Como ellas, los seres humanos prefieren naturalmente ayudar a los miembros de su familia cercana antes que a otros».
«Somos inteligentes —respondió Su Santidad—, tenemos semilla de compasión desde el nacimiento. Usando la razón y la inteligencia podemos aumentar nuestro sentido de compasión y llegar a comprender cómo su opuesto, la ira, es dañino. Nuestros instintos biológicos compasivos tienden a ser coloreados por el apego. Una actitud tan parcial no puede transformarse en una gran compasión. Es por eso que primero desarrollamos la ecuanimidad. Podemos aprender a extender la bondad amorosa a toda la humanidad.
»Una cosa que necesita ser entendida claramente es que tanto la compasión como la ira son parte de la mente, pertenecen a nuestra conciencia mental. Algunas conciencias dependen de nuestros órganos sensoriales. En el estado de sueño, los órganos sensoriales están inactivos. En el sueño profundo, la conciencia es más sutil, pero la conciencia más sutil se manifiesta en el momento de la muerte, cuando ya no tiene relación con el cerebro».
«Esa es una visión dualista», fue la respuesta de la Dra. Monyer.
«A principios del siglo XX, los científicos consideraban que la conciencia dependía totalmente del cerebro", informó Su Santidad. Al final del siglo, la neuroplasticidad mostró que los cambios en el cerebro pueden ser atribuidos a cambios en la conciencia».
El Dr. Matthias Bartelman preguntó si la humildad era importante en el estudio de la ciencia. Su Santidad respondió «Sí», y continuó hablando de cómo todos dependemos de los demás; dependemos de la comunidad en la que vivimos.
El gerontólogo Dr. Andreas Kruse le dijo a Su Santidad que tenía tres preguntas para él. «¿Cree que el vínculo entre la felicidad y la responsabilidad tiene sentido?». Su Santidad respondió que esto sonaba como una pregunta filosófica, algo como: «¿por qué estamos aquí?», y dijo que la respuesta religiosa sería bien porque es la voluntad de Dios o por el karma.
El Dr. Kruse informó sobre los hallazgos de que las personas mayores obtienen un sentido para sus vidas si son capaces de cuidar de los miembros más jóvenes de la familia. Sin embargo, cuando sufren enfermedades degenerativas, como la demencia, quedan excluidos de estas actividades y los jóvenes sienten la responsabilidad de cuidarlos. El Dr. Kruse planteó la noción de «situaciones fronterizas», propuesta por primera vez por Karl Jaspers, un psiquiatra y filósofo germano-suizo educado en Heidelberg.
Su Santidad respondió que parecía ser una observación filosófica complicada. Todo es relativo; nada tiene existencia independiente. Citó el ejemplo del tiempo. «¿Existe el tiempo? ¿Dónde está el presente si siempre está en movimiento?»
Al responder a las preguntas del público, Su Santidad se refirió a la necesidad de garantizar que el siglo XXI no repita la experiencia del siglo XX, que fue abrumadoramente violenta. El siglo XXI debería ser una era de diálogo. Los problemas deben resolverse hablando sobre ellos, no mediante el uso de la fuerza.
Desafiado a decir por qué no había intervenido en la crisis de Rohingya en Birmania, respondió que es un extraño en ese conflicto. Informó de que había hablado y escrito a Aung San Suu Kyi, que era quien podía hacer más. Aconsejó a los budistas birmanos que, cuando se sintieron conmovidos por la ira, recordaran el rostro de Buda.
Kollhofer puso fin a la sesión diciendo a Su Santidad que todos los que escuchaban se habían inspirado en lo que él les había dicho. Le dio las gracias una vez más por venir a Heidelberg. Su Santidad respondió: «Para lograr un mundo más feliz y más pacífico, tenemos que empezar a nivel individual. El cambio comienza con los individuos y se extiende a la comunidad».
Su Santidad fue invitado a almorzar en el vestíbulo abovedado del Ayuntamiento, al terminar el almuerzo se dirigió a Mannheim desde donde voló a Zúrich. Los tibetanos habían montado una bienvenida tradicional fuera del hotel, cuya entrada estaba alineada con banderas tibetanas. Había bailarines de Tashi Shölpa y jóvenes tibetanos que ofrecían el «Chema Changpu».
Su Santidad dialogó con todos los que habían venido a saludarlo, viendo con alegría a varios viejos amigos entre ellos. En el vestíbulo fue recibido por el Abad, Presidente y Director del Instituto Tibetano Rikon, así como por otros monjes y lamas.
Mañana asistirá a las celebraciones en el Instituto Tibetano de Rikon.