Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India — Más de seis mil personas se reunieron hoy en el Templo Principal Tibetano para expresar su gratitud a Su Santidad el Dalái Lama por su inmensa bondad, desde que asumió la dirección espiritual y temporal del Tíbet el 17 de noviembre de 1950; hace hoy setenta y cinco años.

Cuando Su Santidad llegó a la puerta de su residencia, fue recibido por la invitada de honor del día, la doctora Eliska Zigova, embajadora de la República Checa en la India; por el presidente de la Administración Central Tibetana, el Sikyong Penpa Tsering; por el portavoz del Parlamento, Khenpo Sonam Tenphel, y por la comisionada jefe de Justicia, Yeshi Wangmo, así como por Tashi Namgyal y por representantes de antiguos alumnos de varias escuelas tibetanas que contribuyeron a la organización del acto. Le acompañaron hasta su asiento en la veranda situada bajo el templo. Artistas tibetanos cantaron y danzaron para darle la bienvenida.
Mientras sonaban los clarines, el Sikyong Penpa Tsering izó la bandera tibetana. A continuación, artistas del Instituto Tibetano de Arte Escénico entonaron el Himno Nacional Tibetano y, seguidamente, el Himno Nacional de la India, con el acompañamiento de flautas y tambores. La comisionada jefe de Justicia, el portavoz del Parlamento y el Sikyong ofrecieron a Su Santidad un mandala con las representaciones del cuerpo, la palabra y la mente del Buda. Este ritual fue repetido por Tashi Namgyal y por veinticuatro representantes de antiguos alumnos de siete escuelas residenciales centrales para tibetanos (CST) en la India; de la Aldea Infantil Tibetana de Dharamsala; de la Fundación Tibetan Homes de Mussoorie, y de las escuelas tibetanas diurnas de la India y Nepal, quienes ofrecieron a Su Santidad dos hermosas estatuas de Avalokiteshvara Khasarpani.
El Sikyong Penpa Tsering leyó la declaración del Kashag con motivo de la celebración de hoy, primero en tibetano y luego en inglés. Comenzó señalando que este día auspicioso, que conmemora el 75º aniversario de la asunción por parte de Su Santidad el Dalái Lama del liderazgo espiritual y temporal del Tíbet, se celebra también dentro del Año de la Compasión, dedicado al nonagésimo cumpleaños de Su Santidad.
Recordó que un imperio político unificado apareció por primera vez en la Tierra de las Nieves durante la época del primer emperador tibetano, Nyatri Tsenpo, en el siglo III a. C. Durante el reinado de los Tres Reyes del Dharma, la influencia del imperio tibetano se extendió ampliamente por Asia. Bajo el reinado del rey Songtsen Gampo se creó la escritura tibetana, basada en la escritura Gupta india. Con el tiempo, las puras enseñanzas budistas de la Tradición de Nalanda fueron introducidas en el Tíbet. En ese mismo periodo, el Tíbet llegó a invadir la capital china de Chang’an, la actual Xi’an.

Desde el siglo IX el imperio tibetano se fragmentó, pero desde la época de Drogön Chögyal hasta el establecimiento del Ganden Phodrang existió una relación de «monje-patrón» con los gobernantes mongoles, ming y manchúes de China.
A comienzos del siglo XX, Amdo fue invadido por el señor de la guerra musulmán Ma Bufang. Kham fue invadido por el general manchú Zhao Erfeng y el Tíbet central por los británicos. Tras hacerse con el poder en China, el Kuomintang (el Partido Nacionalista Chino) anexionó partes de Amdo y Kham y puso a prueba repetidamente a las fuerzas del gobierno tibetano en la frontera. Después de la instauración de la República Popular China en 1949, el Ejército Popular de Liberación ocupó partes de Amdo y Kham, culminando en la toma de Chamdo y la derrota del ejército tibetano.
Fue en estas circunstancias cuando el pueblo del Tíbet se volvió hacia Su Santidad el Dalái Lama, suplicándole que, a pesar de tener solo 15 años, asumiera la responsabilidad del liderazgo del país. Así, el 17 de noviembre de 1950, respondió a aquella súplica y aceptó el deber que recaía sobre él. Durante más de ocho años trató de negociar con los chinos, esforzándose por proteger la vida de los tibetanos y preservar la herencia religiosa y cultural única del Tíbet, dentro del marco del Acuerdo de 17 puntos que se había impuesto a los tibetanos. Lamentablemente, en 1959, ante la incesante agresión de la RPC, se vio obligado a exiliarse en la India.
Al llegar a la tierra sagrada de la India, Su Santidad repudió el Acuerdo de 17 puntos, declarándolo nulo y sin efecto. En la década de 1970 propuso el Enfoque del Camino Medio para resolver el conflicto sino-tibetano. Esta es la política que la Administración Central Tibetana continúa siguiendo.
El Sikyong Penpa Tsering alabó a Su Santidad como un gran bodisatva, tal como revelan sus incansables esfuerzos por cumplir sus Cuatro Compromisos: promover los valores humanos, la armonía interreligiosa, la antigua sabiduría india y la preservación de la ecología y la cultura del Tíbet. Declaró: «En esta feliz ocasión ofrecemos fervientes oraciones por la larga vida de Su Santidad el Gran Decimocuarto Dalái Lama y por la continuidad de sus actividades iluminadas durante eones».

En su declaración en nombre del Parlamento Tibetano en el Exilio, el presidente Khenpo Sonam Tenphel recordó que Su Santidad visitó China en 1954 y se reunió con los líderes chinos. En 1956 vino a la India para participar en el 2500.º aniversario del Buddha Jayanti. Aquí conoció a dirigentes indios y apreció especialmente lo que pudo ver del dinámico sistema democrático de la India. De regreso en el Tíbet, en 1959, realizó su examen de Gueshe Lharampa durante el Gran Festival de Oración. El 17 de marzo de ese mismo año, al volverse cada vez más peligrosa la situación en Lhasa, abandonó discretamente el palacio de Norbulingka y huyó de la ciudad.
En el exilio en la India, Su Santidad trabajó con urgencia para recrear las condiciones que permitieran a monjes y monjas reanudar sus estudios y llevar una vida monástica. Planificó y estableció escuelas donde los niños y niñas pudieran recibir una educación que combinase el currículo moderno con la tradición tibetana. También tomó medidas para constituir un Parlamento Tibetano en el Exilio. Entró en un fructífero diálogo con científicos contemporáneos sobre la naturaleza de la mente y la consecución de la paz interior.
En sus primeros años de exilio, Su Santidad apeló a las Naciones Unidas en busca de ayuda. Más tarde envió delegaciones de investigación al Tíbet para evaluar la situación. Fiel a su determinación de resolver los problemas mediante el diálogo, sus representantes participaron en nueve rondas de conversaciones con las autoridades chinas sin resultado alguno. El presidente del Parlamento exhortó al gobierno chino a resolver la cuestión tibetana durante la vida de Su Santidad. Finalmente, él también ofreció su profunda gratitud a Su Santidad.

Tashi Namgyal, presidente del Comité Organizador de Exalumnos, intervino a continuación refiriéndose a la profunda preocupación de Su Santidad por los tibetanos que le habían seguido al exilio. Consideraba la educación de tal importancia que alentó la creación de la primera escuela tibetana en el exilio, en Mussoorie, aportando para ello fondos propios. Con el establecimiento de las Escuelas Centrales para Tibetanos, las niñas y niños tibetanos pudieron aprender su propia lengua, su historia y sus tradiciones religiosas, al tiempo que seguían un plan de estudios moderno que incluía matemáticas y otras materias contemporáneas.
Su Santidad animó a su hermana Tsering Dolma a fundar el Tibetan Children’s Village en Dharamsala para atender a los numerosos niños tibetanos que eran huérfanos. La oficina de Su Santidad proporcionó fondos para muchas de las escuelas que fueron surgiendo en los asentamientos tibetanos. Él mismo solía visitarlas para ver cómo progresaban los alumnos, ofreciéndoles una atención semejante a la que se espera de un padre.
En resumen, Tashi Namgyal señaló que la infancia tibetana alcanzó casi la alfabetización plena y, con el tiempo, aquellos niños y niñas crecieron hasta convertirse en miembros responsables y activos de la comunidad tibetana.

A continuación se hizo entrega a Su Santidad de un Recuerdo de Gratitud, elaborado en oro y plata, que representaba un par de manos sosteniendo un libro abierto iluminado por la lámpara de la sabiduría. Una vez más, se le ofreció con profunda gratitud por su inmensa bondad.
Un grupo de antiguos alumnos de las distintas escuelas tibetanas interpretó con alegría una canción compuesta especialmente para expresar su gratitud a Su Santidad.

La invitada de honor, la embajadora de la República Checa en la India, la Dra. Eliska Zigova, se dirigió a la asamblea. «¿Qué es el liderazgo? —preguntó—. Creo que coincidiréis conmigo en que necesitamos un buen liderazgo. Cuando vemos cómo el liderazgo fracasa en diversas partes del mundo, esta celebración del septuagésimo quinto aniversario de la asunción por parte de Su Santidad el Dalái Lama del liderazgo espiritual y temporal del Tíbet adquiere una importancia particularmente significativa.
»Me conmovió la manera en que los antiguos alumnos expresaron su gratitud a Su Santidad. Pensaba también en cómo el joven Dalái Lama asumió la responsabilidad de la nación y de su pueblo en unas circunstancias tan difíciles, y en cómo, casi nueve años después, tuvo que abandonar el Tíbet. Miles de tibetanos le siguieron. Preocupado por su bienestar, en 1960 Su Santidad impulsó la creación de escuelas. Aquí vemos no solo a los antiguos alumnos de esos centros, sino también a los niños que siguen estudiando en ellos hoy en día.
»Visité la escuela de la Tibetan Homes Foundation en Mussoorie el pasado mes de abril y vi que los niños no solo recibían una buena educación, sino que además estaban bien atendidos. Y lo que resulta asombroso es que estos niños, la tercera generación en el exilio, hablan un tibetano fluido. Por ello, por el futuro de la nación tibetana, ruego por la larga vida de nuestro líder espiritual; y digo “nuestro” porque ejerce un liderazgo que nos alcanza a todos.
»Como embajadora checa me gustaría añadir una última nota. El 17 de noviembre es también una fecha importante en el calendario checo. Ese día, en 1989, comenzó la Revolución de Terciopelo. Tras cuarenta años de dominio comunista, el régimen fue derrocado pacíficamente y Václav Havel se convirtió en el primer presidente libre de Checoslovaquia.

»Nuestro presidente invitó a Su Santidad el Dalái Lama a Checoslovaquia porque consideraba que su presencia era importante para su propio liderazgo. La amistad entre Su Santidad y Václav Havel estableció un vínculo muy significativo entre el Tíbet y la República Checa. Deseando paz, libertad y prosperidad para todos, muchísimas gracias».
A continuación, se invitó a la Dra. Zigova a presentar el libro La historia del Tíbet y el legado de Su Santidad el XIV Dalái Lama, de Losang Jinpa Nampheltsang.

El secretario del Kashag y presidente del Comité Central de Organización del Ghoton, Tsegyal Chukya Dranyi, ofreció palabras de agradecimiento. Con las manos juntas, agradeció a Su Santidad el haber honrado la ocasión con su presencia. Agradeció a la invitada de honor sus observaciones inspiradoras y al Sikyong y al Presidente del Parlamento sus comentarios alentadores. Dio las gracias a los invitados y a todas las personas presentes por asistir, especialmente al alumnado de las escuelas tibetanas de India, Nepal y Bután. Por último, expresó su gratitud a los medios de comunicación y a todos los que habían ayudado entre bastidores.
Su Santidad se levantó para marcharse y, sonriendo a quienes le deseaban lo mejor a izquierda y derecha, atravesó el patio. En la puerta de su residencia subió a un carrito de golf que lo llevaría a su casa. Mientras tanto, en el patio, tras él, las celebraciones continuaron mientras la gente cantaba y bailaba hasta la hora del almuerzo.










