Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Por tercer año consecutivo, el Instituto de Paz de los Estados Unidos (USIP) ha traído a un grupo de líderes juveniles de zonas de conflicto para reunirse con Su Santidad el Dalái Lama. El USIP es una institución independiente y no partidista encargada de promover la seguridad nacional y la estabilidad mundial mediante la reducción de los conflictos violentos en el extranjero.
Conducidos por la presidenta del USIP, Nancy Lindborg, 27 líderes juveniles y tres que, aunque ya vinieron el año pasado, ahora están ayudando como capacitadores, vinieron de 12 países diferentes: Afganistán, Birmania, Colombia, Iraq, Libia, Nigeria, República Centroafricana, Somalia, Sudán del Sur, Siria, Túnez y Venezuela.
Cuando Su Santidad entró hoy en la sala, les dio a todos los buenos días y estrechó la mano a los miembros del primer panel de la mañana.
«Realmente disfruto de este tipo de reuniones —les dijo—. Mi práctica principal es dedicar mi cuerpo, mi habla y mi mente al beneficio de los demás. No puedo ayudar a ninguno de ustedes limpiando sus casas, pero al menos puedo sonreír. Normalmente una sonrisa invoca a otra. Es muy raro que una sonrisa se encuentre con un ceño fruncido. Y así como dedico mis acciones físicas al beneficio de los demás, también dedico mi habla, pero lo principal es que dedico mi mente a lograr el bienestar de los demás, no sólo hoy, sino mientras el espacio permanezca. Sin embargo, cuando me siento en meditación estoy solo, pero cuando estoy con gente como tú puedo sonreír y usar mi voz también. Gracias por darme esta oportunidad».
Nancy Lindborg guió la conversación haciendo un llamado a los líderes juveniles para que se presentaran y formularan sus preguntas a Su Santidad. La primera, planteada por un delegado de Venezuela, se refería a si es posible lograr la paz cuando no se tiene libertad.
«Hay diferentes niveles de paz —le dijo Su Santidad, describiendo su propia experiencia de vida en una zona de conflicto—. Cuando los comunistas chinos invadieron el Tíbet por primera vez, su control del país no era tan estricto. En 1954 fui a Beijing para asistir al Congreso de los Pueblos. Me reuní con el Presidente Mao varias veces. No se comportó como un líder político. Se comportó como un viejo granjero que se había convertido en un revolucionario. Desarrollé un poco de respeto por él y por los otros líderes del partido que conocí. Discutimos la historia de la revolución y las ideas de Marx. Me atrajeron tanto entonces como ahora sus teorías socioeconómicas, especialmente la noción de distribución equitativa.
»Sin embargo, durante la Revolución Bolchevique, Lenin estropeó las cosas con su mentalidad de guerra y la perpetuación del secretismo, la sospecha y la represión. Estas actitudes condujeron directamente al totalitarismo. Más tarde, Stalin empeoró las cosas aún más. A pesar de ello, descubrí que en los primeros años, los líderes revolucionarios chinos eran muy dedicados, pero una vez que probaron el poder, parece que ejercerlo se convirtió en algo más importante que la ideología. Esto es lo que produjo la Revolución Cultural. Gente buena, honesta y directa fue despedida, mientras que individuos astutos como Zhou Enlai sobrevivieron.
»Cuando regresé a casa en 1955, me encontré con el General Zhang Guohua en el camino y le dije que cuando salí el año anterior había estado aprensivo, pero que volvía lleno de confianza. Sin embargo, a partir de 1956, parece que los funcionarios chinos empezaron a sospechar de mí. Al mismo tiempo, la reforma fue impuesta sin piedad, empezando por el Tíbet oriental, lo que provocó la revuelta del pueblo. Sin embargo, los antiguos sirvientes de los terratenientes feudales tibetanos les mostraron amabilidad al informarles de cuándo estaban a punto de ser sometidos a sesiones de lucha de clases y así permitirles a algunos de ellos escapar a la India.
»Muchas personas huyeron del Tíbet oriental y se congregaron en Lhasa. En 1959, cuando los chinos me invitaron a asistir a un espectáculo de danza, el público sospechaba mucho y rodeó el Palacio de Norbulingka para protegerme. Intenté tranquilizarlos y escribí cartas a los chinos en vano. Recibí un mensaje de un antiguo alto funcionario tibetano que me pedía que identificara dónde me alojaba en el Norbulingka, pero no estaba claro si el propósito era protegerme o atacarme. El 17 de marzo decidimos irnos. El 20 de marzo, las fuerzas chinas bombardearon Lhasa y bombardearon mi residencia de Norbulingka. Parece que la decisión de escapar fue correcta y aquí en la India he podido contribuir a un mayor sentido de paz mental».
Su Santidad explicó que en el exilio se había hecho hincapié en la preservación de la cultura y la identidad tibetanas mediante la educación de los niños tibetanos. Llamó a esto un enfoque realista, mencionando que recurrir a la ira y la violencia es autodestructivo y conduce a una represión más dura. Subrayó que la violencia es el método equivocado para lograr el cambio. Nancy Lindborg agregó que el USIP tiene evidencia de que la no violencia es, de forma sistemática, más efectiva a largo plazo.
Su Santidad señaló que actualmente se estima que hay 400 millones de budistas en China, muchos de los cuales aprecian el valor del budismo tibetano. Señaló que mientras que los chinos pueden aportar desarrollo material y comodidad física al Tíbet, los tibetanos pueden ofrecer a China desarrollo espiritual y paz mental. La clave, dijo, es mantener la determinación, ser realista y tomar medidas.
«Hemos registrado el antiguo conocimiento indio sobre el funcionamiento de la mente y las emociones en los libros que traducimos del sánscrito. Abordamos los problemas lidiando con la mente y las emociones y construyendo la fuerza interior. Después de 70 años, empleando todo tipo de métodos, los chinos no han logrado mellar el espíritu tibetano».
Respondiendo a una pregunta sobre el papel de la mujer, Su Santidad observó que las mujeres han demostrado ser más sensibles al sufrimiento de los demás. Por el contrario, los héroes celebrados por matar a sus oponentes son casi siempre hombres. En un contexto budista, dijo, nos referimos a otros seres como «todas nuestras madres, los seres sensibles» en reconocimiento de su bondad. Reiteró el consejo que a menudo da sobre la necesidad de ver a más mujeres en puestos de liderazgo y de involucrarse más estrechamente en la educación sobre la compasión. Citó a la ex presidenta de Irlanda y defensora de los derechos humanos, Mary Robinson, refiriéndose a él como un «Dalái Lama feminista».
Su Santidad confirmó la importancia de utilizar la tecnología siempre que sea posible para superar la falta de conocimiento. Recordó que en el Tíbet la principal fuente de noticias del mundo exterior eran los comerciantes musulmanes que viajaban hacia y desde la India. Observó que las personas en países más aislados tienen más probabilidades de pensar en términos de una verdad, una religión. Este enfoque está bien a nivel personal, dijo, pero la realidad del mundo en el que vivimos es que hay varias religiones principales y la verdad puede tener muchos aspectos.
Observando que muchos de los problemas que enfrentamos surgen de una falta básica de principios morales, Su Santidad recomendó entrenar la mente, cultivar una preocupación más profunda por el bienestar de los demás. Tal preocupación surge naturalmente cuando consideramos a otras personas como hermanos y hermanas.
«Tenemos que recordar que todos y cada uno de nosotros es parte de la humanidad. Tenemos que estar decididos a lograr un cambio positivo, pero también tenemos que ser capaces de tener una visión a largo plazo de lo que hay que hacer. Lo importante es no desmoralizarse. El optimismo conduce al éxito; el pesimismo conduce a la derrota. Una persona puede ser la fuente de inspiración para muchos otros. Aquellos de nosotros que practicamos el budismo aspiramos a alcanzar la Budeidad, lo cual es casi imposible para la mayoría de nosotros, pero la aspiración misma nos da fuerza interior.
»Este tipo de reunión me da la confianza de que nos estamos despertando. Podemos lograr cambios en el mundo. Podemos hacer crecer las semillas del bien. Tenemos que ser firmes en nuestros objetivos y abordarlos juntos. Hace algunos años, en una reunión de Premios Nobel de la Paz se acordó la necesidad urgente de eliminar las armas nucleares, pero para alcanzar ese objetivo necesitamos establecer un calendario y ceñirnos a él, atrayendo a otros a la causa».
Una líder juvenil del sur de Sudán que vino a Dharamsala el año pasado y que ha regresado este año como formadora hizo una breve evaluación de las dos reuniones a las que había asistido con Su Santidad.
«Estuve aquí el año pasado y estoy muy contenta de haber podido volver. Siento que usted vive de acuerdo con lo que dice. Es usted un líder mundial con el que podemos identificarnos. Su tranquilidad es una inspiración. Veo que todos regresamos como Dalái Lamas para traer la paz a nuestros propios lugares. Me alegra saber que usted es un Dalái Lama feminista. Gracias por dedicarnos parte de su tiempo».
Respondiendo a una pregunta final sobre la construcción de la paz, Su Santidad declaró:
«Las ideas pueden viajar de arriba hacia abajo, pero los movimientos que las pondrán en práctica tienen que funcionar de abajo hacia arriba. Me anima mucho ver cómo los jóvenes como usted están tratando de lograr un cambio positivo. Tenemos buenas razones para tener confianza porque nuestros esfuerzos se basan en la verdad y la razón; por lo tanto, tendremos éxito.
»Trabajamos por el bien de la humanidad. No me considero un tibetano o un budista, sino un ser humano. Tenemos que pensar en toda la humanidad. El hecho de ser humanos es la base común de nuestros esfuerzos por crear un mundo mejor. Recuerda, todos dependemos de los demás para sobrevivir».
Nancy Lindborg expresó su agradecimiento a todos los que contribuyeron a que las reuniones fueran fructíferas, incluido el personal de la Oficina de Su Santidad, de USIP y de Radio Free Asia. Ofreció luego a Su Santidad una gorra de paz de la USIP, que él se puso con una sonrisa. Su consejo de despedida fue que este tipo de reunión se produce como resultado de la cooperación de los individuos.
«Todos quieren vivir una vida feliz, pero muchos no saben cómo hacerlo. Con el tiempo, y con esfuerzo, podemos cambiar eso».
