Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India – Esta mañana, el Tsuglagkhang, el Templo Principal Tibetano, estaba decorado con guirnaldas de caléndulas, y el patio adornado con hileras entrecruzadas de banderas tibetanas y budistas. Estos elementos formaban parte de la ceremonia de oraciones ofrecidas por la larga vida de Su Santidad el Dalái Lama. Los patrocinadores de esta ocasión fueron exalumnos de la Escuela Central para Tibetanos (CST) de Darjeeling, la Comunidad Tibetana de Nueva York y Nueva Jersey (TCNYNJ) y la Fundación Tibetano-Estadounidense de Minnesota (TAFM).
Guiado por el sonido de trompas, tambores y cantos, Su Santidad recorrió el pasillo del patio en un carrito de golf, devolviendo con alegría los saludos de los fieles congregados a ambos lados. Al llegar al balcón del templo, se detuvo para observar a los miembros de la multitud —estimada en unas 5.500 personas—. Saludó con un gesto de la mano.
Una vez en el interior del templo, Su Santidad tomó asiento en el trono y comenzaron las oraciones. La ceremonia fue presidida por el Venerable Samdhong Rinpoché, flanqueado a la derecha por Keutsang Rinpoché y a la izquierda por Chokhor Rinpoché. Tras los versos de alabanza al Buda, se recitó el ritual de larga vida Concesión de la Esencia de la Inmortalidad, compuesto por el Gran Quinto Dalái Lama tras tener una visión del maestro Padmasambhava en la forma del Buda Amitayus.
Se entonaron también versos de invocación a las dakinis para eliminar obstáculos y conceder una larga vida al maestro, considerado la fuente de todo beneficio y felicidad para los seres sensibles. Al mismo tiempo, una procesión de representantes de los grupos patrocinadores ascendía desde el patio, atravesando el templo, pasando junto al trono y descendiendo de nuevo. Se ofrecieron estatuas de seres iluminados, volúmenes de escrituras y, finalmente, una enorme alfombra enrollada.
Se sirvió té bendecido por la recitación de un verso en alabanza a Nāgārjuna, seguido de la distribución de arroz dulce. Luego se recitó un verso solicitando al Lama que viva mucho tiempo para glorificar la tradición de Jé Tsongkhapa.
Al comenzar la oración principal de larga vida, se visualizó al Lama surgiendo del vacío en la forma del Buda Amitayus: de color blanco, con un rostro y dos manos que sostienen un jarrón de inmortalidad. Una serie de versos dirigidos a los ocho aspectos del Guru Padmasambhava y a la dakini Yeshé Tsogyal concluyeron con las siguientes líneas:
… ha llegado el momento,
por favor, concédenos la realización espiritual de la vida inmortal.
Samdhong Rinpoché ofreció a Su Santidad la flecha de larga vida, que él tomó y alzó brevemente en el aire. A continuación, se le ofreció tsog, del cual tomó una pequeña porción simbólica.
Protector de las enseñanzas y de los seres del Tíbet,
tú que iluminas con profundidad la senda que une la vacuidad y la compasión,
océano de sabiduría, Tenzin Gyatso, Padmapani,
que sostienes un loto en la mano,
a ti elevo mis oraciones: que todos tus deseos se cumplan de forma espontánea.
Tras recitar estos versos tres veces, se ofreció a Su Santidad una mandala que representa el universo entero, invocándolo con su nombre extenso: Jampel Ngagwang Lobzang Yeshe Tendzin Gyatso, y rogándole que viva durante cientos de eones. A continuación, se le ofrecieron representaciones del cuerpo, palabra y mente del Buda, así como el jarrón de larga vida, el néctar de larga vida y píldoras de larga vida. También se presentaron tormas (pasteles) rituales que simbolizan las cuatro actividades iluminadas: pacificación, incremento, control y severidad o actividad iracunda, con el propósito de eliminar toda enfermedad, fuerza negativa y obstáculo. Se le ofrecieron además los emblemas reales, objetos auspiciosos y sustancias propicias.
Seguidamente, se recitó la Oración por la larga vida de Su Santidad, compuesta por sus dos tutores, y después la oración escrita por Jamyang Khyentsé Chökyi Lodrö.
La atención se dirigió entonces a tres mujeres tibetanas, cuya representante proclamó una oración dedicada a Su Santidad titulada La melodía placentera del néctar de la inmortalidad:
Tú, que encarnas el gran amor y la sabiduría de todos los Vencedores,
en una única forma blanca como una montaña nevada,
Nirmanakaya, supremo Arya Avalokiteshvara,
Guía de los seres errantes en los tres reinos:
que seas siempre victorioso!
Tus maravillas no tienen igual en los tres mundos,
noble como la flor de udumbara.
Omnisciente, joya suprema de las enseñanzas y los seres de este mundo,
gran Vencedor Padmapani, que tu vida sea larga y estable.
Aunque eras un Buda desde el principio,
despertaste tu mente y realizaste un voto firme como un vajra
para cuidar de los seres en esta era de conflictos.
Gran Señor de los diez bhumis, que tu vida sea larga y segura.
Que manifiestes todas las realizaciones del camino hacia la iluminación.
de ti, en quien se funden inseparablemente los tres secretos,
emergen cualidades inconcebibles de sabiduría y amor.
Segundo Maestro de los Sabios, protector del norteño reino del Tíbet,
que tu vida sea larga y estable.
Nada obstaculiza tu capacidad para explicar, debatir o componer.
Con tus ocho grandes tesoros de certeza,
eres completamente libre.
Enseñas el Dharma con un conocimiento certero
que disuelve toda ilusión sobre los fenómenos individuales.
¡Oh Grande, Victorioso entre todos!
Que tu vida sea larga y segura.
Encarnación de la vacuidad y la compasión,
Su Santidad, deidad tutelar del Tíbet,
sobre ti han caído nuestras flores de oración.
Con motivo de su 90º cumpleaños, ofrecemos esta canción compuesta por Drubtop Thangtong Gyalpo.
La líder del grupo cantó cada línea del siguiente verso, que sus compañeras repetían en forma de coro. Al finalizar, la asamblea estalló en un aplauso lleno de fervor:
En la Tierra rodeada de montañas nevadas,
usted es la fuente de todo beneficio y felicidad,
poderoso Chenresig Tenzin Gyatso,
permanezca hasta que finalice el samsara.
Tras este canto, se ofreció un mandala de agradecimiento y Su Santidad se dirigió al público:
«Hoy, los exalumnos de la Escuela Central para Tibetanos de Darjeeling, la Comunidad Tibetana de Nueva York y Nueva Jersey, y la Fundación Tibetano-Estadounidense de Minnesota han ofrecido estas oraciones por mi larga vida.
Nací cerca de Siling, me trasladé a Lhasa y recibí los votos de novicio y ordenación completa de monje de manos de mi abad, Yongzin Ling Rinpoché, frente a la estatua del Jowo.
Tal vez ya les haya contado que en una ocasión tuve un sueño, o quizá una visión, del Buda. Estaba allí, frente a mí, en persona, y yo me hallaba entre los que lo rodeaban. Él me hizo una señal para que me acercara, y así lo hice con todo respeto. Me acarició la cabeza con la ternura de quien cuida de sus discípulos. Entonces recé: “Que el Dharma perdure por mucho tiempo”, y decidí dedicarme por completo a su servicio.
La tradición que conservamos en el Tíbet representa la esencia de todas las enseñanzas del Buda. Él me acarició la cabeza y expresó su aprobación por lo que he hecho.
No tenía nada que ofrecerle, salvo un trozo de chocolate, que le di. Y se sintió complacido. Me sorprendió profundamente su manera bondadosa y compasiva de mostrarme su cuidado.
»Como ustedes saben, huí del Tíbet y vine a la India, donde he vivido la mayor parte de mi vida. He podido visitar Bodhgaya y muchos otros lugares, donde he dado enseñanzas, lo cual ha sido muy positivo.
Poniendo en práctica las enseñanzas que recibí de Lama Dorjé Chang y de Ling Rinpoché, he logrado transformar mi mente. En China, Mao Zedong fue amable conmigo. Elogió mi interés por la ciencia moderna, pero también comentó que la religión es veneno. A partir de eso, comprendí que era hostil al dharma.
También he podido viajar a muchos otros países y contribuir al florecimiento del dharma mediante la enseñanza. Dentro del marco de los Tres Entrenamientos —ética, concentración y sabiduría—, mi práctica principal ha sido cultivar la mente del despertar, la bodichita, y la visión de la vacuidad.
Aunque nosotros, los seguidores del Buda Shakyamuni, vivimos en una época de declive de las enseñanzas, podemos hacer que revivan den nuestro interior. Parece incluso que aquellos que en el pasado se opusieron al budismo, podrían llegar a interesarse por las sabias enseñanzas del Buda.
Somos seres humanos que hemos tenido la fortuna de encontrarnos con las enseñanzas del Buda. Por mi parte, hago todo lo que puedo para servir al Buddhadharma. Cada mañana, al despertar, genero bodichita y la visión de la vacuidad, y rezo para poder ser útil a los demás. Como puede decirse que ustedes son mis discípulos, les explico cómo practico, cómo medito en bodichita y en la vacuidad. Eso es lo que ustedes también deberían tratar de cultivar. Eso es todo lo que tengo que decir. Tashi Delek».
La ceremonia concluyó con oraciones por el florecimiento de las enseñanzas del Buda, la recitación de las Palabras de Verdad y un verso dedicado al desarrollo de la bodichita. Su Santidad salió del templo caminando, sonriendo y saludando a la multitud a su paso. En el patio, volvió a subir al carrito de golf para regresar a su residencia. Se lo veía satisfecho.