Chandigarh, India - Ayer, Su Santidad el Dalái Lama viajó por carretera de Dharamsala a Chandigarh. Esta mañana fue invitado a inaugurar la 11ª Semana Mundial de la Universidad de Chitkara y representantes de la universidad vinieron a acompañarlo a su campus en Rajpura. La Semana Mundial, en la que profesores de todo el mundo imparten cursos breves a estudiantes de Chitkara, se considera una plataforma para aumentar su conciencia internacional y ampliar su experiencia de aprendizaje.
Su Santidad estaba sentado en la primera fila del auditorio mientras que la Vicecanciller, la Sra. Sangeet Jaura, le presentó a los 1200 estudiantes y profesores. Cinco jóvenes tibetanas interpretaron una selección de cantos y danzas de la tradición de la ópera tibetana, comenzando con una conmovedora interpretación de los versos de una oración por la larga vida de Su Santidad. Cinco jóvenes indias ofrecieron a continuación una enérgica representación de la tradición de danza Bharatanatyam del sur de la India. Les siguió un grupo de cuatro jóvenes indias más que bailaron al estilo Kathak del norte de la India. Los tres grupos de intérpretes bajaron desde el escenario hasta donde estaba sentado Su Santidad y él les dio las gracias personalmente.
Invitado a subir al escenario, Su Santidad fue acompañado por el Canciller y el Vicecanciller de la universidad para encender una lámpara en saludo a Sarasvati, la diosa del conocimiento, la música y el aprendizaje. Luego, se sentó entre ellos y se dirigió al público.
«Respetados hermanos y hermanas, y hermanos y hermanas menores, realmente somos hermanos y hermanas humanos. Según las tradiciones religiosas teístas, todos somos creados por un solo dios que es la encarnación del amor infinito. Como sus hijos, todos somos hermanos y hermanas. Desde un punto de vista no teísta, nuestras vidas no tienen principio. Nacemos en vida tras vida y como seres humanos en esta ocasión todos somos hermanos y hermanas de la amplia familia humana.
»Algunos de los problemas que enfrentamos, como los desastres naturales, están fuera de nuestro control. Pero otros, que involucran intimidación, explotación y engaño, los creamos nosotros mismos. Sin embargo, los científicos han encontrado evidencia de que los seres humanos son, en gran medida, compasivos por naturaleza. También señalan que la ira y el odio constantes sirven para socavar nuestro sistema inmunológico, por lo que, claramente, cultivar un corazón cálido es bueno para nuestra salud.
»En la infancia somos abiertos y amistosos con nuestros compañeros, pero después de empezar la escuela prestamos poca atención a nuestras emociones. La educación moderna fue moldeada por Occidente, pero aquí en la India tenemos una larga tradición de no violencia, compasión, concentración y comprensión de la naturaleza de la realidad: ‘ahimsa’, ‘karuna’, ‘shamatha’ y ‘vipashyana’. El jainismo y el budismo son ambos productos de tales valores indios. Hoy en día, necesitamos una educación en este sentido sobre el funcionamiento de nuestras mentes y emociones, de lo contrario sólo apuntamos a objetivos materialistas.
»Tenemos que aprender a enfrentarnos a nuestras emociones destructivas. Si lo hacemos, seremos capaces de comprender que el corazón cálido es la base de la paz mundial. Las personas que sólo reciben una educación materialista desarrollan naturalmente sólo una perspectiva materialista. En consecuencia, sólo tienen una idea limitada de cómo abordar los problemas a los que se enfrentan. Así como criamos a los niños con una apreciación de la higiene física, necesitamos introducirlos a una higiene emocional equivalente, que implica descubrir cómo moderar el enojo y el apego y cultivar un corazón cálido hacia los demás.
»Estoy comprometido a revivir el interés en el antiguo conocimiento indio sobre el funcionamiento de la mente y las emociones, y creo que la India es ahora el único país que podría ser pionero en una combinación de tal comprensión con la educación moderna. Así como Mahatma Gandhi reveló el poder de la 'ahimsa' —la no violencia— en el siglo XX, en este siglo la India podría revelar la importancia de abordar nuestras emociones perturbadoras y cultivar la paz mental. La religión es un asunto de interés personal,pero la ética secular se aplica a toda la humanidad. Por lo tanto, la paz mental tendría un atractivo más amplio si se enfocara desde un punto de vista secular».
Su Santidad continuó explicando que podemos construir una humanidad más feliz y más pacífica una vez que entendamos que la fuente última de felicidad no es el dinero y el poder, sino algo dentro de nosotros mismos. Les dijo a sus oyentes que le gustaría escuchar lo que tenían que decir al respecto, ya que la exposición de opiniones diferentes sirve para estimular un pensamiento renovado. Recordó que los maestros de la Tradición de Nalanda, a la que él pertenece, sometieron incluso las enseñanzas del Buda a una evaluación crítica. Cuando parecían contradecir la lógica y la razón, se preguntaban cuál era el propósito del Buda al presentar las cosas de esa manera.
Alguien planteó una pregunta sobre el cuidado de la salud, y Su Santidad respondió que la paz mental es tan importante como la salud física. Nos permite mantener la calma, sin importar las circunstancias que nos rodeen. Sobre esta base, el maestro indio del siglo VIII Shantideva señaló que nuestro enemigo puede ser nuestro mayor maestro. Es más, una actitud egocéntrica nos impulsa a sospechar y a tener miedo, mientras que cuando consideramos a otros seres humanos como hermanos y hermanas, el miedo desaparece.
Su Santidad explicó que cuando se enfrenta a un desafío, siempre lo examina desde diferentes ángulos para evaluar si se puede superar. Si puede, no hay necesidad de preocuparse. Si no puede, entonces preocuparse por ello no sirve de nada. Observó que lo que parece un problema para empezar, a menudo resulta ser una oportunidad. Sugirió que si los jóvenes de hoy se enfrentaran a los desafíos que enfrentan con visión, podrían esperar crear un mundo más feliz y pacífico. Donde el egocentrismo estrecha la mente e induce al miedo, el altruismo y la preocupación por los demás trae confianza en nosotros mismos.
Señaló que las emociones destructivas están arraigadas en la ignorancia, que es ver las cosas como si existieran de la manera en que aparecen, en otras palabras, como si existieran de manera intrínseca. Llegar a comprender que la forma en que aparecen las cosas le debe mucho al observador es liberador.
Cuando le preguntaron cómo enseñar los valores humanos a los niños que no tienen ni siquiera las necesidades básicas cubiertas, Su Santidad lamentó la brecha global entre ricos y pobres. Aquí en la India, dijo, el sistema de castas está desfasado. Hace más de dos mil años, el Buda se opuso a las distinciones basadas en la casta. Es una costumbre que tiene sus raíces en una actitud feudal, pero es algo que se puede cambiar a través de la educación. Expresó su admiración por el pluralismo y la diversidad que florecen en la India y observó que, dado que los seres humanos somos animales sociales, debemos tratarnos mutuamente con amor y amabilidad.
Su Santidad describió el calentamiento global y la crisis climática como muy graves, haciendo hincapié en lo mucho que aprecia los esfuerzos de Greta Thunberg para concienciar sobre la necesidad de tomar las medidas adecuadas. Hace poco un ambientalista taiwanés le advirtió que si las cosas no cambian, dentro de 80 años la situación será realmente grave. Su Santidad admitió que no afectará a las personas de su edad, pero que es esencial considerar cuál será el impacto para los que son jóvenes ahora.
Dicho esto, Su Santidad dijo a otro interrogador que hay motivos para el optimismo. Recordó que, desde una perspectiva, el siglo XX fue una época de guerra y derramamiento de sangre. Sin embargo, el espíritu que dio origen a la creación de la Unión Europea, de anteponer el bien común, fue un signo de esperanza y madurez humana que bien podría emularse en África, América Latina y aquí en Asia. Tal desarrollo permitiría reducir en gran medida el gasto militar. La posibilidad de resolver los conflictos a través del diálogo en lugar de la violencia permite la perspectiva de que se convierta en un siglo de paz y desmilitarización.
«Los individuos que cultivan la paz mental conducen a una sociedad más pacífica —aconsejó Su Santidad—, y eso a su vez contribuye a un mundo más pacífico. Todos los seres quieren encontrar felicidad. Dependemos de la esperanza, que es la búsqueda de algo bueno. Pero para ello necesitamos usar nuestros cerebros adecuadamente. La verdadera felicidad depende, no de las conciencias sensoriales, sino de la mente misma: la clave es establecer la paz mental. Para ello es necesario que entendamos el sistema de la mente y las emociones, que fue examinado a fondo en la antigua India».
La Universidad de Chitkara le otorgó a Su Santidad el título de Doctor Honoris Causa en reconocimiento a su inigualable e invaluable contribución a la humanidad, la paz mundial y la educación. Declaró oficialmente inaugurada la 11ª Semana Mundial Chitkara y el Vicecanciller ofreció unas palabras de agradecimiento.
Fuera del auditorio, Su Santidad abrió el Centro Chitkara para la Felicidad descubriendo una placa y plantando un árbol como recuerdo de su visita. Como invitado del Canciller y el Vicecanciller, fue recibido para almorzar en habitaciones decoradas como un 'dhaba' punjabí de carretera, antes de regresar a su hotel en Chandigarh.