Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India – Hoy, bajo un cielo azul despejado y con una temperatura matinal todavía suave, Su Santidad el Dalái Lama se trasladó en un carrito de golf eléctrico desde su residencia hasta el Tsuglagkhang, el principal templo tibetano. Allí se unió a unas 4.000 personas —monjes, monjas y laicos hombres y mujeres— para recitar el mantra de Avalokiteshvara, el Compasivo, siguiendo un ritual conocido en tibetano como Mani Dhungdrup. La congregación ha estado acumulando mantras del mani durante los últimos cinco días, desde el primer día del Saka Dawa, el mes que conmemora el nacimiento, la iluminación y el fallecimiento del Buda. Su Santidad tomó asiento frente a la estatua del Buda y la de Chenrezig Wati Sangpo. A su derecha se sentó el abad del monasterio de Namgyal, Thamtog Rimpoché.
Su Santidad presidió un ritual basado en el Manual para la preparación de píldoras Mani, compilado por Serkhong Tsenshab Rimpoché. Comenzó con la toma de refugio en las Tres Joyas —el Buda, el Dharma y la Sangha—, la generación de la mente del despertar y la recitación de los cuatro deseos inmensurables. Se anunciaron los nombres de quienes habían auspiciado la ceremonia. A continuación, el ritual prosiguió con una ofrenda de ablución a las deidades visualizadas, plegarias a los lamas del linaje y la autogeneración de los participantes como Avalokiteshvara.
Tras una larga serie de ofrendas de objetos preciosos destinadas a lograr el objetivo deseado, se elevaron plegarias a Avalokiteshvara. Un hilo extendido desde el corazón del maestro oficiante, Su Santidad, hasta la colección de píldoras mani dispuestas en un pabellón en forma de mándala ante la estatua de Wati Sangpo permitió la transmisión de bendiciones. En ese momento, toda la congregación se unió en la recitación del mantra Om mani padmé hung.
La recitación concluyó con el mantra de las cien sílabas, la oración por la larga vida de Su Santidad compuesta por sus dos tutores, la Oración de las Palabras de Verdad, una estrofa de súplica por su longevidad y la oración por el florecimiento de la mente del despertar:
Que la preciosa y suprema bodichita
nazca en quienes aún no haya nacido;
y en donde ya haya nacido que no disminuya,
sino que crezca más y más sin cesar.
Antes de salir del templo, Su Santidad se acercó para bendecir las píldoras mani, y saludar a la estatua de Wati Sangpo y a la imagen del Buda. Al caminar hacia el ascensor y subir al carrito de golf que lo llevó a través del patio de regreso a su residencia, reconoció rostros familiares entre la multitud, les dedicó una amplia sonrisa y les saludó con la mano.