Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India - Cuando Su Santidad el Dalái Lama pasó por el patio esta mañana de camino al templo, se detuvo para prestar atención a una gran cantidad de objetos que las personas habían colocado en varias mesas para ser bendecidos. Luego, al seguir caminando, miró repetidamente a ambos lados del camino para sonreír y saludar a los miembros del público.
Mientras giraba alrededor del Templo de Kalachakra se detenía para apoyarse en la barandilla, mirar hacia abajo y saludar a las personas reunidas en la calle de abajo.
Asimismo, desde la parte trasera del Templo Principal sonreía y saludaba a las personas que esperaban verlo desde la carretera que sube a McLeod Ganj. En el interior del templo, antes de sentarse, saludó a los monjes tailandeses sentados alrededor del trono.
El Sutra del Corazón fue recitado primero a un ritmo constante por monjes y monjas vietnamitas que seguían el ritmo de un pez de madera. A continuación, lo recitó un grupo de Indonesia.
Dirigiéndose a un público que se calcula que ascendía a 6.100 personas procedentes de 57 países, incluidos los patrocinadores específicos de la enseñanza, 650 budistas de Singapur, Malasia, Indonesia, Tailandia y Vietnam, Su Santidad observó que éste era el segundo día de las enseñanzas.
«Todos nosotros somos iguales en no querer sufrir y desear ser felices. En este planeta —continuó— ha habido varios maestros fundadores de diversas tradiciones religiosas, pero la observación de Buda fue que el sufrimiento no carece de causas. Estas causas surgen de nuestras acciones y emociones nocivas. Aconsejó que conociéramos el sufrimiento, nos deshiciéramos de su origen, lográramos la cesación y cultiváramos el camino.
»Debemos comprender la naturaleza y el alcance del sufrimiento. Algo puede parecer placentero, pero en realidad tener la naturaleza del sufrimiento. El sufrimiento y la insatisfacción no están en el exterior, son algo que experimentamos en nuestro interior. Sin embargo, podemos lograr su cesación cultivando el camino que consiste en los Tres Entrenamientos Superiores: ética, concentración y sabiduría.
«El Buda enseñó que el sufrimiento debe ser conocido, pero que no hay nada que conocer. Su origen debe ser derrotado, pero no hay nada que derrotar. Y lo mismo ocurre con la cesación y el camino. Estas Cuatro Nobles Verdades son la base de la enseñanza de Buda, cuya clave es que la causa última del sufrimiento es un estado mental distorsionado. Una forma de contrarrestarlo es tener en cuenta los Cuatro Sellos:
»Todos los fenómenos condicionados son transitorios. Todos los fenómenos contaminados son insatisfactorios o de la naturaleza del sufrimiento. Todos los fenómenos están vacíos y carecen de entidad. El nirvana es la verdadera paz.
»La enseñanza de Buda es lógica y se basa en la causa y el efecto. Practicarla no consiste únicamente en rezar al Buda. Se trata de derrotar la ignorancia y los puntos de vista distorsionados siguiendo el verdadero camino. Cuando se alcanza el camino de la preparación se logra un sucedáneo de cesación, y en el camino de la visión, se obtiene la cesación.
»Derrotar la ignorancia implica comprender qué es el sufrimiento y que sus causas son el karma y las emociones nocivas. Implica comprender que los fenómenos no existen tal y como aparecen. No existe nada que no sea dependiente. Los fenómenos son meramente designados. Lograr la cesación requiere fuerza mental. Cuando comprendamos que es posible lograr la cesación, seguiremos el camino».
En este punto, Su Santidad recitó una estrofa de la Alabanza al surgimiento dependiente de Lama Tsongkhapa:
Tras seguir a tal maestro, volverse un renunciante,
y estudiar las palabras del Conquistador no demasiado mal,
este monje que se esfuerza en las prácticas yóguicas,
es así como se inclina ante tan gran rishi.
Y la aplicó a su propia experiencia, señalando que en su juventud había tomado los votos de novicio y de monje plenamente ordenado. Desde entonces, tras convertirse en un renunciante, estudió las enseñanzas del Buda. La esencia de estas palabras es cultivar la mente que aspira al despertar o bodichita y la comprensión de la vacuidad. Afirmó que, al igual que Tsongkhapa, «mediante la práctica del yoga de la gran resolución, este monje se dedica a las enseñanzas de tan gran proveedor de la verdad: el Buda».
Su Santidad anunció que estaría encantado de responder a las preguntas del público. Al hacerlo, explicó que, dado que la noción de existencia verdadera de los fenómenos sirve de base para la noción de existencia verdadera de las personas, sería difícil comprender la ausencia de entidad de las personas sin comprender de la ausencia de existencia verdadera de los fenómenos.
Añadió que otras tradiciones y escuelas de pensamiento afirman la existencia de un alma o un yo que no depende de los agregados mentales y físicos, mientras que el Buda negó la existencia de tal yo.
Su Santidad aclaró que, aunque el desarrollo de la concentración unipuntual es importante, es posible comprender a través del análisis que los fenómenos no tienen una existencia intrínseca. Recordó que el gran maestro indio Kamalashila, alumno de Shantarakshita, fue invitado al Tíbet por el entonces rey Trisong Detsen. Participó en un Debate en Samye con maestros chinos que defendían la importancia de la meditación concentrada y no conceptual. El Rey decidió que adoptar un enfoque analítico era más adecuado para los tibetanos.
Su Santidad comentó que aplicando el razonamiento séptuple sería posible reflexionar sobre la naturaleza vacía de los objetos, pero que posteriormente también sería útil analizar la propia mente que realiza el análisis.
Le dijo a una mujer que quería saber por qué soñaba con personas fallecidas que a veces esos sueños se producen debido a conexiones pasadas y otras circunstancias. Sin embargo, añadió que los sueños no son fiables.
Su Santidad comentó que todos tenemos un sentido general de un «yo», pero que es cuando pensamos en ese «yo» como independiente de los agregados y como su dueño o controlador cuando estamos ideando un yo de la persona. Existe un mero «yo» por un lado y la noción de un «yo» independiente por otro.
Recomendó una mayor interacción entre las tradiciones religiosas que llevara a una comprensión más clara de otras formas de pensar y practicar. Señaló que el Buda no fue el único que adoptó la vida sin hogar, los seguidores de otras tradiciones también lo hacen.
En cuanto a la práctica espiritual, sugirió que pensar sólo en uno mismo no aporta felicidad. Por el contrario, ocasiona ansiedad y desconfianza. Sin embargo, si nos preocupamos por el bienestar de los seres sensibles infinitos como el espacio, nos encontraremos tranquilos y contentos. Citó el consejo de Shantideva:
Si no intercambio mi felicidad
por el sufrimiento de los demás,
no sólo no alcanzaré la budeidad,
tampoco en el samsara tendré felicidad. 8/131
Su Santidad admitió que rezar por la larga vida de nuestros maestros puede tener algunos beneficios, pero es mucho más eficaz practicar la enseñanza que nos ha impartido, que, en el caso de un budista, implica la bodichita y la comprensión de la vacuidad. Esta ofrenda de la práctica es lo que realmente prolongará la vida del lama.
Su Santidad observó que un primer paso sencillo a la hora de enfrentarnos al sufrimiento es contemplarlo desde una perspectiva más amplia. Pensar en nosotros mismos como uno más entre los muchos seres humanos que viven en esta tierra pone nuestro dolor en perspectiva y nos puede ayudar a tener en cuenta otras circunstancias imprevistas. Mientras estemos impregnados de actitudes egoístas nos encontraremos con perturbaciones mentales, pero el desarrollo de la comprensión de la ausencia de entidad intrínseca puede ayudarnos a contrarrestar nuestras emociones negativas.
Reiteró que cuando nos aferramos al yo en momentos de apego o ira, como algo sólido que parece poseer los agregados, ése es el negandum de la visión de la vacuidad de las personas.
Indicó que un psicoterapeuta podría encontrar más eficaz compartir su propia experiencia que prescribir a sus pacientes prácticas tomadas del budismo. Cuando se le pidió que explicara la forma más fácil de desarrollar bodichita, mencionó tanto el enfoque de los siete puntos de causa y efecto como el método de ponernos en el lugar de los demás. El libro que describe este último método de forma más detallada es la Guía del Modo de Vida de los Bodisatvas de Shantideva, del que citó las siguientes estrofas:
Cualquier alegría que haya en este mundo
viene de desear que los demás sean felices,
y cualquier sufrimiento que haya en este mundo
proviene de desear mi propia felicidad. 8/129
¿Hace falta decir más?
Los infantiles se ocupan de sí mismos,
los Munis obran por el bien ajeno:
mirad la diferencia entre ellos. 8/130
Este mismo libro nos anima a revalorizar la forma en que vemos a alguien que busca perjudicarnos. Aunque parezcan hostiles y su intención sea hacernos daño, es posible verlos como un objeto de compasión. Como esto transforma nuestra propia actitud, podemos ver a ese enemigo como un maestro.
Por último, una madre quería saber cómo educar a su hijo como budista. Su Santidad le dijo: «En lugar de tratar de imponer a su hijo tal o cual conjunto de ideas, sería mejor ofrecerle libros para que los lea, tal vez incluso libros que yo he escrito —y se rió—, para que llegue a sus propias conclusiones».